domingo, 13 de septiembre de 2015

POLIINTELECTUAL JOVELLANOS.

               
           Asturias no ha dado un tipo más listo que Jovellanos. Fue de todo y casi todo lo hizo bien: magistrado, ministro, literato, orador, poeta, jurisconsulto, filósofo, economista... En resumen, un ilustrado, un pozo de sabiduría, una enciclopedia con patas. 

              Los padres le destinaron al sacerdocio, pero Jovellanos no podía encerrar su inquietud intelectual en un monasterio y se echó al mundo para aprender, para enseñar y para compartir. El 27 de noviembre de 1811 una pulmonía mató a Baltasar Melchor Gaspar María de Jovellanos, un  hombre bautizado con los tres nombres de los Reyes Magos porque nació el 5 de enero. Se desconoce por qué extraña razón las enciclopedias obvian el nombre del negro.

            Jovellanos tuvo una cabeza privilegiada. Tan pronto reformaba la ley agraria como fomentaba la marina o promovía el libre ejercicio de las artes. Aconsejaba cómo impulsar la minería de una provincia a la vez que pegaba la nariz al suelo para estudiar con entusiasmo la botánica de una zona aprovechando que le habían desterrado. Cada minuto de su vida lo empleó en aprender y en promover la cultura en beneficio del país.

              Su legado escrito aún lo tenemos, pero se nos ha perdido el artístico. Verán cuándo y por qué: poco antes de la Guerra Civil, el Colegio de los Jesuítas de Gijón guardaba el famoso legado artístico de Jovellanos, ahora de un valor incalculable porque estaba compuesto por unos setecientos bocetos de Rembrandt, Goya, El Greco y Velázquez.

            Durante la guerra, el Colegio de los Jesuítas se reconvirtió en cuartel del ejército de tierra, el famoso cuartel de Simancas, que acabó incendiado y destruido. Desde entonces se desconoce que ocurrió con el legado artístico de Jovellanos. Hace cinco años hubo una falsa alarma porque un anónimo aseguraba que ese legado estaba oculto en un nicho del cementerio de Ceares, en Gijón, y la que se montó fue considerable.

            Hubo que contratar seguridad privada en el cementerio para evitar que alguien se sintiera tentado por el jugoso botín, exhumar al ocupante del nicho y comprobar que allí no había nada. Jovellanos duerme su sueño ilustrado en la capilla de los Remedios de Gijón y la sabiduría que nos dejó es tan suculenta que el legado material da exactamente igual.

NIEVES CONCOSTRINA.
HISTORIAS DE LA HISTORIA.

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