sábado, 22 de agosto de 2015

Los Ocho Simbolos Auspiciosos

(Sánscrito: Astamangala  /  Tibetano: Krashis Tagsgyad)

Las primeras referencias de los ochos símbolos auspiciosos se remontan a textos sánscritos y del budistas indio pali,  también se encuentran en antiguos textos tibetanos. Se dice que estos ocho objetos de buena fortuna fueron ofrecidos  por los dioses a Buda: Brahma ofreció la Rueda del Dharma, Indra la Caracola con el giro hacia la derecha, Sthavara (Sa’i Lhamo)  ofreció el Jarrón Precioso que contiene el néctar de la inmortalidad, el rey de los nagas el Parasol, el Nudo Infinito fue ofrecido por Laksmi, consorte de Visnú, el Estandarte de la Victoria fue dado por Shiva. Cada ofrenda representa un aspecto o característica de Buda, el Sutra del Manojo de Buena Fortuna (Arya-mangalakutanama-mahayanasutra) expone la relaciona entre los Ocho Símbolos y el cuerpo de Buda:


La  cabeza como un parasol protector,
Los ojos preciosos como peces dorados,
El cuello como un vaso de buena fortuna, primoroso y adornado,
La  voz como una caracola que gira hacia la derecha,
La  mente de vasta sabiduría como un nudo infinito,
La  boca como un auspicioso loto rosa,
El cuerpo como el estandarte que proclama el triunfo sobre el ejército atacante de Mara,
Los pies que se mueven en el camino del Dharma como una rueda auspiciosa.

Los símbolos auspiciosos otorgan bienestar y felicidad en el presente y en las próximas vidas, por ello se representan en paredes y columnas en los monasterios tibetanos, en los tronos de los lamas y se dibujan con tiza en el suelo para recibir a grandes lamas y dignatarios.

En numerosas prácticas tántricas se utilizan para consagra objetos y se visualizan como ofrendas a los Budas. En la Puya de larga vida al Guru se ofrecen estos ocho símbolos, en las entronaciones  y en el inicio de año nuevo tibetano. Se representan estos Ocho Símbolos Auspiciosos en conjunto o por separado.

El Parasol
(Sánscrito: chattra  /  Tibetano: gdugs)
“Con una cabeza como un parasol protector”
Según el Manojo de Buena Fortuna, el parasol es un objeto de protección. Así como un parasol común nos protege del calor del sol, este parasol nos protege de las mentes negativas y pensamientos destructivos, pues aplaca su fuego con el frescor del Dharma y protege a todos los seres de enfermedades, contratiempos, accidentes y de la influencia de los malos espíritus (depresión, desánimo, etc.).

En el tantra, la sombrilla representa el canal central (el bastón) y la parte alta de la sombrilla el chakra de la coronilla donde se encuentra una llama de sabiduría.

El parasol fue deificado en  La Deidad de la Sombrilla Blanca Sitatapatra (Tib: Dugkar).

La forma tradicional de representar el parasol, es un parasol del que cuelgan brocados a modo de falda y con flecos enlazados. El bastón nace de un loto y de la parte superior del parasol sale una llama.

En los protocolos  de las gompas tibetanas se usan los parasoles para escoltar a los grandes maestros .

El parasol de seda blanca o amarilla, redondo o cuadrado, es para los maestros espirituales muy elevados. El parasol de pluma de pavo real se reserva para los soberanos seculares. El Panchen Lama y el Dalai Lama llevan ambos parasoles.

En las estupas tibetanas se puede ver que en la parte cónica (que representa el elemento fuego) trece anillos rojos en mención a los trece parasoles apilados y culminándola tiene un parasol con el brocado cayendo.

Los Peces Dorados
(Sánscrito: Suvarnamatsya  /  Tibetano: gserña)
“Con ojos preciosos como peces dorados”
Como dice el verso, representan los ojos del Buda. En la India, para expresar la belleza de los ojos de las mujeres se dice “ojos como un pez”. La belleza de los ojos de un pez, se llama “minakshi”. Por ello, al Buda se le otorga esta representación, haciendo mención a sus bellos ojos, que miran con compasión, llenos de sabiduría, liberando a los seres del sufrimiento y llenándolos de felicidad. En el budismo simbolizan la libertad, pues los peces nadan libremente en el agua y la fertilidad, ya que se reproducen en abundancia. En el tantra, representan los canales de energía, en muchas imágenes se ve un mástil en medio que representa el canal central. Normalmente están mirando hacia arriba, aunque en algunas representaciones miran hacia abajo. Tienen las caras casi tocándose mirando una joya de sabiduría. Los peces representados son carpas, por su belleza y por su longevidad.


