jueves, 26 de febrero de 2015

Cisma y herejía.

Las voces cisma y herejía designan una división grave y duradera del pueblo cristiano, pero a diferentes niveles de profundidad: el cisma es una ruptura en la comunión jerárquica; la herejía, una ruptura en la fe misma.
En el AT, el contenido intelectual de la fe era demasiado restringido y estaba demasiado poco elaborado para dejar lugar a la herejía. La tentación de Israel no era la de “escoger” (hairein) a su guisa en un cuerpo de doctrinas precisas, sino la de “seguir a otros dioses” (Dt 13,3): apostasía, o 'idolatría. más bien que herejía. Los seductores y sus adeptos, desviándose lejos de Yahveh, único Dios y salvador de Israel, no rompían la unidad del pueblo santo, pero se condenaban a ser segregados de él (Dt 13,6).
El sentido fuerte de la palabra “herejía” no aparece sino en ciertos escritos tardíos del NT (2Pe 2,1; Tit 3,10). Para Pablo, las haireseis de 1Cor 11,19 son apenas diferentes de los skhismata del v. 18. Sin embargo, es probable una cierta gradación: los desgarramientos (skhismata) de la comunidad tienden a cristalizar en verdaderos partidos o sectas (haireseis) rivales, con sus teorías particulares, como existen en el judaísmo: saduceos (Hech 5,17), fariseos (15,5; 26,5), nazareos (24,5.14; 28,22), o en el mundo griego con sus escuelas de rétores (llamadas también haireseis).
La Iglesia conoció, pues, con respecto a los errores doctrinales, dos situaciones diferentes. Su unidad fue primero amenazada por la crisis judaizante. Más tarde, algunos se apartaron de la fe en Cristo (1Jn 4,3), algunos “que no son verdaderamente de los nuestros” (2,19), a la manera de los discípulos que en Cafarnaúm se habían negado a creer en Jesús (Jn 6,36.64) y se habían alejado (v. 66).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.