domingo, 1 de noviembre de 2015

EL REINADO PAPAL DE LOS FORNICARIOS.

           Sobre el año 900 d.C, una senadora romana llamada Teodora de Constanza jugó también un importante papel en la historia del papado, dando comienzo a gobierno de las mujeres. En el siglo XVI, el cardenal César Baronio acuñó el término "pornocracia" para describir esa etapa del papado caracterizada por la influencia de tres poderosas mujeres: Teodora la Mayor y sus bien enseñadas hijas Teodora la Joven y Marozia.

              La virtud de mover hábilmente los hilos la heredería y engendraría como ninguna Marozia, que será recordada por su escandalosa capacidad de corrupción, intriga e inmoralidad. A los 15 años Marozia se convirtió en amante del papa Sergio III, de 45. 

             A los 17, la joven, ya embarazada del pontífice, contrajo matrimonio con Alberico I el Mayor, marqués de Camerino y duque de Spoleto, que tuvo a bien aceptar a Juan, fruto del libertinaje, como legítimo. El matrimonio tuvo otro vástago, Alberico II.

          Marozia y Alberico ambicionaban el pder de Roma, que ahora estaba en manos de Teodora pues con la misma maestría con la que adiestró a su hija, logró sentar en la silla de San Pedro a Juan de Tossignano, uno de sus amantes -sospechoso de ser el padre de una de las dos hijas de Teodora-, convirtiéndolo en Juan X. Marozia no se detuvo y se enfrentó al papa. Resultado de ello fue la muerte de Alberico I.

          Marozia jamás perdonaría a Juan X pero no tardó en encontrar nuevo marido, el marqués Guido de Toscana. Esto la catapultaría al poder absoluto pues su cuñado acabaría convirtiéndose en el rey de Italia Hugo de Arlés.

          Teodora había muerto, y Marozia no tenía razón para no desahogar su odio. Con Juan X depuesto y encarcelado, dio la orden de estrangularlo, y apoyó el nombramiento de León VI, y luego de Esteban VII y finalmente de Juan XI, su primogénito. Todos ellos títeres de Marozia que, al morir su esposo, sedienta de aumentar su poder, recibió en terceras nupcias al mismísimo rey de Italia.

           Esta unión disgustó a su hijo Alberico que consiguió expulsar al rey y encarceló sin pestañear a su madre y a su hermanastro el papa, que moriría en el año 935.

         Llegaba el punto final al denominado "reinado papal de los fornicarios", que iniciaron su madre y Sergio III.

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