El Jarrón Precioso
(Sánscrito: Kalasa  /  Tibetano: Gter-chenpo bumpa)                                                         
“Con un cuello como un vaso de buena fortuna, primoroso y adornado”
Este jarrón precioso, representa el cuello del Buda. Hace mención a las enseñanzas de Buda como un tesoro de joyas que nunca dejan de brotar.  Simboliza el deseo de que todos  los seres que sienten puedan recibir la totalidad de las enseñanzas del Buda. También simboliza la abundancia, el néctar de la inmortalidad y la riqueza espiritual. Es un signo de logro espiritual y de la consecución de los deseos materiales, además de un tributo de deidades particulares relacionadas con la riqueza.

El jarrón (o “bumpa”), que se describe como parte del ofrecimiento del mandala, es de oro y está adornado con una multitud de joyas preciosas.  Una khata de seda del reino de los dioses ata el cuello del jarrón y su boca está sellada por el árbol que concede todos los deseos cuyas raíces beben de las aguas de la longevidad, que están contenidas dentro del jarrón, convirtiéndolas milagrosamente en tesoros de todo tipo.

Los jarrones preciosos se usan para algunos rituales tántricos, en dichos rituales se suelen llenar de sustancias preciosas y sagradas, siendo sellados y colocados en altares, hogares, lagos o fuentes, donde su presencia atrae la abundancia y armonía al entorno.

La Caracola
(Sánscrito: Sankha  /  Tibetano:Dung-Dkar)
“Con una voz como una caracola que gira hacia la derecha”
En este verso, se puede leer como la caracola representa la cualidad de la voz del Buda. Así como el sonido de la caracola se puede escuchar hasta la lejanía, también las enseñanzas del Buda llegan a todas partes. En la India, en la época del Buda, hacía sonar la caracola para alertar a la población de algún ataque. Es este caso la caracola suena para que el Dharma aleje a los seres del sufrimiento causado por el odio, el apego y la ignorania.

La voz como la de una caracola, profunda y resonante, que llega a las 10 direcciones, es  uno de los 32 signos mayores del cuerpo de Buda.  La caracola representa el cuello de Buda, tiene las tres curvas de la garganta del Buda.

La espiral de la caracola es en el sentido de las agujas del reloj, una rareza que las hace especiales. Y evocan a los rizos del pelo de la cabeza del Buda Sakyamuni. La dirección de la caracola también representa el sentido en el que los astros celestiales como el sol, la luna, las estrellas y demás planetas cruzan el cielo.

La caracola suele ser usada en ceremonias tántricas y también para llamar a los monjes a la práctica.

El Nudo Infinito
(Sánscrito: śrīvatsa  /  Tibetano: dpal be'u)
“Con una mente de vasta sabiduría como un nudo infinito”
El nudo infinito representa  la mente del Buda, pues su conocimiento es ilimitado y permanente como el nudo que no tiene principio, ni fin. Simboliza la unión de la sabiduría y compasión de un Buda.

Significa la dualidad del mundo ilusorio, por ello se representa el nudo con forma simétrica y regular, y la interdependencia entre todos los seres de los tres tiempos. El entrelazado del nudo representa que todos los fenómenos están unidos en un ciclo cerrado de causa y efecto. Así, toda esta composición es un patrón que se cierra sobre sí misma, sin huecos, lo que lleva a una forma de representación de gran simplicidad y armonía completamente equilibrada.

Dado que el nudo del infinito representa el hecho de que todos los fenómenos están interrelacionados, en el Tibet el nudo infinito suele ser regalado, en forma de representaciones en tangkas, pendientes, colgantes o una tarjeta de felicitación, con la que se pretende establecer una conexión favorable entre el que lo regala y el que lo recibe. Al mismo tiempo, el destinatario es incitado a que acumule karma positivo, y se le recuerda que los efectos positivos futuros tienen sus raíces en los actos presentes.

Debido a que el nudo infinito nos recuerda que nuestros actos están anudados con nuestro destino kármico, hace de este símbolo auspicioso el favorito de los tibetanos y es el más reproducido en su arte, tanto en ventanas, como en marcos de puertas, bolsas de monjes, lacerías de tangkas, etc.

El Loto
(Sánscrito: Padma, kamala  / Tibetano: Padma chukyes)
“Con una boca como un auspicioso loto rosa”
El loto representa los labios del Buda, pues el loto del Astamangala es de pétalos rosas como los carnosos labios del Buda (Tara también tiene labios similares). El loto representa la iluminación y a todos los que la han alcanzado, liberándose de la ignorancia, como un loto surge limpio y puro atravesando el lodo del fondo del lago.

El loto simboliza la pureza, en especial la pureza de la mente. Así como un loto sale del lodo y se mantiene flotando impoluto en la superficie de las aguas del lago, pero  sigue teniendo sus raíces en la tierra. También los budas a pesar de haber alcanzado la iluminación, no escapan simplemente del mundo samsárico, sino que continúan trabajando para el beneficio de todos los seres, llevándolos al camino del despertar.

