domingo, 4 de enero de 2015

DÉCIMA CATEQUESIS

«Del mismo. Reproche a los que abandonan la asamblea y se
van a las carreras de caballos y a los espectáculos, y qué
cuidado conviene tener de los hermanos negligentes. Y también
a los nuevos iluminados».

Dolor y reprimenda a los que prefieren los espectáculos a la
Iglesia

1. ¡De nuevo las carreras y los espectáculos satánicos, y
nuestra asamblea menos numerosa! 2.
PREDICADOR/DESÁNIMO: Por esta razón yo, temeroso de
la negligencia que deriva de la relajación y de la
despreocupación, me adelanté exhortando y rogando a vuestra
caridad que no dilapidaseis la riqueza acumulada a fuerza de
ayuno y que no os infligieseis la ruina que deriva de los
espectáculos satánicos. ¡Y por lo visto, de nada sirvió mi
exhortación!
Ahí tenéis, efectivamente, algunos de los que habían
escuchado nuestra enseñanza: hoy se dejan arrastrar,
abandonan esta audición y han corrido allá, y de un solo envite
han arrojado de su mente todo: el recuerdo de la santa
Cuaresma, la fiesta salvadora del día de la Resurrección, la
tremenda e inefable comunión de los divinos misterios, la
continuidad de nuestra enseñanza.

2. Así pues, dime, ¿con qué ánimo voy yo a comenzar la
instrucción de costumbre, cuando veo que ningún provecho
sacan de lo que yo digo, más aún, cuando veo que cuanto más
se alarga mi instrucción, tanto más por decirlo así, aumenta su
despreocupación, lo que también acrecienta nuestro dolor y a
ellos les agrava la condena? Mejor dicho, no solamente se
acrecienta nuestro dolor, sino también nuestro desánimo.
Efectivamente, como el labriego, cuando ve que su tierra,
después de tantos trabajos y fatigas, no produce nada digno de
tales trabajos, sino que imita a la piedra estéril, él se vuelve más
remiso a la hora de labrarla, porque ve que se mata inútilmente
a trabajar, así también el maestro: cuando ve que, después de
su gran desvelo y continua enseñanza, los discípulos se
mantienen en la misma pereza, ya no puede proseguir su
enseñanza espiritual con la misma disposición de ánimo, por
más que, en este caso, la despreocupación de los oyentes no
hace que sea menor la recompensa de sus trabajos.

3. En efecto, no todo lo que puede observarse en la tierra
ocurre igualmente en la enseñanza espiritual. Allí, por ejemplo,
cuando la tierra le defrauda, el labrador se vuelve a casa con
las manos vacías, sin poder hallar un mínimo de consuelo para
sus penas. Aquí en cambio, ocurre justamente lo contrario: por
más que los discípulos persistan en la misma desgana y aunque
nadie se aproveche de lo que se ha dicho; el maestro, si ha
cumplido todo lo que a él le correspondía hacer, cosechará con
abundancia las recompensas de los trabajos, porque Dios, en
su bondad, no recorta los salarios de los trabajos por culpa de
la incuria de aquellos, antes bien, escuchen o no escuchen, Él
ofrece su abundante remuneración.

4. Mas, como quiera que nosotros no miramos únicamente si
los salarios y las remuneraciones permanecen íntegros, sino
que también nos preocupamos muchísimo de vuestra ganancia
y de vuestro provecho, pues consideramos detrimento nuestro
vuestra incuria, por esta razón también contamos con que
nuestra alegría se vea menoscabada, sobre todo cuando
pensamos que esto mismo es causa de mayor condena para
cuantos después de esta exhortación persistan en la misma
negligencia, sin querer aprovecharse de la continuidad de la
enseñanza.

5. Precisamente lo que Cristo decía refiriéndose a los judíos:
Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían
pecado; mas ahora no tienen excusa de su pecado 3, le viene al
dedillo a lo que estamos diciendo refiriéndonos a los que en vez
de esta concurrencia prefieren los pasatiempos de fuera, las
pandillas perniciosas, las carreras de caballos y los
espectáculos del diablo.
Si no os hubiéramos hecho anticipadamente tanta
exhortación instruyéndoos durante todo el tiempo, invitándoos
cada día con nuestra constante enseñanza y nuestro estímulo,
como a niños pequeños, a seguir el camino de la virtud,
mostrándolas la ruina que es la maldad, y excitándoos a
rectificar las caídas anteriores; si, repito, no nos hubiéramos
adelantado haciendo todo esto, quizá se les pudiera juzgar
dignos de perdón.

