domingo, 1 de marzo de 2015

CAMBIO DE CALENDARIOS.



El día 5 de octubre bien podría ser aún hoy 25 de septiembre si el papa Gregorio XIII no hubiera decidido aquel día de 1582 borrar diez días del calendario. Fue la fecha en que España comenzó a regirse por el actual calendario gregoriano y que desterró para siempre al calendario juliano. Para mejor entenderlo: ¿cómo es posible que Santa Teresa muriera el 4 de octubre y fuera enterrada 24 horas después, el día 15 de octubre? Pues porque Santa Teresa sufrió en pleno velatorio la transición de calendarios. 

Aquel día, los españoles se acostaron un 5 de octubre y amanecieron el día 15. Fueron los únicos diez días en la historia de este país en los que no pasó nada. 

El calendario que ahora conocemos, con el nombre de sus meses y de sus días, se lo inventó Julio César, de ahí lo de juliano. Fue César quien dio al mundo un medio racional para registrar el tiempo basándose en el sol. Fijó el año normal en 365 días, y el año bisiesto, cada cuatro años, en 366 días. Pero el año juliano tenía un fallo: era once minutos y catorce segundos más largo que el año solar. Esta diferencia se acumuló hasta que en 1582 el equinoccio de primavera se produjo diez días antes. 

Pero allí estaba Gregorio XIII para enmendarle la plana a Julio César, porque el Sumo Pontífice no estaba dispuesto a que las fiestas de la Iglesia se le fueran des controlando de fecha. Para conseguir que el equinoccio de primavera se produjera el 21 de marzo, el papa Gregorio, de ahí lo de calendario gregoriano, promulgó un decreto eliminando diez días. Estipuló que los años centenarios divisibles por 400 debían ser años bisiestos y que todos los demás años centenarios debían ser años normales. 

El calendario gregoriano se fue adoptando lentamente en toda Europa, aunque España lo aceptó de inmediato porque lo que decía el papa iba a misa. Hoy está vigente en casi todo el mundo. Entre los países más tardíos en pasar por el aro gregoriano fueron la Unión Soviética, en 1918, y Grecia, que lo aceptó en 1923 por motivos administrativos. Y es que las citas diplomáticas se complicaban sobremanera. Quedabas con un griego tal que hoy y llegaba diez días después.
NIEVES CONCOSTRINA.

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