jueves, 25 de diciembre de 2014

Vosotros sois la sal de la tierra.


La sal era el símbolo de la permanencia de la Alianza. La sal se usaba siempre en los contratos, incluso hasta el Medievo europeo y, por eso, se llamaban "contratos de sal". Como la sal conserva, impide la putrefacción, es símbolo de eso, cuando se hacía un pacto entre dos se regalaban mutuamente un saco de sal para significar "este pacto es incorruptible". Era la señal de la fidelidad. Y esto aparece ya en el Antiguo Testamento. En todo sacrificio que se hacía en el Templo había que echar un puñado de sal, ya que eso justificaba que ese sacrificio era según la Alianza, es decir, que perpetuaba la Alianza. La sal era la garantía de la perpetuidad de la Alianza. Aún más, hay dos textos en los que Dios mismo dice: "He hecho con Aarón un pacto de sal", y "Yo he hecho con David un pacto de sal". Esto quería decir que Dios había hecho con Aarón y David un pacto que duraría para siempre, que sería incorruptible. De manera que la sal era el signo de la perpetuidad, la garantía de la continuidad de la Alianza.
Vuestra conduzca será la garantía...
Y ahora dice: "Vosotros sois la sal de la tierra". Es decir, depende de vosotros el que esta nueva Alianza con los hombres siga existiendo. Vuestra conducta será la garantía de que existe esta nueva oportunidad que da Dios a los hombres, esta nueva efusión de su amor a través de Jesús, que ha expuesto en el programa de las Bienaventuranzas, la posibilidad de la creación de esa sociedad nueva que es su Alianza. "Si la sal se pone sosa ¿con qué salará?". Si la sal pierde el sabor. La frase que usa aquí Mateo es "se pone tonta" o " se vuelve necia", y lo hace a propósito porque es que, al final de este Sermón de la Montaña, viene la parábola de las dos casas: "El hombre prudente, el hombre sensato, es el que edificó su casa sobre roca, y vino la inundación y su casa resistió. Este es el que escucha mi palabra y la pone por obra. El necio edificó su casa sobre arena, vino la inundación y su casa se derrumbó. Este es el que escucha mi palabra y no la pone por obra". De manera que la sal necia es la comunidad que escucha el mensaje de Jesús, pero no lo practica. Y, entonces, ¿con qué se le dará sabor a esa sal ya? Si están encandilados con el mensaje y en la práctica lo están traicionando ¿quién le va a hablar ya del mensaje a esa comunidad, si se lo sabe de memoria? "Ya no sirve más que para tirarla a la calle y que la pise la gente". Es la cosa más despreciable del mundo.
La sal que no sala...
La sal que no sala ya no sirve para nada. La comunidad cristiana que, de alguna manera, ya no vive ese mensaje, es digna de desprecio de la humanidad entera. Esto parece cruel, pero tengamos en cuenta que esto no es una ley, sino un proceso, una maduración, que esto es un amor que se va poniendo en práctica. Aquí no estamos hablando de que el Señor obliga a hacer esto, él no obliga a hacer nada, él no ha dicho "Yo mando" en ninguna ocasión.
Es que ese Espíritu que recibimos vaya madurando, que vaya llenando nuestro ser y, a medida que ese amor nos llene, sentiremos el deseo de ponerlo en práctica.
Esto está en relación con esas tres bienaventuranzas que hablan de la liberación: "Dichosos los que sufren, porque ésos van a recibir el consuelo". "Dichosos los sometidos, porque ésos van a heredar la tierra". "Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ésos van a ser saciados".
Esto es una promesa de liberación, porque va en futuro, y entonces es: si las comunidades cristianas existen en esa opción, esa es la garantía de que esta obra de liberación va a ir existiendo en el mundo.
Nuestra responsabilidad...
Vemos la enorme responsabilidad de los cristianos. Una responsabilidad total. Pero, sin embargo, la realidad es que nunca nos habían dicho esto. El cristianismo que hemos aprendido nunca nos ha enseñado que hay que vivir así, que se trata de formar comunidades que sean el principio de una sociedad diferente. Por tanto, no es cosa de tener remordimientos. Pero ahora que empezamos a saberlo, vamos a ver si empezamos a practicarlo.

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