6. Pero ahora, ¿qué disculpa tendrán? ¿Quién les otorgará
perdón cuando, no solamente se perjudican a sí mismos con su
gran incuria, sino que también son ocasión de escándalo para
los demás, y cuando ni siquiera el anciano toma en
consideración sus muchos años, ni su próximo fin, ni la
magnitud del peso de los pecados cometidos, sino al contrario,
cada día aumenta sus faltas y se convierte con su edad 4 en
maestro de negligencia para los jóvenes?
Porque, dime, ¿cómo podrá ese tal corregir la negligencia del
niño y hacer entrar en razón al joven desordenado, Si él mismo
no se ha vuelto juicioso a pesar de su edad y, habiendo de dar
cuentas, no sólo de su propia conducta, sino también de la de
aquellos otros que le tuvieron de maestro de negligencia, ni aun
así se abstiene de esta perversa costumbre?

7. Efectivamente, de la misma manera que quien practica la
virtud no sólo espera las recompensas por sus propios trabajos,
sino que también recoge como fruto la paga del provecho
causado en los demás, por haber llevado a muchos a ser
émulos e imitadores de su propia virtud, así también los que
practican el mal tienen que someter a juicio cuentas más
severas por haber sido también para los demás motivo de
negligencia.
Pues, ¿qué reprocharemos en adelante a los jóvenes, si los
viejos andamos descarriados en tan gran negligencia y no
hemos escuchado el aviso del Apóstol, que dice: No seáis
tropiezo para los judíos, ni para los griegos, ni para la Iglesia de
Dios 5?

Exhortación a dar en todo gloria a Dios
8. ¿Ves el consejo que brotó de las entrañas del Apóstol?
Porque él estaba lleno de temor y temblor por los que podían
ser perjudicados por obra de nuestra negligencia, y porque
sabía que no es pequeño el peligro para quienes fomentan la
negligencia de los otros.
Por esta razón, exhortando también a otros a que en todo
tuvieran la preocupación de la virtud, decía: Ya comáis, ya
bebáis, ya hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria
de Dios 6.
Fíjate bien, te lo ruego, en la exactísima exhortación: Todo
cuanto emprendáis y obréis, dice, que tenga esta raíz y esta
motivación: tender a la gloria de Dios; y que de ti no proceda
obra alguna sin esta motivación. Así pues, ya comáis, ya bebáis,
ya hagáis cualquier otra cosa hacedlo todo para gloria de Dios.


9. ¿Y cómo es posible -dice- eso de comer y beber para
gloria de Dios? Cuando sentado a la mesa das gracias al Señor;
cuando reconoces al proveedor; cuando no introduces una
conversación terrenal, sino que, satisfecha con mucha
templanza la necesidad corporal y habiendo evitado la
inmoderación y la glotonería, te levantas y das gracias al que
proporciona el alimento para nuestra subsistencia, entonces
has hecho todo para gloria de Dios.
Pues dice: Ya comáis, ya bebáis, ya hagáis cualquier otra
cosa, hacedlo para gloria de Dios.

10. Contempla cómo en la brevedad de esta sentencia
abarcó toda nuestra vida. Efectivamente, cuando dijo: Ya hagáis
cualquier otra cosa, en una sola expresión encerró todo nuestro
vivir, pues él quería que nosotros practicáramos en todo
momento las obras de la virtud sin poner la mira en la gloria
humana.
Y no sólo eso, sino que, al decir: Ya hagáis cualquier cosa,
hacedlo todo para gloria de Dios, también nos quiere dar a
entender otra cosa: abstenerse por completo de las obras
malas y no hacer nada que no dé gloria a nuestro común Señor
de todos.
Por tanto, si practicamos la virtud, antes que nada miremos
de conseguir la alabanza que únicamente viene de Dios, y no
tengamos para nada en cuenta el aplauso que viene de los
hombres. Y si somos negligentes, que nos espante y nos baje
los humos del pensamiento aquel juicio incorruptible, la llegada
de aquel día terrible y el hecho de que nuestras acciones
tiendan a la blasfemia contra Dios.
En realidad, lo mismo que respecto a los que practican la
virtud dice: Yo glorificaré a los que me glorifican 7, así también
escucha tú de nuevo al profeta, que dice: ¡Ay de vosotros, pues
por causa vuestra mi nombre es blasfemado entre las naciones!
8,

