lunes, 1 de junio de 2015

La religión en los pueblos mayas

Las pirámides de América

Diversas culturas precolombinas cuentan con pirámides escalonadas, pero tal vez las más famosas son las construidas por los mayas. Antiguas maravillas arquitectónicas pobladas por el recuerdo de un culto religioso singular y una precisión astronómica no igualada en su época. Vestigios de un pueblo cuyos signos de identidad están muy presentes en parte de la población mexicana y guatemalteca.
Se acostumbra dividir la historia de la civilización maya (que no la de su cultura, ya que ésta pervive aún en los estados mexicanos de Chiapas y Tabasco, Yucatán, toda Guatemala, Belice y parte de Honduras y El Salvador) en varios períodos, que trataremos brevemente en función de sus particularidades religiosas.
Poco sabemos del período preclásico (2000 a.C.-1 d.C.), aparte de la influencia político-social y, por tanto, religiosa de los olmecas.
El período protoclásico (1 d.C.-250 d.C.) ofrece ya rasgos significativos de la civilización maya: su iconografía religiosa (la luna, el día, felinos, serpientes y saurios) todavía está basada en la cultura olmeca, pero presenta elementos de transición hacia la cultura de las estelas, que predomina en el siguiente período.

Las estelas mayas

Típicas del período clásico (250 d.C.-1000 d.C.), se trata de columnas de piedra en que diversas figuras hábilmente talladas representan a los gobernantes, los dioses, las genealogías y los acontecimientos. Profecías y ritos se expresaban en complejos jeroglíficos contenidos en estas estelas, y muchos aún no han sido descifrados. En ellas, los gobernantes se presentaban divinizados y rodeados de símbolos míticos. Estas esculturas se encontraban en complejos arquitectónicos que incluían las famosas pirámides en torno a las cuales se construían plazas. Algunos de estos núcleos centrales donde habitaban los jerarcas políticos y religiosos eran enormes, como el de Tikal, que abarcaba más de cuatro kilómetros cuadrados. Estos centros podían ser mayores o menores y se situaban a una distancia siempre igual (29 km), lo cual da una idea del valor ritual de ciertos elementos geográficos. La presencia de obsidiana verde en algunas de las estelas demuestra la posterior influencia teotihuacana (esa piedra no se encontraba en la zona maya) en el período clásico de la cultura maya, especialmente en la iconografía. De hecho, el famoso dios maya Kukulkán (la serpiente emplumada) no era más que un trasunto del teotihuacano Quetzalcóatl.
La importancia de la astronomía en la cultura y la religión mayas es un dato importante; se sabe que tenían dos calendarios: uno solar de 360 días y otro ritual de 260. El cómputo de los días empezaba en un momento mítico, en el 8238 a.C. La historia del universo empieza cuando Itzam Na, dios de la creación, crea a los dioses de la Luna, la Tierra, los sacrificios, la lluvia, el Sol, el cocodrilo de tierra, el viento, el jaguar, el maíz, la muerte, la serpiente, el joven y el amor. Itzam Na procede entonces a la creación de los mundos terrenales, que concluye en el 353 a.C. para dar inicio a la civilización maya. El mundo terrestre acabará, según profetizan estas estelas, en el año 2012.
La sociedad maya, como la azteca y la inca, estaba fuertemente jerarquizada. El jefe supremo tenía poderes de gobernante, sumo sacerdote y caudillo militar. Por debajo de su autoridad y hasta llegar a los esclavos, había hasta cinco castas más: en las dos de mayor poder se repartían los sacerdotes, que se ocupaban de los ritos cotidianos y de las ceremonias más extraordinarias, como los sacrificios y las autoinmolaciones. El hallazgo de la tumba del rey Pacal en Palenque da algunas pistas sobre la ritualidad de los mayas, especialmente en el tránsito después de la muerte: su esqueleto se hallaba en un ataúd, en cuya tapa estaba el árbol cósmico, que debía mostrarle el camino hacia el mundo de los muertos. El árbol simboliza también los tres niveles del cosmos vertical de los mayas, cielo-tierra-infierno.
La religiosidad maya pasó por una serie de crisis, cuyos motivos desconocemos. La actividad ritual disminuyó en varias ocasiones, lo cual se traducía en un descenso en la construcción de templos o la dedicación de estelas. No obstante, a cada crisis solía seguirle una época de esplendor, lo cual sugiere una relación inestable y compulsiva de los mayas con sus ritos y divinidades.
En los últimos 200 años del período clásico, la crisis parece más profunda y muchos templos empiezan a ser abandonados. La decadencia económica y la invasión de los toltecas pudieron tener algo que ver con esta debacle cultural que hizo que, cuando los españoles llegaron a las zonas mayas en las postrimerías del llamado período posclásico, la mayor parte de sus edificios y ciudades habían sido devorados por la selva.

