El
concepto de alienación (o sus equivalentes enajenación y
extrañación) ha jugado un papel importante en los debates filosóficos
contemporáneos al hilo de una recepción del pensamiento de Marx, en la que, al
mismo tiempo, han quedado iluminadas facetas fundamentales de las filosofías de
Hegel y Feuerbach. Indudablemente, la propia conformación de la
obra de Marx invita y casi exige semejante lectura paralela, pues la génesis
Hegel-Feuerbach-Marx configura un peculiar tipo de pensamiento en torno a la
dialéctica de la emancipación.
I.
CONFIGURACIÓN DE LA TEORÍA DE LA ALIENACIÓN.
1.
Alienación, espíritu e historia. La relación de Marx con Hegel es una
relación ambigua, salpicada de diversos malentendidos. Las referencias expresas
no son muy abundantes. Respecto al problema de la alienación disponemos de las
páginas contenidas en los Manuscritos de París. Ante todo, la
alienación es un proceso necesario del devenir de la historia. Lo
extraordinario de la Fenomenología de Hegel es haber captado la
producción del hombre por sí mismo como un proceso de objetivación,
extrañación y superación de la extrañación. A través de dicho proceso se
da un despliegue real y efectivo del hombre frente a sí mismo como especie, un
despliegue de las facultades de la especie por el que la cooperación de todos
los hombres aparece como resultado de la historia. En resumen, « Hegel, a pesar
de su abstracción, ve en el trabajo el acto por el que el hombre se
produce a sí mismo; en el comportamiento consigo mismo como un ser
extraño, en la activación de su propio ser como algo extraño ve la conciencia
y la vida de la especie en acto de constituirse».
El
límite de Hegel, y ahí radica la crítica de Marx, consiste en que ofrece una
expresión abstracta, lógica y especulativa de este proceso de la historia. La
substancia humana aparece como enajenación del pensamiento, desde la
identificación del ser humano con la conciencia de sí. «Toda la historia
de la extrañación y toda la recuperación a partir de esta se
reduce, por tanto, a la génesis del pensamiento abstracto (o sea
absoluto), del pensamiento lógico-especulativo. De ese modo la enajenación,
que es a lo que propiamente se refieren esta extrañación y su superación,
consiste (...) en (...) la antítesis entre el pensamiento abstracto y la
realidad sensible (o sensualidad real), pero sin salir del pensamiento>.
La
enajenación humana es considerada como enajenación de la conciencia de sí, la
coseidad, producto de su extrañamiento y el saber, forma en que existe la
conciencia, único comportamiento objetivo. Hay un falso positivismo en Hegel,
que si bien descubre que el mundo espiritual es la propia extrañación del
hombre, vuelve a confirmarlo en esa forma extrañada. «Esta superación se
refiere a algo pensado, de modo que la propiedad privada pensada se
supera en los pensamientos morales. Y como el pensanúento se imagina ser
directamente lo distinto de sí, realidad sensible, como tiene su acción
por una acción también sensible y real, también la superación en el
pensamiento, por más que deje intacto su objeto en la realidad, cree haberlo
superado realmente» 2. Marx aboga por el giro epistemológico hacia el naturalismo
consecuente o "humanismo, el único capaz de comprender la historia
universal como acto, la historia como verdadera historia natural del hombre.
Invirtiendo la relación, la conciencia de sí aparece como cualidad de la
naturaleza humana, y frente a Hegel, que considera la coseidad como
extrañación de la conciencia de sí, la objetividad es esencial al 'hombre.
Marx asume la concepción feuerbachiana del hombre como ser real, corpóreo y
objetivo. El proceso de objetivación y extrañación de la especie como el
proceso por el que se constituye el verdadero sujeto de la ,'historia.
2.
Religión, alienación y vida social. Feuerbach
significa para Marx el único discípulo que mantiene una relación seria con la
dialéctica hegeliana. En este sentido, su teoría de la alienación religiosa
marca un importante paso a tener en cuenta por la propia teoría marxiana de la
alienación. No obstante, la influencia de Feuerbach no se ciñe al aspecto de
la crítica a la 'religión que, por otro lado, supone un modelo de análisis
caracterizado por la crítica desfetichizadora que Marx sigue en momentos
importantes de su pensamiento, sino que abarca también aspectos fundamentales
de su estrategia teórica como son el apoyo en una antropología de la finitud
sensible y el giro epistemológico materialista a partir de una crítica del
'idealismo hegeliano.