11. ¿Estás viendo cuánta indignación la de esta palabra?
Pero, ¿cómo es posible glorificar a Dios ? Viviendo para gloria
de Dios y haciendo así que nuestra vida alumbre, como decía
también en otra ocasión: Alumbre vuestra luz delante de los
hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a
vuestro Padre que está en los cielos 9.
Efectivamente, nada como una conducta óptima hace que se
glorifique a nuestro Señor.
Por ejemplo, de igual manera que la luz del sol ilumina con
sus propios rayos los semblantes de los que la miran, así
también la virtud, al atraer a todos los que la miran y hacer que
la contemplen, mueve también a los espíritus rectos a que
glorifiquen al Señor.
Por consiguiente, todo lo que hacemos, hagámoslo de tal
manera que a cada uno de los que nos ven podamos moverlos
a glorificar a Dios: Ya hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo
para gloria de Dios.

12. ¿Un ejemplo? Si alguna vez quieres alternar con alguien,
no te afanes en cultivar el trato de los potentados y famosos
según el mundo, sino el de los atribulados, de los desgraciados,
de los prisioneros, de los abandonados por todos y de los que
no saben lo que es un solo consuelo.
Tú aprecia sobremanera la compañía de éstos, pues por
ellos recibirás mucha ganancia, serás más amante de la virtud y
obrarás todo para la gloria de Dios.
Y si debes hacer visitas, prefiere con mucho los huérfanos,
las viudas y los que viven en mucha penuria, a los que están en
la plenitud de la gloria y de la fama. Porque es Él mismo quien
tiene dicho: Yo soy el padre de los huérfanos y el juez de las
viudas 10; y de nuevo: Juzgad en derecho al huérfano, haced
justicia a la viuda; venid aquí, y discutamos, dice el Señor 11.

13. Y si quieres simplemente presentarte en la plaza,
acuérdate de la exhortación del Apóstol, que dice: Ya hagáis
cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios.
No malgastes el tiempo en compañías inútiles y perjudiciales,
antes bien, apresura tu carrera hacia la casa de Dios, para que
el cuerpo y el alma reciban juntos el máximo provecho.
Y si conversamos con algunos, hagámoslo con mucha
ecuanimidad y mansedumbre, y no dejemos que se desarrollen
conversaciones terrenales y nada útiles, antes bien, hagamos
que se converse de cuanto pueda aprovechar a los que
escuchan y librarnos a nosotros de todo reproche.

Gravedad del escándalo y deber de la corrección fraterna

14. No he removido estas cosas delante de vuestra caridad
sin más, sino para que sepáis cuánta precaución se necesita, si
en algo queremos preocuparnos por nuestra salvación, y de
qué condena tan grande son dignos los que, en vez de esta
asamblea de aquí y de esta enseñanza espiritual, prefieren los
pasatiempos de fuera, las inútiles y perjudiciales compañías, las
carreras de caballos y los satánicos y funestos espectáculos, y
desoyen al bienaventurado Pablo cuando dice: No seáis
tropiezo para los judíos, ni para los griegos, ni para la Iglesia de
Dios 12.

15. Pues bien, ¿qué perdón les queda a estos tales? ¿Qué
disculpa, cuando el cristiano que participa de esta enseñanza
de aquí y que gusta los terribles e inefables misterios cohabita
con el judío y el pagano y disfruta con las mismas cosas con
que éstos se deleitan?
¿Cuándo, dime, podremos en adelante reconducir a este
descarriado a la verdad, y atraer a la piedad a quien tan
desganado está? ¿Cómo no va a convenir que nosotros
digamos a estos tales justamente lo que el bienaventurado
Pablo decía a los que en Corinto entraban en los templos de los
ídolos después de haber recibido la palabra de la piedad? Dice:
Si te ve alguno, a ti que tienes ciencia, sentado a la mesa de un
templo de ídolos... 13.

16. Nosotros, sin embargo, modificándolo algún tanto,
diremos: «Si alguno te ve, a ti que tienes el conocimiento de la
piedad, pasándote la jornada entera en esas inútiles y
perniciosas compañías, por ser él débil, ¿no va a ser inducida
su conciencia a perseguir con más ardor tales cosas?».
Efectivamente, lo que aquel bienaventurado Apóstol decía
cuando intentaba retener a los que, después de conocer la
piedad, atolondradamente se iban a los ídolos y eran causa de
escándalo para los demás, esto mismo diremos también
nosotros ahora -¡y muy atinadamente!- a los que corren hacia
aquellas inicuas juntas y prefieren los pasatiempos de fuera a
esta reunión de aquí.

