miércoles, 19 de agosto de 2015

EL GUSTILLO DE SEVILLA POR LOS AUTOS DE FE.

           La Inquisición le cogió el gustillo a organizar autos de fe el 6 de febrero de 1481. Se celebró el primero y se lo pasaron tan bien que ya no pararon hasta siglos después. Sevilla tuvo el dudoso honor de presenciar aquel primer auto de fe en el que murieron en la hoguera seis supuestos herejes, a los que se acusaba de ser conversos judaizantes. Es decir, que se habían convertido al catolicismo... pero poco, porque como los convirtieron a la fuerza, ellos seguían a lo suyo, a sus ritos judíos. Es lo que tiene vencer sin convencer.

            Torquemada ya llevaba unos años dando la matraca a los Reyes Católicos para que dieran caña a judíos y falsos conversos. Y al final consiguió que Isabel y Fernando, previa bula del papa Sixto IV, nombraran a los dos primeros inquisidores, Miguel Morillo y Juan de San Martín, que se fueron en comisión de servicio a Sevilla a ver si recolectaban para la hoguera unos cuantos herejes. Y los primeros seis que pillaron tenían como cabecilla al famoso banquero converso Diego de Susón, una de las mayores fortunas del país. Y esta circunstancia dineraria provocó la sospecha de si de verdad el tal Susón era un mal cristiano o si se lo cargaron para poderle confiscar los bienes. Y, por cierto, la hija de Diego Susón, la bella Susona, se hizo tan famosa que la ciudad aún tiene una calle dedicada a ella.

         A las seis primeras víctimas de la Inquisición se las acusó de ser falsos conversos. El auto de fe se celebró en una explanada que se conocía como Prado de San Sebastían, un lugar donde siglos más tarde se asentó la Feria de Abril de Sevilla. O sea, que se quedó como una zona de jolgorio. Pero aquellos primeros seis condenados sólo fueron el principio, porque durante los siguientes cuarenta y cuatro años, y según los estudios del profesor Francisco Morales Padrón, fueron quemadas en Sevilla mil personas. Calculen las que ardieron en el resto de España. El que no era judío, era blasfemo, el que no, usurero y el que no, sodomita.

         Qué época aquella. Si alguien estornudaba y el de al lado no decía Jesús, a la hoguera.

NIEVES CONCOSTRINA.
HISTORIAS DE LA HISTORIA.

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