En
palabras de Marx, el mérito de Feuerbach consiste en: a) Haber demostrado que
la filosoffa no es más que la religión traspuesta en conceptos y así
desarrollada, otra forma y figura de la enajenación del ser humano y por tanto
igualmente reprobable; b) Haber fundado el verdadero materialismo y la
ciencia real, al convertir la relación social del hombre con el hombre en
el principio fundamental de la teoría; c) Haber opuesto a la negación de la
negación, que se pretendía lo absolutamente positivo,
otro positivo basado en sí mismo y fundamentado positivamente por sí mismo'.
Pronto
Marx constata los límites de la propia propuesta de Feuerbach. La versión
feuerbachiana de la relación social del hombre con el hombre, se reduce
al amor y a la amistad. No entra en una crítica de las relaciones sociales
realmente existentes. De ahí resulta una antropología abstracta, del hombre
también abstracto, que Marx considera insuficiente. Feuerbach parte de la
autoenajenación religiosa, del desdoblamiento del mundo en un mundo religioso,
imaginario, y otro real; quiere disolver el mundo religioso en su base terrenal
(cuarta Tesis sobre Feuerbach), pero no penetra en esta base terrenal y
en sus propias contradicciones. En otra expresión, Feuerbach diluye la esencia
religiosa en la esencia humana (tesis 6"), pero no se atiene a esta
esencia real, por lo que hace abstracción de la trayectoria histórica y
presupone un individuo humano abstracto y aislado.
El
mundo de la vida social no es considerado como mero objeto de relación teórica
contemplativa, sino que incluye ineludiblemente un componente subjetivo, activo.
Marx avanza en su propia concepción de la vida social como praxis. Feuerbach
«sólo concibe las cosas, la realidad, la sensoriedad bajo la forma de objeto o
de contemplación, pero no como actividad sensorial humana, no como práctica,
no de un modo subjetivo» (tesis 1 °). « La vida social es, en esencia,
práctica. Todos los misterios que descarrían la teoría hacia el misticismo,
encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de
esta práctica» (tesis 8°).
La
actividad humana prototípica es el trabajo, componente ineludible de la vida
social. Por ello, ya en los Manuscritos de París, dirige su atención a
un primer análisis del fenómeno de la alienación-en el mundo del trabajo.
3.
Alienación del trabajo. El texto
clásico que tiene como centro el concepto de alienación es el conocido como Manuscritos
de Economía y Filosofía, escrito en París en 1844. Allí Marx expone por
vez primera su concepción del trabajo alienado, en una vigorosa y original
síntesis de aspectos de Hegel, Feuerbach y A. Smith. Al hilo de una lectura
crítica de lo que denomina Economía nacional en sus conceptos fundamentales: 'propiedad
privada, distinción entre trabajo,
capital y tierra, distinción entre salario, beneficios y renta;
división del trabajo, competencia, valor de cambio, etc., Marx presenta un
esbozo de sus teorías de la sociedad y de la historia, donde el sujeto adquiere
la forma del trabajador según el modo de producción capitalista, en una
especie de epopeya del sufrimiento humano. No falta en esa concepción, y esto
constituye uno de sus rasgos esenciales, el análisis de la perspectiva de la superación
de la enajenación, como pone de manifiesto el apartado «Propiedad privada
y comunismo».
La
imagen del hombre total, desarrollada en los Manuscritos, remite a
una concepción antropológica presente en la teoría social y económica de la
alienación del trabajo, de manera que resulta difícil separar los aspectos de
la esencia del hombre, su situación alienada en la sociedad capitalista y la
perspectiva de superación de esta alienación en una sociedad comunista futura.
En todo ese desarrollo (esbozo de una filosofía de la historia) subyace una
"antropología de inspiración romántica, basada en el modelo del artista
y la relación entre su actividad y su obra. Al mismo tiempo, esta epopeya
del sufrimiento no deja de ser una visión del trabajo industrial y, a
través de él, de la sociedad moderna, subrayando sus patologías fundamentales
y la vacuidad de todo discurso que no dé cuenta de las mismas. Por eso, la
apertura teórica a un pensamiento del comunismo, tiene como fin encontrar un
marco adecuado en sentido materialista para una perspectiva teórica de la
emancipación. En el desarrollo más pormenorizado del concepto de alienación,
al final del primer Manuscrito, Marx distingue cuatro formas o aspectos
de la alienación del trabajo: las que afectan a) al objeto del trabajo, b) a la
propia actividad productiva, c) a la esencia genérica del hombre, d) a su
relación con otros hombres. Vamos a verlo brevemente.
