sábado, 17 de marzo de 2018

Mt 24,1-44

PREDICCIÓN DE LA RUINA DEL TEMPLO.


24        1 Jesús salió del templo; mientras iba de camino se le acercaron sus discípulos y le señalaron los edificios del templo,
2 pero él les repuso:
                        - ¿Veis todo eso, verdad? Os aseguro que no dejarán ahí piedra sobre piedra que no derriben.

PREGUNTA DE LOS DISCÍPULOS.

                        3 Estando él sentado en el Monte de los Olivos, se le acercaron los discípulos y le preguntaron aparte:
                        - Dinos cuándo va a ocurrir eso y cuál será la señal de tu venida y del fin de esta edad.

RESPUESTA DE JESÚS.
LA CAÍDA DE JERUSALÉN NO ANUNCIA LA RESTAURACIÓN, DARÁ COMIENZO AL PROCESO LIBERADOR.

                        4 Jesús les contestó:
                        5 -¡Cuidado con que nadie os engañe! Porque llegarán muchos diciendo en nombre mío: "Yo soy el Mesías", y engañarán a muchos.
                        6 - Vais a oír estruendo de batallas y noticias de batallas; mirad, no os excitéis, que eso tiene que suceder, pero todavía no es el fin.
                        7 Porque se alzará nación contra nación y reino contra reino, habrá hambre y terremotos en diversos lugares, 
8 pero todo eso es el principio de los dolores.

LA MISIÓN: PERSECUCIÓN Y FIDELIDAD.

                        9 Entonces os entregarán al suplicio y os matarán, por mi causa os odiarán todos los pueblos;
10 entonces fallarán muchos, y se delatarán y se odiarán unos a otros.
                        11 Surgirán muchos profetas falsos y extraviarán a muchos;
12 al crecer la iniquidad, se enfriará el amor de la mayoría,
13 pero el que resista hasta el fin, ése se salvará.
                        14 Y la buena noticia del Reino se proclamará en el mundo entero, como prueba contra todos los pueblos. Entonces llegará el fin.

LA RUINA DE JERUSALÉN: NO HABRÁ SEÑAL SALVADORA.

                         15 Cuando veáis que está en el lugar santo el execrable devastador que anunció el profeta Daniel -téngalo presente el lector-,
16 entonces, los que estén en Judea, que huyan a los montes;
17 quien esté en la azotea, que no baje a coger nada de casa;
18 quien esté en el campo, que no vuelva por el manto.
                          19 ¡Pobres las que estén encinta o criando en aquellos días! 
20 Pedid que vuestra huida no caiga en invierno o en día de precepto,
21 porque habrá entonces una angustia tan grande como no la ha habido desde el principio de la humanidad ni la habrá nunca más.
22 Si no se hubiesen acortado aquellos días, no se salvaría ningún mortal, pero por los elegidos se acortarán aquellos días.
                          23 Entonces, si alguien os dice: "Mira, aquí está el Mesías" o "Míralo allí", no lo creáis;
24 porque surgirán mesías falsos y profetas falsos y ofrecerán señales y prodigios, que engañarían, si fuera posible, también a los elegidos.
25 Mirad que os he prevenido.
                          26 Por tanto, si os dijeren: "Mira, que está en el desierto", no vayáis; "Mira, que está en el sótano", no os lo creáis.
27 Porque, igual que el relámpago sale del levante y brilla hasta el poniente, así ocurrirá con la llegada del Hombre.
28 Allí donde esté el cadáver, se reunirán los buitres.

EL PROCESO LIBERADOR EN LA HISTORIA.

                           29 Inmediatamente después de la angustia de aquellos días, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, las potencias del cielo vacilarán.
                           30 Entonces brillará en el cielo la señal del Hombre, y todas las razas de la tierra se golpearán el pecho al ver llegar al Hombre sobre las nubes, con gran potencia y gloria.
31 Y enviará a sus ángeles con trompetas sonoras, y reunirán a sus elegidos de los cuatro vientos, de un confín a otro del cielo.

LA RUINA DE JERUSALÉN: SU MOMENTO.

                            32 De la higuera, aprended el sentido de la parábola: cuando ya sus ramas se ponen tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.
33 Así también vosotros: cuando veáis todas esas cosas, sabed que está cerca, a las puertas.
                            34 Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo eso se cumpla.
35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

CONFIANZA EN EL PADRE. VIGILANCIA.

                             36  En cambio, en lo referente al día aquel o el momento, nadie entiende, ni siquiera los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo y únicamente el Padre.
                             37 Ahora bien, lo que pasó en tiempos de Noé pasará en la llegada del Hombre;
38 es decir, lo mismo que en los días antes del diluvio la gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca
39 y, estando ellos desprevenidos, llegó el diluvio y se los llevó a todos, así sucederá también en la llegada del Hombre.
40 Entonces, dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán;
41 dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán.
42 Por tanto, manteneos despiertos, pues no sabéis qué día va a llegar vuestro Señor.
                             43 Ya comprendéis que si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se quedaría en vela y no lo dejaría abrir un boquete en su casa.
44 Pues estad también vosotros preparados, que cuando menos lo penséis llegará el Hombre.