17. ¿ Pero qué sacamos en limpio de tantos y tan graves
reproches, cuando los que han de dar cuentas ni escuchan ni
están presentes a lo que decimos?
Pues bien, ni aun así nuestra exhortación será inútil.
Efectivamente, gracias a vuestra comprensión, es posible que
ellos se enteren de todo esto con exactitud, y que rehuyan el
cebo del diablo y vuelvan al alimento espiritual.
Así hacen también los médicos. En efecto, cuando visitan a
los enfermos no conversan solamente con ellos sobre los
cuidados, sino también con los sanos allí presentes, y dan todas
las órdenes a los parientes del enfermo, y después de haber
encomendado a éstos el cuidado de todo y de haber dejado
todo en orden, es cuando se van.
Así también nosotros: incluso si los enfermos están ausentes,
no obstante, nosotros os encomendamos a vosotros, los sanos,
el cuidado de su curación, y os descubrimos el dolor de nuestra
alma, para que en adelante os preocupéis de la salud de
vuestros propios miembros, y por medio de las obras cumpláis
la exhortación del Apóstol: Ya comáis, ya bebéis, ya hagáis
cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios 14.

18. Efectivamente, cuando al salir de aquí tomes como tarea
la salvación de tu hermano, y no solamente no lo acuses ni lo
critiques, sino que le aconsejes, le confortes y le muestres, de
una parte el perjuicio del pasatiempo de fuera, y de otra la
ganancia y el provecho de esta enseñanza de aquí, entonces
habrás hecho todo para la gloria de Dios, a la vez que te
preparaste una doble paga: por haber tomado tan a pecho tu
propia salvación y por afanarte en la curación del que es
miembro tuyo.
Éste es el orgullo de la Iglesia, éste el mandamiento del
Salvador: no mirar únicamente por sí mismo, sino también por el
prójimo 15.

19. Pues bien, piensa a qué dignidad se eleva el que toma
gran interés por la salvación del hermano: en lo que permiten
sus fuerzas, el tal imita a Dios.
Escucha, en efecto, lo que dice a través del profeta: El que
saca lo digno de lo indigno será como mi boca 16. Viene a decir:
«El que se esfuerza por salvar al hermano descuidado y
arrancarlo de las fauces del león, en cuanto lo permite la fuerza
humana, me imita a mí».
¿Qué podría igualar a esto? De todas las buenas obras, ésta
es la mayor, ésta la cima de toda virtud.

20. Y con mucha razón, porque, si Cristo derramó su propia
sangre por nuestra salvación, y Pablo, refiriéndose a los que
dan escándalo y dañan la conciencia de los que miran, dice a
voz en grito: Y por tu ciencia se perderá el hermano débil, por el
cual Cristo murió 17; Si pues, tu Señor derramó por él su
sangre, ¿cómo no iba a ser justo que cada uno de nosotros
contribuyera por lo menos exhortando con palabras y abriendo
los brazos a los que por su dejadez han caído en los lazos del
diablo?
Pero yo estoy plenamente convencido de que vosotros
haréis esto, llenos como estáis de ternura para con los que son
miembros vuestros, y de que con toda solicitud devolveréis a
vuestros hermanos a la madre común, pues yo sé que, por la
gracia de Dios, sois prudentes y podéis también reprender a los
demás 18.

Frescor perenne del bautismo

21. Pero en el poco tiempo que nos queda quiero dirigir mi
palabra a los nuevos iluminados. Y llamo nuevos iluminados, no
sólo a los recién agraciados con el don espiritual, sino también
a los de hace un año, e incluso de mucho más tiempo. Si
quisieran, también ellos podrían gozar continuamente de este
nombre.
Efectivamente, la novedad ésta no conoce edad, ni está
sujeta a enfermedad, ni es presa del desaliento, ni se marchita
con el tiempo, ni cede a nada, y nada la vence, si no es,
únicamente, el pecado: su gravosa vejez es el pecado.