Desde
la distinción entre objetivación y enajenación, la conversión del
trabajador en mercancía se traduce en que, «el objeto producido por el
trabajo, su producto, se le opone como algo extraño, como un poder
independiente del productor. El producto del trabajo es el trabajo fijado en
un objeto, convertido en una cosa, es la objetivación del trabajo. La
realización del trabajo es su objetivación. Esta realización del trabajo
aparece en un estado de economía política como irrealidad del
trabajador, la objetivación como pérdida del objeto y esclavitud bajo él, la
apropiación como enajenación, como extrañación»'.
El
objeto del trabajo se le convierte a su creador en una existencia
externa, extraña, independiente, ajena, en un poder autónomo frente a él
mismo. Finalmente el trabajador se hace esclavo de su objeto. Marx se hace eco
de la paradoja de que la riqueza creada a través del trabajo tiene como
contrapunto la pobreza y el envilecimiento del trabajador.
La
alienación afecta también al propio acto de la producción. El trabajo
le resulta externo a su propietario, no pertenece a su ser. «Por lo tanto, el
trabajador no se afirma a sí mismo en su trabajo, sino que se niega; no se
siente bien, sino a disgusto; no desarrolla una libre energía física e
intelectual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su mente. De ahí que el
trabajador no se sienta suyo hasta que no sale del trabajo, y en el trabajo se
siente enajenado. Cuando no trabaja, se siente en casa; y cuando trabaja,
fuera»'.
Interpretando
que la alienación del objeto es una pérdida de la relación del hombre con la
naturaleza, y desde la alienación de su propia función activa, se sigue para
Marx que la vida de la especie se convierte para el trabajador en un
medio para la vida individual. «De modo que el trabajo enajenado,
arrebatándole al hombre el objeto de su producción, le priva de su vida de
especie, de su objetividad real como especie, y convierte su ventaja sobre
el animal en su contrario: la pérdida de su cuerpo anorgánico, la naturaleza.
Del mismo modo el trabajo enajenado, al degradar a un medio la actividad propia
y libre, convierte para cada hombre la vida de su especie en medio de su
(individual) existencia física. 0 sea que la enajenación
transforma la conciencia que el hombre tiene de su especie hasta el punto de que
la vida como especie se le convierte en un medio» .
Como
consecuencia de los aspectos anteriores, la propia sociabilidad, la
relación de unos hombres con otros queda también afectada por la alienación.
< Cuando el hombre se opone a sí mismo, se le opone también el otro hombre.
Lo que vale de la relación del hombre con su trabajo, del producto de su
trabajo consigo, vale también de la relación del hombre con el otro hombre,
con el trabajo de este y con el objeto de su trabajo»'.
Con
la enajenación de la sociabilidad, Marx da cuenta de la introducción de una
escisión básica en la sociedad, que muestra la existencia de otro hombre que
es ajeno, hostil, poderoso, y que introduce la autoridad, la coacción y
el yugo. En este sentido, el desarrollo de este aspecto de la alienación ha de
verse en coincidencia con la teoría del poder social extraño, presente
en La ideología alemana y con la caracterización de la falsa
universalidad y racionalidad encanadas en el Estado moderno. Por ello, el
análisis de la alienación encuentra su continuidad en la teoría del
fetichismo de la mercancía, en un capítulo esencial de El
Capital.
4.
El fetichismo de la mercancía.
Con
el fetichismo de la mercancía, Marx pretende explicar el peculiar carácter que
procede de la forma misma de la mercancía, por el que los productos del trabajo
se presentan en el intercambio como poseedores de una igualdad de materialidad
de valor, formando entre sí una relación social, puesto que dichos caracteres
proceden de la igualdad de trabajos y de
las relaciones mismas entre productores respectivamente. Devuelve a los
productores la imagen de los caracteres sociales de su trabajo como si fuese
carácter material de los productos, de manera que las relaciones sociales entre
sus trabajos privados se les aparecen como relaciones materiales entre las
personas y como relaciones sociales entre las cosas. Con todo ello, las formas
de las mercancías se presentan como formas naturales de la vida social y como
inmutables.