EXPLICACIÓN.

1 - 44. Salida definitiva del templo. Los edificios del templo, orgullo de Israel (1s). Respuesta de Jesús: predicción de ruina total (1-2). Ninguna reacción de asombro o dolor por parte de los discípulos, sólo preguntan cuándo ha de suceder. Para ellos, esa ruina anunciaría la restauración de Israel (Dn 9,24-27); la salvación del pueblo y el reino mesiánico coincidirían con el momento del desastre. Preguntan por la fecha y por la señal extraordinaria que anunciará la intervención divina. Tu venida, para inaugurar el reino mesiánico; el fin de esta edad, en boca de los discípulos, el paso de la opresión de Israel al reino mesiánico triunfal (cf. 28,20) (3). Deshace Jesús el equívoco latente en la pregunta: la ruina del templo no significa la llegada de ese Reino. Impostores (4s). Las guerras y desastres no anuncian el fin; son el principio de los dolores que desembocarán en el nacimiento de la humanidad nueva (6-8).
            
           Aclarado este punto, exposición de las persecuciones que seguirán a la predicación del mensaje en el mundo entero (9-12). Constancia (13). El Reino final (el fin) ha de incluir a los paganos (14).

           Responde a la pregunta acerca de la señal. No habrá señal milagrosa, sino desastre histórico: la invasión de Palestina por un ejército extranjero (el execrable devastador (15); Dn 9,27; 11,31; 12,11). No hay posibilidad de resistencia; urgencia de la huida (16-18). Lamentación: magnitud del desastre (19-21). Dios es fiel, conoce a los que han sido fieles a la alianza (los elegidos, el resto de Israel) y los salvará del desastre (22). Nuevo aviso: no habrá salvación milagrosa en el último momento (cf. Jr. 28,1-17; 21,1-7) (23-25), ni verdadero Mesías como rebelde que reúne fuerzas (desierto), ni como clandestino (sótano) (26). Su llegada (cambio de "Mesías" por el Hombre) será manifiesta al cumplirse la destrucción de Jerusalén (27-28).

            Acontecimientos de la época histórica que sigue a la destrucción de Jerusalén (29-31). Conmoción cósmica: figura profética para la caída de un imperio o reino enemigo de Dios (Is 13,10; 34,4; Ez 37,7-8; Jl 3,3; 4,15). Después de Jerusalén, caerán otros regímenes opresores. Sol, luna, divinidades paganas (Dt 4,19); estrellas, potencias, regímenes paganos; la caída de Jerusalén ha sido el principio de los dolores (v.8). Acción del Hombre en la historia: ir derribando a los poderes enemigos del hombre. Cada caída de un régimen opresor es una "llegada" del Hombre, que en él manifiesta su gloria y fuerza. La enseñanza del Hombre (cf. Is 11,12) (30) convocará al Israel mesiánico universal; los perseguidores (cf. Zac 12,10.14) reconocerán el triunfo del Hombre. "Trompeta" para consagrar a los suyos (Is 27,13) de los cuatro vientos (Zac 8,7-8; Dt 30,4). La llegada del Hombre no indica el fin del mundo: es sólo para reunir a los suyos (sus elegidos) que han dado la vida en la persecución suscitada por la proclamación de la buena noticia (v.13).

             Cuestión de la fecha (32-35, cf. v.3). La parábola es la de la viña (21,43; "se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos"). Señal de la inminencia: destrucción (v.15) y esperanza: está a las puertas el momento en que el reinado de Dios se transfiera a otro pueblo (21,43); entrada de los paganos, dentro de la misma generación (cf. 16,28). Inauguración del reinado del Hombre, que se extenderá hasta el fin de la historia (13,41) y dejará paso al reinado del Padre (13,44; 34-35).

             Aquel día (36), el de la reunión con el Hombre en el reino definitivo (v.31); aquella hora, la de la persecución (v.9). La ayuda a los discípulos y su reivindicación están en manos del Padre (cf. 22,44, la reivindicación del Mesías).

              Explica "la llegada" (v.30) (37-41): inesperada para la sociedad como un todo, que sólo piensa en asegurar la continuidad de la vida (comer y beber, casarse) (37-41). Para los discípulos, vigilancia (42-44): Mantenerse despierto indica solidaridad e identificación con la muerte de Jesús (cf. 26,38.40.41): siempre preparados (44) para la hora de la persecución, dispuestos a dar la vida (cf. v.13),

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