sábado, 17 de octubre de 2015

LA IMPORTANCIA DEL PAPADO MEDIEVAL.

              Durante la primera etapa de la Edad Media la separación de Bizancio de la Iglesia de Roma dio lugar a la guerra contra el Islam, por lo que los gobernantes eclesiásticos adquirieron especial relevancia. Tal fue el caso de Gregorio I (590-604), más conocido como Gregorio Magno. Considerado uno de los padres de la Iglesia junto a Jerónimo de Estridón, Ambrosio de Milán y Agustín de Hipona, realizó, según Philippe Henne, profesor en la Universidad Católica de Lille (Francia), una labor encomiable.

                "En el 580 el Ródano, el Po y los demás ríos se desbordan y devastan los campos prontos para la cosecha. En el 589 y en el 590 la sequía provoca una gran hambruna durante dos años cosnecutivos [...]. Desde septiembre del 590, pocos días después de su consagración, suplica al prefecto de Sicilia que haga llegar suficiente trigo [...]", señala Henne en su obra biográfica Gregorio Magno, pues parece ser que durante su mandato, el pontífice se encargó de proveer alimentos a la ciudad azotada por el hambre y la peste. Distribuyó limosnas para socorrer a los pobres a través de los ingresos económicos que generaban las posesiones de la Iglesia e intentó sin éxito que las autoridades imperiales de Rávena arreglaran los acueductos de Roma, destruidos por el rey ostrogodo Vitiges en el 537.

             Sin embargo, esta imagen benevolente y benefactora contrasta con las opiniones de otros estudiosos del tema. Según el historiador alemán Karlheinz Deschner, autor de Historia criminal del cristianismo, este pontífice tenía una doble moral, pues pese a que predicaba el arrepentimiento y advertía sobre el fin del mundo, pretendía extender su poder a cualquier precio: cárcel, tortura, toma de rehenes, saqueos y sobornos. "La avaricia de los prelados está documentada por testimonios de todas las épocas, así como el enrequecimiento privado de papas, obispos y abades, sus lujos generalmente desaforados, las malversaciones del patrimonio eclesiástico en beneficio de parientes [...] la práctica del soborno incluso por parte de los más famosos doctores de la iglesia como el papa Gregorio I [...]. Todo ello consecuencia de la plétora de privilegios de que disfrutaba el alto clero", asegura Deschener en su obra.

                Durante la Edad Media, la mayoría de los papas eran forzados a renunciar o morían envenenados, en prisión o quemados vivos. Era una época de feroces cambios en el trono de Pedro. tal fue el caso de Esteban VI (896-897),  quien fue depuesto, encarcelado y ahorcado por los seguidores del papa Formoso (891-896), quienes se indignaron al enterarse que Esteban VI había sido desenterrado, vestido y sometido a juicio al cadáver de Formoso para posteriormente tirar sus restos al río Tiber. .

                 Otros papas que murieron masacrados fueron Juan VIII (872-882), León V (903), Anastasio III (911-913) y Juan X (914-928), en muchos casos a manos de familias poderosas e influyentes.

                   No corrió con la misma suerte Benedicto IX, pues llegó a ser pontífice en tres ocasiones, entre el 1032 y el 1055. Quizá su permanencia en la silla apostólica estuviese garantizada por pertenecer a la familia de los condes de Túsculo, un notable linaje romano que arbitraba asuntos políticos y religiosos. El esplendor del papado como institución comenzó con Nicolás II (1058-1061), quien introdujo una reforma revolucionaria, un nuevo sistema de elección papal en el que tanto el emperador como la nobleza romana dejarían de intervenir directamente. El candidato debía ser propuesto por los cardenales obispos, su aceptación o rechazo correspondería al colegio cardenalicio, y el candidato se presentaría a los cardenales presbíteros. El clero restante y el pueblo romano solo podrían realizar una aprobación posterior, mientras que el emperador solo tendría derecho de consenso, nunca de oposición. Por su parte, en 1075, el papa Gregorio VII publicó el Dictatus Papae, veintisiete principios donde especificaba el papel del pontífice respecto a los poderes temporales, especialmente con el emperador del Sacro Imperio. Este texto supuso una reforma radical en la que se reconocía al papa como obispo universal, por encima de los fieles, los clérigos, los obispos, las iglesias y los concilios. 

                  Se estableció también que príncipes, reyes y hasta el propio emperador debían sometimiento al papa. El Concilio de Letrán (1215), convocado durante el pontificado de Inocencio III (1198-1216) y considerado el primer concilio universal, acabaría de consolidar la hegemonía social y política de la Iglesia en esta etapa de la historia. Por su parte, hubo otros papas que impulsaron grandes obras arquitectónicas y artísticas. Nicolas V (1447-1455) mandó construir la actual Basílica de San Pedro y fundó la Biblioteca Vaticana. Sixto IV (1471-1484) ordenó levantar la Capilla Sixtina, decorada por Miguel Ángel. Casi al final de la Edad Media e inicios del Renacimiento hubo dos poderosas familias que destacaron: los Borgia, por su falta de escrúpulos, corruptelas y escándalos, y los Medici, por su mecenazgo en las artes y la cultura. 

                  Calixto III (1455-1458) fue el primer papa Borgia. Durante su papado promulgó la bula Inter Caetera por la que garantizaba a los portugueses la exclusividad de la navegación a lo largo de la costa africana. Además, intentó reconquistar Constantinopla, que había caído en manos turcas en 1453. Algunos años después fue elegido papa su sobrino Alejandro VI (1492-1503), quien pese a sus habilidades políticas, es más recordado por las intrigas y conspiraciones en las que se vio involucrado para afianzar su poder.

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