martes, 13 de marzo de 2018

Mt 15,1-20


15                1 Entonces se acercaron a Jesús unos fariseos y letrados de Jerusalén y le preguntaron:
                          2 - ¿Se puede saber por qué se saltan tus discípulos la tradición de nuestros mayores y no se lavan las  manos antes de comer?
                         3 Él les replicó:
                         - ¿Y se puede saber por qué os saltáis vosotros el mandamiento de Dios, en nombre de vuestra tradición?
4 Porque dijo Dios: "Sustenta a tu padre y a tu madre" "quien deja en la miseria a su padre o a su madre tiene pena de muerte" (Éx 21,17). 
5 En cambio, vosotros decís que el que declara a su padre o a su madre; "Los bienes con que podría ayudarte los ofrezco al templo"
6 ya no está obligado a sustentar a su padre; así, en nombre de vuestra tradición, habéis invalidado el mandamiento de Dios.
                         7 ¡Hipócritas! Qué bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo:


                         8 Este pueblo me honra con los labios,
                            pero su corazón está lejos de mí;
                         9 el culto que me dan es inútil,
                            pues la doctrina que enseñan
                            son preceptos humanos (Is 29,13).


                        10 Y llamando a la multitud, les dijo:
                        - Escuchad y entended: 
11 No mancha al hombre lo que entra por la boca; lo que sale de la boca, eso es lo que mancha al hombre.
                        12 Se acercaron entonces los discípulos y le dijeron:
                        - ¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oír esas palabras?
                        13 Respondió él:
                        - El plantío que no haya plantado mi Padre del cielo será arrancado de raíz.
14 Dejadlos, son ciegos y guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo.
                       15 Entonces Pedro le pidió:
                       - Explícanos la comparación:
                       16 Contestó Jesús:
                       - A estas alturas, ¿tampoco vosotros sois capaces de entender?,
17 ¿no comprendéis que lo que entra por la boca pasa por el vientre y se evacua en lugar retirado?
18 En cambio, lo que sale de la boca viene del corazón, y eso si mancha al hombre.
19 Porque del corazón salen las malas ideas: los homicidios, adulterios, inmoralidades, robos, testimonios falsos, calumnias.
20 Eso es lo que mancha al hombre; comer sin lavarse las manos no mancha al hombre.

EXPLICACIÓN.

1 - 20. Cuestión crucial: la tradición que se presenta como interpretación auténtica de la Escritura. La distinción entre puro e impuro: para mantenerse en contacto con Dios era necesario precaverse del contacto con el mundo y con ciertos hombres. Hombres impuros, los que no cumplían con las prescripciones de la Ley. Consecuencia: superioridad de Israel sobre los demás pueblos y separación absoluta de ellos. Tema de fondo: qué es lo que separa al hombre de Dios. El centro de la institución está alarmado por la actividad de Jesús (1: letrados de Jerusalén). La tradición de los mayores: lo que Dios había comunicado a Moisés oralmente (origen mítico), en realidad desarrollado por las escuelas de letrados (vuestra tradición, 3). Lavarse las manos, ritual para evitar impureza legal. Con la tradición, anulan el mandamiento divino. La piedad hacia el templo, autorizada por la tradición, se opone al mandamiento divino. Oposición entre el templo y el hombre: según el mandamiento, el bien del hombre es lo primero (cf. 12,37). La doctrina de los letrados carece de autoridad divina. Lo que sale de la boca, la palabra establece el contacto entre personas, cf. 12,34-37. No impurifica el contacto con objetos o personas, sino la disposición interior que se manifiesta en las palabras. Escándalo fariseo (12-14). Plantío (cf. Is 5,1ss; 60,21; Jr 45,4). La piedad farisea centrada en la observancia de la Ley no es cosa de Dios (13); guías ciegos (14); porque ponen la Ley por encima del bien del hombre. Pedro muestra la incomprensión del grupo (15). Duro reproche (cf. 13,14) (16). El pecado no consiste en transgredir una norma externa, sino en cometer la injusticia contra el prójimo (17 - 20).

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