domingo, 13 de septiembre de 2015

MORISCOS, PERO ESPAÑOLES.

             

           Una de las mayores tragedias humanas, demográficas y económicas que ha vivido España fue la expulsión de los moriscos, de los musulmanes bautizados. Comenzó en 1609 y se prolongó durante cinco años, pero el 12 de enero de 1610 se produjo una de las más masivas y dramáticas. Se cumplía así la real orden de Felipe III, una decisión que no se atrevieron a tomar los anteriores monarcas, porque supieron calcular mejor las nefastas consecuencias que tendría la expulsión de cientos de miles de españoles. La historia tiene un principio: la capitulación de Granada.

             En 1492 los Reyes Católicos aceptaron en las capitulaciones de Santa Fe respetar la forma de vida de los mahometanos, pero lo hicieron por las prisas de anexionarse Granada, no porque tuvieran intención de respetar los acuerdos. Se los saltaron a la primera de cambio y la Inquisición obligó a conversiones masivas. O eso, o abandonaban el país.

               Los musulmanes aceptaron bautizarse porque ésta era su patria, la única que conocían desde hacía ochocientos años. Muchos moriscos mantuvieron a escondidas las normas musulmanas, a otros les daba exactamente igual Alá o Dios Padre, y otros se convirtieron en cristianos convencidos. Pero dio igual. Al final fue Felipe III el que metió a todos en el mismo saco y en las mismas galeras camino del exilio.

              España, que apenas contaba con 5 millones de habitantes, perdió de golpe entre 500.000 y 900.000 ciudadanos. El país quedó despoblado; los campos, sin brazos; los comercios, cerrados, los nobles, sin criados. La economía se hundió. Con los moriscos nunca quedó claro qué fue antes, si el huevo o la gallina. Los expulsaron por ser enemigos o acabaron siendo enemigos por las constantes amenazas de expulsión.

              Diego Clemencín lo definió muy bien: "Como forzados, fueron malos cristianos; como malos cristianos, perseguidos; como perseguidos, se hicieron enemigos, y como enemigos, se les exterminó". Luego, llegó la paradoja. España no les quiso por ser malos cristianos y Bebería los rechazó por estar bautizados y proceder de la España cristiana. Enhorabuena Felipe III. Ya lo dijo tu padre, el segundo de los Felipes: "Dios, que me ha dado tantos reinos, me ha negado un hijo capaz de gobernarlos".

NIEVES CONCOSTRINA.
HISTORIAS DE LA HISTORIA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.