martes, 13 de agosto de 2013

LA ESPERA DEL MESÍAS.

La unción de Saúl en un manuscrito iluminado del siglo XV, de André dYpres.
La unción de Saúl en un manuscrito iluminado del siglo XV, de ANdré d´Ypres.

Este deseo de cambio lo compartían muchos judíos, exceptuando a los saduceos. Se simbolizaba en una figura que habían anunciado algunos profetas: el mesías que liberaría del sufrimiento al pueblo de Israel. Este anhelo tomó fuerza en el siglo I, debido a la situación de opresión política que se estaba viviendo bajo la dominación romana en Palestina. Esperaban a un descendiente del rey David, que recuperase la libertad anhelada de aquel momento de esplendor judío.
Mesías viene de la palabra hebrea mashia, que quiere decir «ungido», y hace referencia a los rituales judíos para destacar la importancia de ciertas personas, como reyes, profetas y sacerdotes. El ritual consistía en ungirlas o marcarlas con aceite. La traducción griega de este término es christós, que se aplicó a Jesús y de la que derivan los nombres Cristo, Jesucristo, que quiere decir «Jesús mesías», y por tanto el término cristiano, que quiere decir «seguidor de Cristo». Para los cristianos, Jesús era el mesías con el que se cumplían las profecías y que instauraría el anhelado reino de Dios. Pero hubo otros mesías, tanto en esta época turbulenta del judaísmo como en otras posteriores, y de hecho muchos judíos, aún en la actualidad, siguen esperando que llegue el mesías.

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