lunes, 29 de diciembre de 2014

UNA RELACIÓN CON LAS HOMBRES RESPETUOSA, FRATERNA

El hombre, cualquier hombre, es para Jesús algo absolutamente intocable, no manipulable, sagrado. Jesús ve en cualquiera de ellos la dignidad que en sí mismo percibe: la de ser seres amados por Dios mismo.
           UNA RELACIÓN CON LAS HOMBRES RESPETUOSA, FRATERNA
          
 Pero Jesús advierte en seguida que los hombres no son conscientes de este altísimo destino:
 - unas veces no los son porque otros les atosigan con preceptos y leyes que sobrepasan lo razonable. Y los sencillos no poseen conocimientos y preparación para oponerse y rebelarse. Por eso Jesús asumirá este papel de defensa del hombre contra todo exceso, ya sea de la ley civil, del culto religioso o de lo que fuere;
 - otras veces Jesús sabe que no somos conscientes de esa grandiosa dignidad y destino simplemente porque no lo pensamos, porque nos solicitan las cosas visibles, porque no somos. capaces de relativizarlo todo ante la nobleza de llegar a ser personas auténticamente en relación. Por eso Jesús asumirá el papel de despertarnos constantemente a la única cosa que, es necesaria.
 Conjugando estas dos formas de encontrarse con el prójimo,, podríamos recordar tantos pasajes del evangelio...: Se hace encontradizo con la mujer viuda cuando sacaban a enterrar a su hijo único.
 Lc. 7,13: A1 verla el Señor, le dio lástima de ella y le dijo: No, llores.
 El capítulo 11 de Juan narra la conmoción de Jesús cuando la muerte de su amigo Lázaro y el encuentro con sus amigas, las. hermanas del difunto. Jesús tiene una agudísima perspicacia para. saber quién necesita algo. Es maravilloso el capítulo 5 de Juan: Entra en la piscina, llena de gente enferma, y se dirige al hombre que llevaba treinta y ocho años allí y no tiene quien le ayude:
 Jn. 5,6: Viéndolo Jesús allí echado y notando que llevaba ya mucho tiempo inválido, le preguntó: «¿Quieres curarte?»
          
 A Jesús le interesan las personas desvalidas; defiende y admira a los niños; le preocupan las muchedumbres
 Mc. 6,34: Al desembarcar vio Jesús mucha gente, le dio lástima, de ellos porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso ‑a enseñarles con calma.
 Todas las personas son igualmente importantes para él. La dignidad del hombre está por encima de todo:
 Mc. 2,28: El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el hombre es señor también del sábado,.
 que vale tanto como decir que el hombre es superior a todos los cumplimientos cúlticos por sí mismos. El propio Jesús se considera un servidor del hombre, y sabe muy bien que eso no le rebaja en absoluto; todo lo contrario, es su más íntimo llamamiento:
 Mt. 20,28: Igual que este hombre no ha venido sino a servir y dar su vida en rescate por todos.
 No hay que doblegar a otros ni dominarlos nunca:
 Mt. 20,25: Jesús los reunió y les dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las tiranizan y que los grandes las oprimen. No será así entre vosotros; al contrario, el que quiera subir, sea servidor vuestro y el que quiera ser primero sea esclavo vuestro.»
 No hay que juzgar a los demás: no somos quiénes nunca para hacerlo, aunque nos parezca que tenemos toda la razón del mundo:
 Mt. 7,1: No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?
 
          
Jesús observó siempre una enorme y respetuosa reserva acerca de los demás: de su libertad y responsabilidad individuales. Siempre que estuvo junto a pecadores, supo respetar el misterio del corazón o de la debilidad humanas e interpretarlas. La imagen del pastor buscador de una única oveja perdida, que abandona las otras noventa y nueve (Le. 15,4) le retrata en este respeto y solicitud.
Lo único que Jesús no soporta es la hipocresía, el orgullo, el querer imponerse a los demás. Sus verdaderos y únicos, podríamos decir, adversarios fueron los fariseos, quienes mantenían esa línea, de comportamientos.
Jesús creía en el hombre. Creía que es capaz de comprender y admirar y ser fiel al mundo de los "valores", como él mismo lo era. Quiere situar al hombre ante el sentido de la vida y que él mismo sea artífice de su grandeza. Le quiere convencer a partir de su propia experiencia
 Mt. 11,28: Acercaos a mí todos los que estáis rendidos y abrumados, que yo os daré respiro. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy sencillo y humilde: encontraréis vuestro respiro, pues mi yugo es llevadero y mi carga ligera.
 Lo más importante para él fue esa vocación de fraternidad entre los hombres que ardía en sus venas. El único precepto es el amor:
 Jn. 15,12: Este es el mandamiento mío, que os améis unos a otros como yo os he amado.
Mt. 7,12: En resumen: Todo lo que querríais que hicieran los demás por vosotros, hacedlo vosotros por ellos, porque eso significan la Ley y los Profetas.
 Igualmente queda retratado Jesús en la famosa parábola, del Buen Samaritano: Le. 10,30. Allí, al final, declara implícitamente la que considera como propia misión
 Lc. 10,35: ¿Qué te parece? ¿Cuál de estos tres se hizo prójimo del que cayó en manos de los bandidos? « El que lo trató con misericordia.» Jesús le dijo: «Pues anda, haz tú lo mismo.»

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