domingo, 28 de diciembre de 2014

LA VERDADERA PIEDAD

Viene ahora la oposición de Jesús a la doctrina de los teólogos del tiempo, que eran los letrados. Teólogos, moralistas, canonistas, es decir, los que explicaban la Ley. Y aquí Mateo nos pone las contraposiciones entre los antiguos Mandamientos y lo que Jesús dice. Jesús se pone por encima de los antiguos Mandamientos, que ya están fuera (5, 21-5, 46). Y, después de esto, viene la oposición a los fariseos.
 Los letrados eran los maestros, los teóricos, los que exponían con autoridad la doctrina. Estaban oficialmente reconocidos, pues se ordenaban a los cuarenta años, después de sus estudios; no se ordenaban de curas, sino que era una ceremonia en la que se instituían como maestros oficiales y, además, como jueces en las causas civiles y criminales. En cambio, los fariseos no eran teóricos, sino prácticos. Los fariseos eran los observantes, eran grupos de judíos laicos, que tenían como objetivo de su vida la observancia rigurosísima de la Ley. Por tanto, eran los dos grandes grupos que influían sobre el pueblo: los letrados o maestros por su prestigio y doctrina, y los fariseos por su conducta. Eran hombres "santos", gente perfecta, sin tacha. Y Jesús los desenmascara en este trozo, pues no era oro todo lo que relucía, ni santidad lo que pretendía serlo.
 
CUIDADO CON HACER VUESTRAS OBRAS DE PIEDAD DELANTE DE LA GENTE PARA LLAMAR LA ATENCIÓN; SI NOS OS QUEDÁIS SIN RECOMPENSA DE VUESTRO PADRE DEL CIELO.
 Ya está anunciado de qué se trata. Aquí hay gente ‑los fariseos‑ que hacen sus obras de piedad para que los vean. Estas obras de piedad son las clásicas del judaísmo. Mateo está en controversia continua con grupos fariseos que son enemigos de la comunidad cristiana, y por eso se trata del "fariseísmo". En la piedad farisaica las principales obras eran la limosna, la oración y el ayuno. Jesús empieza hablando de estas tres, con lo que claramente se refiere a ellos, y dice: "no las hagáis para llamar la atención". ¿Qué es eso de llamar la atención?: vamos a verlo en cada una de ellas, pero en el fondo es lo mismo: pretender ganarse fama de santos y con esto influir sobre el pueblo. Porque todo va encaminado al poder, incluso ese aspecto y actitud de santidad y perfección. El "dar ejemplo" es poder: no hay que dar ejemplo; hay que ser bueno y actuar con el Espíritu, sin pretender dar lecciones a nadie, porque de aquella forma uno se coloca por encima. Todo son útiles manifestaciones de la ambición de poder. Estas, en realidad, ni son útiles, pues son groserísimas.
 
POR TANTOS CUANDO DES LIMOSNAS NO LO ANUNCIES A TOQUE DE TROMPETA COMO LOS HIPÓCRITAS EN LAS SINAGOGAS Y EN LA CALLE PARA QUE LA GENTE LOS ALABE.
 Lo del toque de trompeta, claro, es una exageración que quiere decir "con gran publicidad". Naturalmente, la civilización nuestra es muy diferente de aquella; ellos iban por la calle dando a los pobres con prosopopeya para que se dijera "que hombre más santo". Lo que pretenden es la fama, no el ayudar, para con ella tener poder sobre el pueblo, influjo espiritual, que es un tipo de poder muy evidente, y del que todos tenemos evidencia, unos desde arriba y otros desde abajo.
   
