martes, 6 de enero de 2015

El orgullo, pecado del Pastor, en la "Regla Pastoral" de Gregorio Magno

Pbro. Lic. Oscar A. Chápper
 
La "Regla Pastoral" de Gregorio Magno, escrita para justificar su rechazo inicial a asumir el episcopado, explica  cómo él concibe la misión de gobierno y las condiciones y cualidades que se exigen al que pretende ser pastor. Contiene, también,  una amplia exposición sobre el modo en que el pastor debe exhortar a las personas en situaciones diferentes, de género, de edad, de condición respecto a los bienes, en su situación social, civil  y eclesial, señalando las virtudes y  los vicios –pecados- que dominan a las diferentes personas, también los pastores. En la tercer parte, dedicada a enseñar cómo el pastor debe exhortar a las personas según su situación, condición o carácter, Gregorio señala la imprudencia, la insolencia y la cobardía, la impaciencia, la envidia, la mentira,  la charlatanería, la pereza, la cólera, la soberbia, la obstinación y la inconstancia,  la gula, el robo, la violencia,  los pecados carnales,  y luego distingue los pecados de obra y de pensamiento con detestación interna o no,  el. pecar deliberada o impulsivamente.
Aquí vamos a estudiar cómo Gregorio examina los pecados que impedirían confiar a una persona el gobierno eclesial.
Son cuatro las cualidades requeridas para que alguien sea pastor: que el temor modere el apetito (el deseo de la cima del gobierno), la rectitud de la vida, la manifestación de esa rectitud en palabras, la consideración de su flaqueza que impida que el orgullo lo domine. En la primera parte Gregorio expone las condiciones que debe poseer quien desee el gobierno en la Iglesia. Ese gobierno es codiciado por los honores que implica. Gregorio describe esa actitud sirviéndose del texto de Mt 23,6-7 (primeros puestos, asientos, saludos en la plaza): "gentes tanto menos capaces  de cumplir dignamente los deberes de la carga pastoral cuanto han llegado sólo  por orgullo al magisterio de la humildad" [1] . No es Dios  quien los ha llamado, su pasión les lleva a arrebatar el gobierno y el Juez los tolera, pero los ignora reprobándolos.
En su argumentación, Gregorio se refiere a la actitud de humildad  del "Mediador entre Dios y los hombres" quien  rechazó el poder y prefirió la pena de muerte vergonzosa para enseñarnos "...a apartarnos con temor de los éxitos, porque éstos,  frecuentemente, manchan el corazón por el orgullo" [2] el alma se  engríe, se olvida quién es, se pierden las buenas obras hechas anteriormente. La soberbia nace porque el hombre se acostumbra a la gloria y honores. Igualmente  peligrosas son la multitud de tareas que dispersan  la atención pero la capacidad para hacerlas provoca el engreimiento interior, con lo cual se cae en el pecado.
Comentando la afirmación de Pablo "Quien desea el episcopado buena cosa desea" [3] anota que se lo   puede buscar por la gloria terrena: anhelar la dignidad, el dominio sobre los demás, alabanza propia, deseando los honores y los bienes [4] . Otro rasgo de esta soberbia y vanagloria es el proyecto de realizar  "grandes obras" y creer que merece en justicia el puesto que consiguió.
Otra situación que señala Gregorio es la relación entre los  fieles y el clero [5] . Aquí  también es el orgullo el pecado que se señala, se les recomienda  mantenerse en lo justo y ser moderados en su forma de presidir así como dar el testimonio de una vida santa. El fundamento de esta última exigencia estriba en la responsabilidad: si han provocado la muerte de los fieles, son responsables de las mismas. Por esto los "prelados" deben cuidar de los demás "sin olvidar cuidarse a sí mismos". Debe, pues, cumplir con una doble responsabilidad: sobre sí   mismo y sobre aquellos cuya responsabilidad ha asumido y esto lo debe expresar cumpliendo lo que enseña: "Illaqueatur igitur uerbis oris sui, dum ratione exigente constringitur, ne eius uita ad aliud quod admonet relaxetur" [6]  
Comentando Pr 6,3-4 ("Haz esto que digo, hijo mío, y quedarás libre, pues has caído en manos de tu prójimo: corre deprisa, importuna a tu amigo; no concedas sueño a tus ojos ni duerman tus párpados")  centra su reflexión en la tarea del pastor de despertar de  "la torpeza del pecado a aquel a quien preside" [7] . Señala aquí otros pecados del pastor: "pigredine": la pereza  ("hacen la vista gorda a lo que saben que tienen que decir"), no conocer ni corregir, "mentis taedium": la desidia (no reprender)  y "neglegentiae": la negligencia ("ignorar los pecados de sus fieles")
A los fieles Gregorio les señala algunas cosas a superar en la relación con  sus pastores: no juzgarlos temerariamente ni hablar de sus defectos para no caer en la soberbia y la insolencia (mordacidad) [8] . Estas –soberbia, insolencia- llevarían a los fieles a no obedecerles con reverencia ("ut tamen diuino timore constricti ferre sub eis iugum reuerentiae non recusent" [9] ).  Esta "insolencia" se manifiesta también en la  murmuración o en la crítica, cosas que se deben dominar por la penitencia  y por la consideración de que Dios los ha puesto como pastores.
Gregorio vuelve a tratar la situación de los perezosos en el capítulo 15: "Quod aliter ammonendi sunt pigri atque aliter praecipites". La recomendación genérica es: "no dejen pasar las buenas acciones aplazándolas para otro momento" [10] . Señala  un proceso:  la pereza conduce a la desidia "por la que pierde todo deseo de bien", adormece, hunde en el sopor (cesa el afán por hacer el bien) y, finalmente, pierde el cuidado de pensar bien y, negligentemente,  "se desparrama por bajos deseos". La razón de esto la da Gregorio en la falta de disciplina: el perezoso no busca "las cosas de lo alto"  que realmente sacian y,  por  tanto, vive en el deseo "In desiderris est omnis otiosus", cita Gregorio [11] . Las razones de la pereza: negarse  a hacer lo que corresponde, por dificultad o por temor ya sea temor a la tentación o a la persecución de los malvados.
Gregorio señaló, como pecado del pastor, el orgullo [12] Podemos ver cómo trata Gregorio esta actitud.  Se trata de advertir, primeramente, sobre la vanidad  de la gloria del  mundo, lo pasajero de los bienes; cita algunos pasajes de la Escritura: Lc 18,14Pr 16,18, Si 10,9, Sal 137,6; Si 10,15,; Jb 41,25. La exaltación que buscan los soberbios les hace descender: "¿Qué hay que sea más despreciable que el orgullo? Impulsándose por encima de sí mismo se aleja de la cima de la verdadera grandeza" [13] .
Muchas veces la soberbia se ignora a sí misma La soberbia se manifiesta entonces por el atrevimiento en el hablar, hablan por la impaciencia creyendo que defienden algo recto y convierten la defensa de la justicia en ejercicio de soberbia. Es necesario recordar a los orgullosos que su libertad tiene límites" [14]
Gregorio recomienda corregir a los soberbios mezclando algunas alabanzas para ganar la buena disposición de estas personas, "para que mientras aceptan los honores que aman, también reciban la corrección que les disgusta" [15] ,  poniendo el acento en que su cambio favorecerá a otros.
Finalmente, en la 4ª parte, Gregorio  sintetiza su visión sobre la actitud del orgullo y su remedio.: "El predicador, después de haber observado estas reglas [16] debe entrar en sí mismo de manera que ni su vida ni su predicación lo enorgullezcan". El  orgullo puede nacer al considerar su buena predicación, sus virtudes, que le traen oculta complacencia y alegría, convirtiéndose en una trampa porque pierde la humildad, se siente seguro, confía en sí, se vuelve negligente y  comienza a atribuirse todo el bien "olvidándose de mirar a lo alto, hacia aquél que gobierna todo" [17] , porque se mira a sí misma y se atribuye la alabanza que debe a su Creador. Le conviene, entonces, caer en el temor reconociendo su debilidad y rebajándose por una saludable humildad.. Por esta razón  Dios todopoderoso, enriqueciendo con virtudes a un pastor, conserva en él debilidades para  que no caiga en el orgullo.
Gregorio concluye pidiendo a su amigo una oración: "En el naufragio de esta vida te ruego que me sostenga la tabla de tu oración: por mi propio peso me hundo,  me ponga a flote tu mano bienhechora." [18]
NOTAS