Frente
a este aparente carácter natural e inmutable, Marx subraya la procedencia de la
materialidad de valor desde el trabajo humano, y en concreto el tiempo de
trabajo socialmente necesario para la elaboración de los productos del trabajo,
como medida de valor. En ese sentido, los productos del trabajo no son sino expresiones
cosificadas del trabajo humano gastado en su producción.
Marx
se apoya en los descubrimientos de la Economía política sobre la magnitud de
valor y el contenido oculto en la forma de la mercancía; pero, a diferencia de
aquella, señala que el fetichismo propio de la forma mercancía pertenece a una
determinada formación social en la que el proceso de producción domina a los
hombres y se impone a la conciencia como una necesidad natural, por eso vincula
la caída del velo místico nebuloso con que aparece la mercancía a un proceso
social de la vida, producto de hombres libremente puestos en sociedad y que lo
someten a su control consciente bajo un plan.
II.
LUGAR Y VALIDEZ ACTUAL DE UNA TEORÍA DE LA ALIENACIÓN.
1.
Alienación, ciencia y dialéctica.
En
el desarrollo del marxismo del siglo XX, el problema de la alienación ha jugado
un importante papel en cuanto, por un lado, ha puesto de manifiesto los aspectos
antropológicos subyacentes y presentes en otros temas más clásicos del
pensamiento de Marx, como la concepción de la historia o la teoría de la
plusvalía; por otro lado, plantea el problema de la articulación del indudable
discurso científico de Marx con su faceta igualmente destacable de pensamiento
de la emancipación. En torno a la recepción de uno u otro aspecto se han
configurado buena parte de los más destacados intérpretes del marxismo. Cabe
ahora recordar dos figuras representativas de esa recepción.
Al
principio de los años 20, Lukács presenta una de las interpretaciones más
originales y de mayor influencia, al hilo de una lectura que subraya los
aspectos metódicos del marxismo, interpretado como prolongación de la
dialéctica hegeliana y heredero de su polémica antidualista y antiformalista
con el kantismo, entendido ahora como prototipo de la moderna filosofía
burguesa. En ese contexto, el análisis del fetichismo de la mercancía es
reconocido por Lukács como un aspecto focal de la crítica al formalismo
inherente a las formas de objetividad y subjetividad de la sociedad burguesa. A
través de ello, Lukács reconoce el lugar central de la teoría de la enajenación
presente en la concepción de Marx, lo que tiene el mérito añadido en el
hecho de que por esa fecha no se hubieran publicado los
Manuscritos de París.
En
los años sesenta, Althusser se constituyó en el centro de una de las polémicas
teóricas de mayor impacto de las últimas décadas, al proponer una lectura
antihumanista del marxismo que subrayaba su lado científico y, por tanto, su
incompatibilidad epistemológica con un discurso antropológico centrado en el
tema de la alienación, como múltiples intérpretes de la época (E. Fromm
entre ellos) venían a proponer. En apoyo de esa incompatibilidad
epistemológica, Althusser propone una lectura de la génesis histórica de la
conformación del discurso de Marx como discurso prototípico que ha de dejar
atrás, por medio de una ruptura epistemológica, la etapa humanista y
antropológica, una de cuyas manifestaciones más propias sería la de la
teoría de la alienación formulada en los Manuscritos de 1844.
2.
Alienación y teoría crítica. En la
reflexión teórica más reciente sobre la problemática de la alienación, en
cualquier caso, se tiende a reconocer el lugar central que esta problemática
ocupa en el pensamiento de Marx. Desde la perspectiva de un planteamiento de
Teoría crítica, A. Honneth ha vuelto sobre el problema de la peculiaridad del
marxismo, no reconociendo que esta consista ni en una determinada tesis
sociológica, ni en un peculiar método ~o una forma de ruptura epistemológica,
sino en una perspectiva filosófico-histórica en la que se analiza la
evolución social desde la lucha por el reconocimiento'. En ese sentido, el
paradigma del marxismo tendría como concepto central el de trabajo social, como
el único que permite una peculiar estructura que vincula análisis de la
sociedad con teoría de la emancipación, y en el que la teoría de la
alienación permite un diagnóstico
crítico normativo de la época. El concepto de trabajo social se
presenta como condición constitutiva y decisiva de la sociedad, encerrando,
además, un significado emancipatorio, vinculado fundamentalmente al componente
expresivo inherente al mismo, y que Marx habría formulado en una inspiración,
vía Hegel, en las teorías del romanticismo sobre la actividad del artista.