YA HA RECIBIDO SU RECOMPENSAS OS LO ASEGURO
 La recompensa que quieren es la fama y ya la tienen. No hay más.
 TUS EN CAMBIOS CUANDO DES LIMOSNAS QUE NO SEPA TU MANO IZQUIERDA 1,0 QUE HACE LA DERECHAS PARA QUE TU LIMOSNA QUEDE ESCONDIDAS Y TU PADRE QUE VE LO ESCONDIDO, TE RECOMPENSARA.
 Si tú quieres ayudar es porque quieres ayudar, no por otra finalidad. Aquí está desarrollando la bienaventuranza que decía "Dichosos los limpios de corazón", los que no tienen segundas intenciones, que no van buscando bienes inconfesables, los sinceros, los auténticos. Si quieres ser auténtico en la ayuda al prójimo, que nadie se entere, que no sepa tu mano derecha lo que hace la izquierda y, entonces, tendrás tu recompensa. ¿De que recompensa se trata?: de la comunicación de Dios; tendrás esa comunicación de tu padre, que ve en lo escondido. Esa comunicación es tu recompensa. Es decir, como tú te portas igual que él se porta, entonces viene la sintonía con él, el Espíritu común, la comunicación y la experiencia de Dios. De modo que, cuando se hace algo, hay que hacerlo por lo que es. ¿Que hace falta remediar una necesidad urgente?: pues se remedia, pero sin publicidad.
 Como vemos, Mateo no está proponiendo la limosna -como tampoco Jesús la proponía- como solución a las injusticias de la sociedad, pues él tiene su solución. Esto es una cosa de emergencia: se dan ocasiones en que no hay más remedio y, cuando es apremiante, hay que atenderlo de momento, y no va uno a decir "espera a que funcione la nueva sociedad..." Pero esto no es la solución. La solución es potenciar al hombre'-que es lo que hace Jesús- para que él mismo encuentre su manera de vivir.
   
CUANDO RECÉIS, NO HAGÁIS COMO LOS HIPÓCRITAS
 "Hipócrita" es el que hace una acción externa que no corresponde a su actitud interior: es ese abismo que hay entre la acción y el espíritu, porque se hace por un motivo para lo que la acción no está destinada.
   
QUE SON AMIGOS DE REZAR DE PIE EN LAS SINAGOGAS Y EN LAS ESQUINAS PARA EXHIBIRSE ANTE LA GENTE
 Con las manos levantadas, delante de todos, para que se diga "¡qué hombre tan observante, tan bueno, no tiene respeto humano!". Pero, si resulta que lo que va buscando es todo lo contrario, que se entere todo el mundo para que digan "¡qué santo es!". Aquí, naturalmente, Jesús caricaturiza -porque se trata de una sátira- pero, en su medida, se aplica a todo el mundo, incluso a nosotros.
Y RÉZALE A TU PADRE QUE ESTA EN LO ESCONDIDO, TU PADRE, QUE VE LO ESCONDIDOS TE RECOMPENSARA...
 
