domingo, 6 de septiembre de 2015

LA HISTORIA DEL RATONCITO PÉREZ.

             Además de los Reyes Magos, hay otro personaje al que no hay forma de pillar in fraganti. Muchos críos, cada mañana, siguen recogiendo la moneda que un roedor con lentes de oro, sobrero de paja, zapatos de lienzo y cartera roja a la espalda les deja bajo la almohada a cambio de sus dientes de leche. El ratón Pérez nació de la pluma del jesuita jerezano Luis Coloma Roldán, y el padre Coloma nació el 9 de enero de 1851 para fortuna de todos los que, gracias a él, pudimos llenar, diente a diente, nuestra primera hucha en previsión de futuros implantes.


            La vocación de Luis Coloma  era la literatura, pero acabó vistiendo los hábitos por una promesa: rozó la muerte cuando, limpiando su pistola, se disparó un tiro en el pecho. Salir de aquel trance casi mortal le animó a seguir una vida religiosa. Luis Coloma quizás no estaría muy feliz de saber que casi toda su carrera literaria se ha visto eclipsada por culpa de un ratón miope, y que pocos le recuerdan como autor de novelas como Pequeñeces, una obra que levantó tremenda polvareda porque en ella sermoneaba a las clases pudientes madrileñas. La protagonizaba una aristócrata de vida disoluta, y todas las nobles de la capital se dieron por aludidas. Quien se pica, ajos come.

            Calmados los ánimos, el padre Coloma abandonó la sátira social y optó por argumentos odontológicos. Nació entonces el ratón Pérez. Fue la reina regente María Cristina quien pidió al padre Coloma que escribiera un cuento para su hijo Bubi, que acababa de perder su primer diente y andaba el muchacho deprimido por los salones de palacio. Bubi no era otro que el futuro Alfonso XIII. Así que, el padre Coloma se cuadró y escribió la historia de un ratón que vivía con su familia en una caja de galletas de una confitería de la calle del Arenal. Si pasan frente al número 8 de esta calle madrileña, a escasos metros de la Puerta del Sol, levanten la vista y verán la placa que recuerda la pastelería imaginada por el padre Coloma, desde donde todas las noches salía un roedor esquivando los gatos que andaban al acecho. Aún hoy hace su diaria recogida de dientes.

NIEVES CONCOSTRINA.
HISTORIAS DE LA HISTORIA.

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