Las
figuras de animales siempre han ocupado un lugar importante en el arte
cristiano en consonancia con el arte del mundo pagano. En los inicios de
la Cristiandad Latina y Bizantina, así como durante el período de total
expansión en la Edad Media, encontramos un gran número de
representaciones de animales no sólo en la escultura monumental sino
también en los manuscritos iluminados, en vidrieras o en tapices.
Existen tres razones que pueden exponerse para explicar esta afición por
la vida animal. La primera, porque brinda una manera sencilla de
expresar o simbolizar un vicio o una virtud, puesto que normalmente la
virtud o el vicio va asociada al animal representado. En segundo lugar,
porque tradicionalmente el uso de formas animales ha sido un elemento
ornamental. Y en tercer lugar, debido al regreso al estudio directo de
la naturaleza por parte de los diseñadores medievales, lo que incluye la
investigación cuidadosa del hombre, los animales inferiores y las
plantas más ínfimas. Las pinturas del primer periodo tal y como las
vemos en las Catacumbas, nos muestran normalmente al cordero acompañando
al Dios Pastor, en representación del alma cristiana durante su vida
terrenal. Las aves aparecen también como simples elementos decorativos
heredados de antiguas pinturas o usadas simbólicamente como en el Arca
de Noé, símbolo de la redención del alma cristiana a través de la
muerte; el pavo real con su antiguo significado de inmortalidad y el
fénix, símbolo de la apoteosis. El símbolo que quizás tuvo más
repercusión fue el Ichthys (pez), el cual se representó desde el siglo
II, basándose en el famoso acróstico: "Jesous Christos Theou Uios Soter"
(Jesucristo Redentor, Hijo de Dios), y de esta manera se convirtió en
el símbolo de Cristo en la Eucaristía. Artísticamente, estas
representaciones son en cierta manera toscas y simples y evidencian la
decadencia del arte pagano de la época, a pesar de que ya se vislumbra
algo de la jovialidad del próximo renacimiento.
Después del reconocimiento de la Iglesia por Constantino, el
Apocalipsis se convertirá en la fuente de la que deriven la mayoría de
los temas decorativos del Arte Cristiano. El cordero pasa a ser el
motivo más importante y sigue manteniendo más o menos el mismo
significado de antes, inclinándose más, quizás, hacia el simbolismo de
Cristo como víctima expiatoria. La paloma es el Espíritu Santo y lo
cuatro animales que San Juan ve en el cielo (Apocalipsis 4, 5) son
utilizados como la personificación de los cuatro Evangelistas. Bajo la
influencia del arte bizantino, una gran variedad de animales fantásticos
como dragones, pájaros con cabeza humana, leones halados, etc. se
entrelazan alrededor de formas decorativas hasta que las guerras del
extranjero y el movimiento iconoclasta acabaron con el intrépido arte de
esta época. A lo largo de los tres siglos siguientes pocas son las
manifestaciones artísticas de interés y sólo encontraremos nuevas clases
de animales en los edificios románicos. Se trata normalmente tanto de
animales fantásticos como de híbridos formados a partir de elementos de
diferentes especies combinados en uno. A menudo, los motivos surgen de
las decoración vegetal y los monstruos se muestran peleando o incluso
devorándose unos a otros. En los tímpanos de las portadas, rodeando al
Cristo glorificado, el león, el buey, el hombre y el águila sostienen
los libros sagrados. Este será el motivo favorito de la escultura de los
siglos XI y XII. En ocasiones, las fauces de una figura monstruosa
señalan la entrada del Infierno que engulle a los pecadores. Con el
inicio del siglo XIII, el arte Gótico producirá las mejores y más
abundantes figuras de animales. En las grandes catedrales y en especial
en las de la Ille-de-France, la escultura alcanzó el nivel más alto de
calidad llegando a ser para nosotros una especie de enciclopedia sobre
los conocimientos de la época. En ellas se muestran ejemplos de todos
los animales conocidos ya sean legendarios o reales. Los “bestiarios”,
populares tratados de historia natural que exhiben una curiosa mezcla de
verdad y error, son profusamente ilustrados en las catedrales en las
tallas de los capiteles, en los alféizares, en los contrafuertes y en la
ebanistería de los casetones. Por ejemplo, nos vienen fácilmente a la
memoria las maravillosas aves de presa, los jabalís, y las formas
felinas de las torres de Notre Dame de París; los pájaros cubiertos con
tapices o los elefantes de Reims; los enormes bueyes de la catedral de
Laon emplazados allí en recuerdo de su paciente servicio durante la
construcción de la Catedral. También son representados los animales
autóctonos, domésticos o salvajes, o los de remotos lugares de la tierra
conocidos únicamente por algunos especímenes. Así, encontramos al león,
al elefante, monos, etc.; animales mitológicos como el unicornio, el
basilisco, el dragón y el grifo. Las criaturas imaginarias también son
habituales, caso de las gárgolas, de las que existe una extensa variedad
que nos hace maravillar de la fecundidad de los artistas de este
periodo. Viollet-le-Duc señaló que no había en Francia dos gárgolas
iguales. Sin embargo, estas figuras irreales se asemejan a la realidad
hasta tal punto que parecen copias fieles de la naturaleza. La carencia
de esculturas modernas equiparables a las medievales, mención aparte de
la copia fiel de las mismas, incrementa el aprecio hacia ellas. El
simbolismo que va unido a algunos animales acostumbra a proceder en su
mayor parte de los “bestiarios”. De esta manera, el león simboliza la
fuerza, la vigilancia y el valor; la sirena, la voluptuosidad; el
pelícano, la caridad. Los cuatros animales que simbolizan las
principales características de cada uno de los cuatro Evangelistas se
fueron convirtiendo cada vez más en un elemento usado para caracterizar
la figura de los propios Evangelistas.
