sábado, 10 de enero de 2015

LA GUERRA DE LOS OBISPOS.



¿Creen que Franco siempre estuvo a partir un piñón con el Vaticano? Al principio sí, pero el enamoramiento duró sólo hasta la elección del cardenal Montini como el papa Pablo VI. En ese momento las relaciones entre Franco y el Vaticano se enfriaron hasta menos cero, y el origen del desencuentro se situó el 7 de junio de 1941, el día en que España firmó un acuerdo con la Santa Sede por el cual Franco señalaría con el dedo a los obispos españoles que el Vaticano debería nombrar. Pablo VI pidió al dictador que abandonara tal privilegio y Franco dijo que nones. Comenzó la guerra de los obispos. 
La Santa Sede aceptó en 1941 que Franco eligiera a los obispos porque aún no se había celebrado el aperturista concilio Vaticano II. Era un año en que Iglesia y Estado se besaban en la boca, porque estaban de acuerdo en que había que volver a cristianizar España después de haberla exorcizado con la Guerra Civil. El Estado asumió la sustentación económica de la Iglesia, desde los salarios de los curas hasta la reconstrucción de los templos, desde el mantenimiento de los seminarios hasta la financiación de las misiones. A cambio, el Vaticano concedió el derecho de señalar los obispos a nombrar. 
 
Pero las cosas cambiaron tras el concilio Vaticano II y el nombramiento de Pablo VI, un papa que caía fatal a Franco porque lo consideraba un progresista. Ver para creer. Pablo VI le pidió al dictador que, de acuerdo con las resoluciones del concilio, abandonara por las buenas su privilegio de nombrar obispos. Pero Franco se negó, porque si los obispos le debían el cargo difícilmente harían oposición, dado que no todos estaban de acuerdo con cómo se estaban haciendo las cosas. 
Pablo VI lo intentó todo, incluso ofreció una visita oficial a España que Franco rechazó Y las delegaciones diplomáticas estuvieron años de idas y venidas intentando apaciguar los ánimos. No hubo forma. El papa y España se retiraron la palabra y Pablo VI decidió esperar a que Franco se muriera para salirse con la suya. Así se entiende por qué en treinta y seis años de dictadura tan católica ni un solo papa pisara este país. 

NIEVES CONCOSTRINA.

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