domingo, 1 de marzo de 2015

ANA BOLENA: DONDE LAS DAN, LAS TOMAN.



Enrique VIII, rey de Inglaterra, redondo como don Pimpón, bronquista y famoso por haberse casado seis veces y haberle cortado la cabeza a dos de sus mujeres, obtuvo el 28 de mayo de 1533 uno de sus mayores triunfos. Consiguió que el arzobispo de Canterbury otorgara validez a su segundo matrimonio con Ana Bolena en contra de la decisión del papa de Roma. A grandes males, grandes remedios: Enrique VIII se convirtió en cabeza de la Iglesia de Inglaterra y así pudo ordenar que se anulara su matrimonio. Consecuencia: Inglaterra y los papas se enfadaron para los restos. 
Para entender los líos matrimoniales de Enrique VIII hay que remontarse a su primer matrimonio con una de las nuestras, Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos. Catalina se casó primero con Arturo, heredero al trono de Inglaterra y hermano de Enrique. Pero como Arturo se murió antes de tiempo, Enrique lo sustituyó en todo. Fue el nuevo heredero y de paso se quedó con la mujer de su hermano. Veinte años estuvieron casados Catalina y Enrique VIII. Todo iba muy bien, pero un día el rey cruzó la mirada con una cortesana muy mona llamada Ana Bolena. El rey dijo, pues me busco una excusa para contársela al papa, me separo de Catalina y me caso con Ana. 

La excusa era un tanto peregrina: el rey había leído en la Biblia que un hombre que se casara con la esposa de su hermano estaría condenado a no tener hijos varones. Como él sólo tenía una hija con Catalina, dijo, ya está, Dios me ha castigado. Así que pidió a Roma la anulación del matrimonio para reparar el pecado. Pero Roma no acababa de verlo claro y no hacía sino dar largas al rey. 

Enrique VIII se cansó de esperar, se casó con Ana Bolena y rompió sus relaciones con el papa. Consiguió que el Parlamento inglés estableciera que los asuntos espirituales, incluyendo los
divorcios, se decidirían en Inglaterra, no en Roma, con lo cual el primer matrimonio quedó anulado y bendecido el segundo. 
Ana Bolena, tan contenta, pero la ingenua no sabía que donde las dan, las toman. Tres años después, su marido, para casarse con la tercera, le cortó la cabeza a la segunda. 

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