El "Popol Vuh" y otros textos del legado maya

Pese a la cremación que los conquistadores llevaron a cabo en un intento de eliminar de raíz la cultura anterior, sobrevivieron algunos textos míticos mayas. Muchos de ellos se transmitieron de forma oral, salvaguardados por la memoria de los indígenas hasta que fueron transcritos a códices muchos años después de la desaparición de la civilización maya.
El Popol Vuh está escrito en dialecto quiché y sus primeros fragmentos recuerdan notablemente el Génesis. Al estilo de los cantares de gesta medievales, el Popol Vuh pudo ser memorizado por un indígena cuando los códices originales fueron destruidos, para después ser reescrito en Chichicastenango. El Popol Vuh es un libro fundacional, mágico, ritual, ejemplarizador y místico. Muchos lectores modernos se han sorprendido de la vigencia de sus enseñanzas y la belleza de sus pasajes, que alternan el tono épico y el poético para hablarnos de la epopeya del hombre, hecho de pasta de maíz (planta sagrada de los mayas), y su relación con los dioses.
Tan importante como el Popol Vuh, aunque tal vez menos divulgado, es el libro de Chilam Balam, un texto de clara raigambre cosmogónica maya al que se dio un barniz cristiano para evitar su quema.

El mundo religioso maya

Sobre la base de una creación del mundo debida a un dios único (Hunab cu), los mayas desarrollaron un intrincado panteón -del que no estaba excluido el funesto planeta Venus- que guarda estrecha relación con el de los otros pueblos de Centroamérica.
Ah kin: Dios del Sol sometido -al igual que IX chel, diosa de la Luna- al imperio del dios de la Tierra, Ah raxa lac.
Ah puch: Dios de la muerte.
Ah raxa lac: Dios de la Tierra; literalmente, "Señor del verde plato".
Ajtijes: Personas elegidas que eran educadas para ejercer las funciones del sacerdocio, la guerra y el gobierno.
Akbal: Dios de la noche, representado por un jaguar. El Sol, durante la noche, desciende al inframundo en la forma de este animal, cuya piel moteada es un símil del cielo nocturno poblado de estrellas y también un símbolo de poder de quienes lo utilizan como vestimenta.
Alom: Diosa Madre; literalmente, "La que engendra a los hijos".
Bacabs: Cuatro dioses tutelares que sostienen la Tierra sobre sus hombros a la manera del coloso Atlas griego.
Balche: Pócima alucinógena utilizada con fines rituales.
Bolon ti cu: Éste es el nombre que reciben las divinidades de la Maldad: los nueve dioses del inframundo que se encuentran en lucha permante con los trece Oxlahun ti cu.
Chac mool: Ídolo de piedra antropomorfizado que sostiene con ambas manos sobre el vientre una patena para las ofrendas ceremoniales.
Chacs: Dioses de la lluvia, la tempestad y las aguas. Asumen cuatro representaciones en función del punto cardinal y el color que simbolizan.
Chichén-Itzá: Importante enclave ceremonial en Yucatán, centro de peregrinaciones, ritos y sacrificios, con numerosos elementos toltecas.
Chija tzanja: Chamán, especie de sacerdote con poderes mágicos de manipulación entre lo sagrado y lo profano.
Copán: Conjunto arqueológico situado en la actual Honduras, cuyas estelas, glifos calendáricos, templos, subterráneos y estadios para el juego de pelota son importantísimos en el estudio de la cultura maya.
Ec chuan: Dios de la guerra.
Estela: Monolito escultórico de piedra con escritura maya, que tenía grabados en sus frontispicios la historia de pueblos y gobernantes con dibujos antropomorfos y glifos.
Hunab cu: Dios único, padre de Itzam na, que proporciona al hombre el sustento diario.
Itzam na: Dios supremo de los mayas, ubicuo de la tierra y el agua. Está representado por una iguana y tiene todo tipo de poderes sobre los hombres, ya que controla el Sol, la Luna y la lluvia. Se le considera el inventor de la escritura y los libros. Es el dios que da el nombre a los sitios en su calidad de autor de la división de las tierras.
Iun kax: Dios del maíz y de los trabajos agrícolas. Se le representa como un joven con las piernas cruzadas.
IX cacau: Deidad femenina protectora de la planta del cacao.
IX canil: Deidad femenina benefactora de la floración del maíz.
IX chel: Diosa de la Luna.
IX tah: Diosa de los suicidas.
Kukulkán: (en quiché, Gucumatz). Héroe guerrero histórico divinizado. Equivale al Quetzalcóatl del panteón azteca.
Oxlahun ti cu: Las trece deidades del cielo, cuyas moradas están superpuestas en forma de pirámide ascendente.
Pok-tac-pok: Juego ritual de la pelota.
Tikal: Centro arqueológico situado en la actual Guatemala, cuyos centenares de edificios llegaron a albergar en sus tiempos de esplendor a más de cien mil personas.
Tzolkin: Calendario mágico de los mayas. Tenía 260 días.
Voc: Águila. Mensajero de los dioses del cielo.
Xibalba: Ser maligno. Aparición nefasta en un sueño, un trance hipnótico o producida por alguna planta alucinógena.
Zaqui-nin-ac: El gran jabalí blanco, varón de la pareja creadora de los mayas, que aparece acompañado de Zaqui-Nimá-Tziís, gran pisote blanca. También se les llama el Viejo y la Vieja. Son similares a los Manco Cápac y Mama Ocllo de la cultura incaica.

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