De la misma manera, los santos que no aparecían caracterizados por el instrumento de su martirio, fueron acompañados de animales que les identificaban: San Roque con un perro; San Humberto, con un ciervo; San Jeremías con un león; San Pedro con un gallo, San Pablo el Ermitaño con un cuervo, etc. la Biblia también brinda algunos motivos como el carnero de Isaac, el becerro de oro, o la serpiente impía. El valor artístico de estas producciones, ya sean pintadas o talladas, no puede ser demasiado elogiado o estudiado. Con la llegada del siglo XIV los animales pasaron a ser menos frecuentes en la iconografía. En el siglo XV y XVI se volvieron a utilizar pero más cercanos a la realidad y normalmente de menor tamaño y sin ningún tipo de simbolismo: ratas, serpientes, conejos, caracoles, lagartos, etc. Durante el Renacimiento, los animales fueron casi abandonados, excepto como meros acompañantes de la figura humana. El Arte Cristiano moderno, basándose en su mayor parte en la recuperación de uno u otro periodo artístico del pasado, adopta los símbolos y la decoración del revival sin añadir nada nuevo. Por lo tanto, el estudio de los animales, a pesar de haber añadido valor e interés al arte profano, no produjo resultados dignos de mención en las esculturas y pinturas de las iglesias.
NORTHCOTE AND BROWNLOW, Roma Sotterranea (London, 1870); LUBKE, History of Sculpture (London, 1872); BARBET DE JOUY, Les mosaiques chretiennes (Paris, 1863); BOND, Gothic Architecture in England (London, 1906); VIOLLET-LE-DUC, Dictionnaire raisonne de l'architecture francaise du XI au XVI siecle (Paris, 1858); DE BAUDOT, La sculpture francaise au moyen age et la renaissance (Paris, 1885).
PAUL P. CRET Transcrito por Herman F. Holbrook For M. Patricia Anne Myshrall, 14th December: Ad multos annos. Traducido por Francisco M. Moreno del Valle
Selección de imágenes: José Gálvez Krüger
De la misma manera, los santos que no aparecían caracterizados por el instrumento de su martirio, fueron acompañados de animales que les identificaban: San Roque con un perro; San Humberto, con un ciervo; San Jeremías con un león; San Pedro con un gallo, San Pablo el Ermitaño con un cuervo, etc. la Biblia también brinda algunos motivos como el carnero de Isaac, el becerro de oro, o la serpiente impía. El valor artístico de estas producciones, ya sean pintadas o talladas, no puede ser demasiado elogiado o estudiado. Con la llegada del siglo XIV los animales pasaron a ser menos frecuentes en la iconografía. En el siglo XV y XVI se volvieron a utilizar pero más cercanos a la realidad y normalmente de menor tamaño y sin ningún tipo de simbolismo: ratas, serpientes, conejos, caracoles, lagartos, etc. Durante el Renacimiento, los animales fueron casi abandonados, excepto como meros acompañantes de la figura humana. El Arte Cristiano moderno, basándose en su mayor parte en la recuperación de uno u otro periodo artístico del pasado, adopta los símbolos y la decoración del revival sin añadir nada nuevo. Por lo tanto, el estudio de los animales, a pesar de haber añadido valor e interés al arte profano, no produjo resultados dignos de mención en las esculturas y pinturas de las iglesias.
NORTHCOTE AND BROWNLOW, Roma Sotterranea (London, 1870); LUBKE, History of Sculpture (London, 1872); BARBET DE JOUY, Les mosaiques chretiennes (Paris, 1863); BOND, Gothic Architecture in England (London, 1906); VIOLLET-LE-DUC, Dictionnaire raisonne de l'architecture francaise du XI au XVI siecle (Paris, 1858); DE BAUDOT, La sculpture francaise au moyen age et la renaissance (Paris, 1885).
PAUL P. CRET Transcrito por Herman F. Holbrook For M. Patricia Anne Myshrall, 14th December: Ad multos annos. Traducido por Francisco M. Moreno del Valle
Selección de imágenes: José Gálvez Krüger
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.