sábado, 17 de marzo de 2018

Mt 27,3-10

(Hch 1,18-19)
3 Al ver Judas, el traidor, que habían condenado a Jesús, sintió remordimientos y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y senadores, diciéndoles:
-He pecado, entregando a la muerte a un inocente. 
Ellos le contestaron:
-Y a nosotros, ¿qué? ¡Allá tú!
5Entonces arrojó las monedas hacia el santuario y se marchó; luego fue y se ahorcó.    
6Los sumos sacerdotes recogieron las monedas y dijeron:
-No está permitido echarlas en el tesoro, porque son precio de sangre.
7Y después de llegar a un acuerdo, compraron con ellas el Campo del Alfarero, para cementerio de forasteros. 8Por eso aquel campo se llama todavía hoy «Campo de Sangre». 9Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: « Tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado según la tasa de los hijos de Israel, 10pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había mandado el Señor».

EXPLICACIÓN.

3-10. Remordimiento de Judas. Treinta monedas de plata (26,14-16). La retractación del delator debía poner en cuestión el juicio celebrado antes. Los dirigentes no hacen caso (4), van a llevar adelante el proceso de Jesús. Judas ha sido sólo un instrumento. Su gesto es una 
denuncia. Ejecuta en sí mismo la sentencia (5; cf. 2 Sm 17,23). Los sumos sacerdotes, minuciosos observantes de la Ley (Dt 23,18). El texto citado es de Zac 11,13. Mt lo atribuye a Jeremías (cf. Jr 18,2s; 32,7-9) para ponerlo en paralelo con 2,18: Judas, que representa el pueblo infiel a Dios y al Mesías, corresponde a los hijos de Raquel cuya muerte provoca el amargo lamento.

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