Esa oración sí que tiene la comunicación con Dios. Y ésa es la recompensa: la comunicación con el Padre. Como vemos, aquí dice: "tu Padre que está en lo escondido": ya no dice "que está en el cielo". El "cielo" no significa un lugar espacial, es una metáfora: en toda la Humanidad lo excelente ha estado arriba y lo de poca calidad abajo; por eso, el cielo es el colmo de la excelencia. Y, cuando dice: "el Padre que está en el cielo" significa la excelencia o trascendencia, así como la invisibilidad, pero no la distancia. En cambio, cuando dice "tu Padre, que está en lo escondido", se suprime la excelencia y se enfatiza la invisibilidad; o sea, otra manera de designar la cercanía de Dios. Tú has hecho tu oración en lo escondido, en lo más escondido de ti mismo, y allí está el Padre: cerquísimo, a tu lado, contigo, aunque invisible; hay experiencia de él, aunque no haya visión.
 Aquí Jesús no habla en plural: en lo de la limosna y la oración habla en singular: ¿por qué?: porque esto son iniciativas particulares, no cosas de la comunidad. Son cosas ocasionales, según el espíritu de cada uno, pero no normas para la comunidad; si un cristiano quiere ejercer estas obras, tiene que saber cómo hacerlo. Los fariseos aquellos tenían momentos obligatorios de oración -tres veces al día- y días fijos de ayuno -lunes y jueves-. Pero aquí, nada de eso; ni cosa comunitaria tampoco: cada uno es completamente libre pare hacer o no hacer, según el Espíritu le diga.
 Y ahora tenemos que repetir una vez más de qué oración se trata. Hay dos clases de oración: una, que es la unión con Dios, y de la que aquí no se habla; y la otra es la petición a Dios de una cosa determinada, de la que sí se habla aquí. La unión con Dios es una cosa continua, porque se basa en el don del Espíritu. En todo su Evangelio que tiene veintiocho capítulos, ¿cuantas veces dice Mateo que Jesús ora?: solo dos: una, después del episodio de los panes, y otra en el huerto de Getsemaní. Parece poco, ¿no?. Y es que esa oración no significa la unión con Dios, que ésta la tiene Jesús por el Espíritu. Desde el momento en que en el Jordán El recibe la plenitud del Espíritu de Dios, eso significa que está siempre unido con Dios, puesto que tiene el mismo Espíritu, la misma vida. Esa es la unión con Dios, y de esa oración no hablan nunca los evangelistas. Esa es la atmósfera en la que respiramos: no hay más que darse cuenta de que está con nosotros el Señor, en nosotros, al lado nuestro, o, como nosotros queramos expresarlo. Ese es el don del Espíritu: la oración continua, que unas veces se hace de manera más consciente y otras más inconsciente, pero siempre estamos en compañía del Espíritu. Por lo tanto, basta con que concentremos la atención en ese hecho, y ya estamos en oración, sin dificultad alguna, porque sabemos que es el Señor y que nos acepta siempre; seamos mejores o peores, siempre nos acepta; por parte de El nunca queda, siempre está a nuestro lado deseoso de entregarnos su amor, que es su Espíritu. Repito, de este tipo de oración no está hablando aquí Jesús.
 Cuando se habla aquí de rezar u orar, significa "pedir algo a Dios", que es una cosa ocasional; eso no se hace en cada momento, sino cuando haga falta, y diremos "Señor, necesito o necesitamos esto" o "fulano necesita tal cosa". Aquí se trata de una petición, que ya vimos que la otra es el fruto permanente del don del Espíritu. Este don puede el cristiano recibirlo de una manera paulatina o de modo más momentáneo, más sensible, más espectacular. Puede tener un tiempo de una pequeña exaltación -como el enamoramiento pues, al fin y al cabo, no está tan distante la imagen- y será algo que pasa: y que tiene que pasar porque el Señor quiere que vivamos con los pies en la tierra, bien metidos en la historia; pero eso puede dejar la conciencia de la presencia de Dios con nosotros, que es el fruto permanente de ese don. Por tanto, la oración continua es el fruto permanente del don del Espíritu en nosotros, que ya no nos distrae ni nos eleva sobre la realidad, como puede suceder en ciertos momentos, sino que, al contrario, nos va insertando cada vez más en la historia con la eficacia nueva de trabajar con Dios. Por aquí va la cosa y, como decimos, de esta oración no se trata aquí. Aquí se habla de pedir algo y, cuando haya que hacerlo, "entra dentro de ti mismo, cierra tu corazón con llave y habla con tu Padre": esa oración sí sirve. Y ahora Jesús desarrolla este aspecto de la oración y dice:
 
PERO, CUANDO RECÉIS, NO SEÁIS PALABREROS COMO LOS PAGANOS QUE SE IMAGINAN QUE POR HABLAR MUCHOS LES HACEN MAS CASO. NO SEÁIS COMO ELLOS QUE VUESTRO PADRE SABE LO QUE OS HACE FALTA ANTES DE QUE SE LO PIDÁIS
 De manera que Dios ya lo sabe, no hace falta estar pidiéndoselo con insistencia. Pero, entonces, ¿para qué rezamos? ¿para qué pedimos, si el Padre lo sabe? ¿es inútil?. Por parte del Padre, sí; por parte nuestra no. Nosotros, al pedir, nos hacemos capaces de recibir. El pedir es una actitud de apertura y, cuando nos abrimos al pedir, Dios puede darnos lo que no nos podía dar si no se lo pidiéramos. Pedir significa estar receptivo y, para recibir, hay que estar receptivo. Por tanto, esta oración de petición no es para "mover" a Dios, ya que su amor está siempre deseando darnos. Por eso no hay que ser "verbosos", porque el Padre sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos. ¿Cuales son las peticiones propias de la comunidad cristiana?
 Se dice: "el Padre nuestro es modelo de oración" y, en efecto, es modelo de petición en esta clase de oración. La otra oración, la de la unión con Dios, no necesita palabras, basta tener conciencia de su presencia y de su amor. En cambio, la oración de petición sí las necesita, y el Padre nuestro es su modelo.
(Juan J. Mateos)

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