22. Y para que aprendas que éste es lo más pesado,
escucha al profeta que dice: Como carga pesada han cargado
sobre mí 19.
Ahora bien, no sólo es pesada, sino también fétida, pues
añade: Hedieron y se pudrieron mis llagas 20. ¿Ves cómo el
pecado no sólo es pesado, sino también maloliente? Y de
dónde se engendra, apréndelo también por lo que se añade,
pues dice: A causa de mi locura 21. Así pues, la locura es causa
de todos nuestros males.
Por consiguiente es posible que uno que por la edad es viejo
sea joven y nuevo iluminado, según la plena lozanía de la
gracia, y en cambio otro, joven según el cuerpo, esté hecho un
viejo por el caudal de pecados. Porque allí donde el pecado
logra entrar, en seguida multiplica las manchas y las arrugas 22.


23. Por esta razón yo os invito a todos vosotros, a los que
recientemente habéis recibido el bautismo y a los que
obtuvisteis este don anteriormente: a estos últimos, a que por la
confesión 23, las lágrimas y una exacta penitencia, os limpiéis la
mancha contraída; y a los primeros, a que conservéis la
frescura de vuestro esplendor y vigiléis cuidadosamente la
belleza del alma, para que no reciba la más mínima gota que
pueda formar una mancha.
¿No veis a los que estrenan vestido flamante con qué
cuidado caminan por la plaza para evitar que les salpique el
barro y ensucie su bello vestido? Y sin embargo, de ello ningún
daño le sobrevendría al alma, pues se trata de un vestido que la
polilla corroe y que se gasta con el tiempo, y que, si se mancha,
también se limpia fácilmente con agua. En cambio, si alguna vez
ocurre -¡y ojalá nunca suceda!- que la mancha cae sobre el
alma, bien a través de la lengua, bien por medio de los
pensamientos concebidos en la mente, inmediatamente
sobreviene un grave daño, una pesada carga, un terrible hedor.


24. Ésta es la razón por la que yo, temeroso también de las
asechanzas del enemigo, no ceso en mi exhortación a que
conservéis intacta la vestidura nupcial, de modo que siempre
podáis entrar con ella a estas nupcias espirituales.
Que es un matrimonio espiritual lo que aquí se está
celebrando, velo tú mismo: como en los matrimonios humanos
de acá la boda se prolonga durante siete días, así también
nosotros prolongamos en otros tantos días vuestra boda
espiritual y os ponemos la mesa mística, llena de infinitos
bienes.
¿Y qué digo siete días? Si queréis ser sobrios y estar
vigilantes, estas bodas se prolongan para vosotros durante todo
el tiempo, con esta única condición: que conservéis intacto el
esplendor de vuestro vestido nupcial.

25. De esta manera, en efecto, atraeréis al esposo a un
mayor amor, y vosotros mismos, a medida que avanza el tiempo,
apareceréis más brillantes y esplendorosos, pues la gracia
aumentará más y más con la práctica de las buenas obras. 204
Ojalá todos nosotros demos pruebas de una vigilancia digna
del don ya recibido y sigamos haciéndonos dignos de la bondad
de lo alto, por la gracia y las misericordias de su Hijo unigénito y
Señor nuestro Jesucristo, por el cual se dé al Padre, junto con
el Espíritu Santo, la gloria, la fuerza, el honor, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
.................................................
1. Esta Catequesis se tuvo probablemente también en la misma
semana de Pascua del 390, el miércoles (cf. nota 1 de la Catequesis
precedente).
2. La inmediatez del estilo revela la espontaneidad de san Juan
Crisóstomo, cuya Catequesis refleja situaciones concretas, en este caso
la despreocupación del público.
3 Jn 15, 22.
4 Literalmente «a los jóvenes en edad (cf. SCHWYZER, II, p. 84ss.).
5. 1 Co 10, 32.
6. 1 Co 10, 31.
7.Cf. 1 S 2, 30.
8. Cf. Is 52, 5, asumido en Rm 2, 24.
9. Mt 5, 1 6.
10. Sal 67, 6.
11. Is 1, 17-18.
12. 1 Co 10, 32.
13. 1 Co 8, 10.
14. 1 Co 10, 31
15. Probable alusión a I Co 13, 5.
16. Cf. Jr 15, 19.
17. 1 Co 8, 1 1.
18. Cf. Rm 15, 14.
19. Sal 37, 5.
20. Sal 37, 6.
21. Ibid.
22. Cf. Ef 5, 27.
23. Asi traduzco exomologesis, aunque sin darle el contenido técnico y
sacramental pleno que no tardará en adquirir.

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