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[1] "...qui susceptum curae pastoralis officium ministrare digne  tanto magis nequeunt, quanto ad humilitatis magisterium ex sola elatione peruenerunt" (C 1, I, 16-18)
[2] "... prospera formidando declinare, quia et ipsa saepe per tumorem cor inquinant,et illa per dolorem purgant" (1, c. 3, III, 23-24)
[3] 1 Tm 3,1
[4] "Sacrum quippe officium non solum non diligit omnino, sed nescit, qui ad culmen regiminis anhelans, inocculta meditatione cogitationis ceterorum subiectione pascitur, laude propria laetatur, ad honorem cor eleuat, rerum affluentium abundantia exsultat. (C. 3, VIII, 28-33)
[5] En latín señalados como "subditi"  y "praelati"; la versión de Sources Chrétiennes traduce "inférieurs" y "supérieurs", la traducción española, "fieles seglares" y "clero".
 
[6] C. 4, XXVIII, 37-39
[7] Ibídem, 48-49
[8] "contra eos audaciores fiant": SC traduce "insolence" , los traductorexs de la versión de Ciudad Nueva: "mordaces"
[9] Ibídem, 78.80
[10] "Illi namque suadendi sunt, ne agenda bona, dum differunt, amittant... Pigris itaque intimandum est quod saepe dum opportune agere quae possumus nolumus, paulo post cum uolumus non ualemus" (C. 15, XXXIX, 4-5, 7-9)
[11] Pr 21,26. Así Gregorio, la Vulgata: "tota die concupiscit et desiderat"
[12] "ne locus superior extollat" (C 4, XXVIII, 4): SC traduce "leur haute position n'enorgueillisse" castellano: "no se ensoberbezcan en su puesto superior" (RP,p. 245)
[13] "Quid itaque elatione deiectius, quae dum supra se tenditur, ab altitudine uerae celsitudinis elongatur?" (C 17,  XLI, 30-32)
[14] "Unde et elati ammonendi sunt, ne plus quam decet sint liberi" (ibídem, 48)
[15] "Ipsa ergo in elatis inuectionis exordia, permixta sunt laude temperanda, ut dum admittunt fauores quos diligunt, etiam correptiones recipiant quas oderunt" (ibídem 67-69)
[16] Enumeradas en la 3ª parte
[17] 4ª, LXV, 38
[18] "Sed in huius quaeso uitae naufragio orationis tuae me tabula sustine, ut quia pondus proprium deprimit, tui meriti manus me leuet" (4ª, LXV, 90-93)

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