El loto nos recuerda, que la compasión y sabiduría de los budas surgen del mismo mundo ordinario en el que moran las disputas, el odio, la desconfianza, la ansiedad y demás emociones negativas. Ese mismo mundo es  el lugar de surgimiento de los budas, criaturas perfectas que han despertado del sueño de la ignorancia y que perciben la realidad tal y como es, con claridad absoluta y con una profunda compasión frente al sufrimiento de todos los seres sintientes.

En el vajrayana y sus visualizaciones los budas están sentados sobre lotos. Y su color varía dependiendo de la deidad. Así por ejemplo: El loto blanco (Punderika o pema karpo) se le suele atribuir a Tara Blanca y Vairochana entre otros muchos. El loto rojo (kamala o pema marpo) es el loto de Chenrezig y de Amitaba, además de otros budas más. El loto azul (utpala o pema ngongpo) es el loto de Manyushri, Je TsongKhapa y Akshobya. El loto rosa es el de Buda y está siempre relacionado con deidades superiores.

En la práctica de Autocuración Ngalso los lotos representan los canales en los chakras y en cada uno se sienta un Dyani Buda.

El Estandarte de la Victoria
(Sánscrito: dhvaja  / Tibetano: Gyalchen)
“Con un cuerpo como el estandarte que proclama el triunfo sobre el ejército atacante de Mara”
Como en este verso se dice, el estandarte de la victoria representa el cuerpo de Buda Shakyamuni y el triunfo de la sabiduría de las enseñanzas de Buda frente a la ignorancia.

También simboliza el triunfo de Buda sobre los cuatro Maras (tentaciones), que personifican los cuatro obstáculos del camino a la realización espiritual. Cada uno representa una barrera individual frente al progreso en el camino espiritual. Estos son: El Mara de la contaminación emocional (agregados contaminados), el Mara de la pasión (perturbaciones emocionales), el Mara del miedo a la muerte (miedo a la muerte sin control), el Mara del orgullo y la lujuria. Por haber vencido a estos cuatro maras o fuerzas opositoras al desarrollo espiritual, es llamado el Victorioso o el Conquistador.

Se cuenta que, que este estandarte fue colocado en la cima del Monte Meru por el mismo Buda, después de alcanzar la Iluminación para proclamar su triunfo en el Universo entero, y que a partir de entonces, el Monte Meru se convirtió en el eje central de la Tierra.

En la tradición tibetana, hay once formas distintas del estandarte de la victoria, representando los once métodos específicos para vencer los obstáculos mentales.

La Rueda del Dharma
(Sánscrito: Dharmachakra  / Tibetano: Khor lo)
“Con pies que se mueven en el camino del Dharma como una rueda auspiciosa”

Como este último verso del “Manojo de Buena Fortuna” cita, la Rueda del Dharma representa los pies de Buda.  También representa el Dharma, colección de enseñanzas de Buda.

Girar la Rueda del Dharma (dharma chakra pravartana), quiere decir que el Buda dio una de sus principales enseñanzas. El Buda giró por primera vez la Rueda del Dharma dando la enseñanza de las Cuatro Nobles Verdades, en el Parque de los Ciervos de Sarnath.

La Rueda del Dharma tiene ocho radios para recordarnos, como nos enseñan las Cuatro Nobles Verdades, que la extinción de nuestro sufrimiento se encuentra en Noble Óctuple Sendero.

1. Visión correcta
2. Pensamiento correcto
3. Habla correcta
4. Acción correcta
5. Medio de vida correcto
6. Esfuerzo correcto
7. Atención correcta
8. Concentración correcta

El aro que une los radios simboliza la unión de la conciencia de estas ocho acciones virtuosas. Sus puntas nos demuestran que sólo ellas pueden cortar la ignorancia. Su forma circular representa la perfección. El centro simboliza la disciplina que estabiliza la mente, que es esencial para seguir el Óctuple Noble Sendero.

La Rueda es el símbolo auspicioso más popular y la primera representación budista de la que se tiene conocimiento. Esta data de la Era de Ashoka, gran emperador budista indio, que construyó 84000 estupas e innumerables pilares en los lugares budistas sagrados, estos se encontraban coronados con una rueda y uno o dos leones.  Debido a que la era del reinado de Ashoka fue la etapa budista de la Inda más pacífica y prospera, la bandera de la India tiene una rueda en el centro en su honor.

La Rueda es una de las 32 marcas de un Buda. Y además se puede encontrar en tangkas, frescos en las paredes y en el techo más alto de las gompas flanqueado por dos ciervos observándola.

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