Precisamente, los intentos contemporáneos de crítica salvadora del marxismo
presentan la desventaja, frente al paradigma criticado, de que no logran una
articulación entre los aspectos teórico-analíticos y práctico-emancipatorios
peculiares a su estructura. La base de ese fracaso radica en no haber
encontrado (en sus propuestas alternativas de teoría de acción colectiva,
teoría de la cultura y teoría del poder) un sustituto del trabajo social que
permita dar cuenta de esa doble dimensionalidad.
Por
su parte, J. Habermas ha planteado la contextualización del concepto marxiano
de alienación en la problemática de la praxis. Desde la
vinculación entre actividad productiva y racionalidad, la praxis es entendida
como el motor de la autogeneración de la especie y encierra tres aspectos, el
primero de los cuales es el estético-expresivo, caracterizado por la
autorrealización creadora, la actividad autónoma. Se apoya en el modelo
normativo de la exteriorización y reapropiación de las fuerzas propias,
interrumpido por el trabajo alienado. En segundo lugar, la praxis incluye un elemento
moral, presente en el análisis de la autorrealización del capital en el
proceso de intercambio de la fuerza de trabajo por salario. Por último, en
cuanto actividad crítico-revolucionaria, se refiere a la acción
histórica autoconsciente con que los trabajadores rompen el hechizo del trabajo
muerto y se apropian de las fuerzas esenciales.
Las
dificultades teóricas que determinados contenidos tienen para mantenerse
proceden, con relación al aspecto estético-expresivo, en el alejamiento de
este modelo por parte del trabajo industrial, y por la no explicación de la
conexión entre la racionalidad con arreglo a fines y la racionalidad como
actividad autónoma. La autorrealización de capital se basa en la oposición
abstracta entre trabajo muerto y trabajo vivo, que no da cuenta de la
diferenciación estructural entre sistema económico y Estado. Por último, la actividad
crítico-revolucionaria se apoya en una teoría de la revolución que opera
una desfiguración de relaciones sociales muy complejas.
Dadas
las dificultades que afectan al concepto de praxis, a juicio de Habermas no es
posible seguir manteniendo una teoría de la alienación en los términos
planteados por Marx. Praxis y alienación se insertan en el paradigma de la
producción y, por tanto, dentro de la filosofía del sujeto, dominada por la
presencia del modelo de relación de sujeto y objeto, cortada bajo el patrón de
la relación objetivante con la naturaleza. Para dar cuenta de otras dimensiones
de la racionalidad que no sean la meramente instrumental, es preciso dar paso al
paradigma de la comunicación, en el que sería posible una explicación de la
distinción entre reglas técnicas y reglas sociales. Ya desde ese modelo, el
análisis de las relaciones entre Mundo de la vida y Sistema permite una
especie de reformulación de la teoría de la alienación, ahora en términos de
colonización del mundo de la vida.
III.
CONSIDERACIONES PARA LA PRAXIS.
La
crisis general del marxismo en las últimas décadas ha afectado también al
concepto y a la teoría de la alienación, cuyo aspecto de análisis
científico-empírico, vinculado a una teoría de la sociedad, ha sido a menudo
cuestionado desde el punto de vista económico. Por su parte, el aspecto de
crítica a la sociedad burguesa encerrado en la alienación del trabajo, ha
perdido parte de su aguijón crítico, certeza y dramatismo, en cuanto las
nuevas formas del trabajo y el Estado de bienestar pudieran amortiguar, en
parte, los aspectos más escandalosos de la situación del trabajador del siglo
XIX descrito por Marx. Por otro lado, el nuevo lugar del tiempo de ocio y el
enorme desarrollo del desempleo en las sociedades occidentales también ha
coincidido en debilitar el aspecto negativo de la explotación del tiempo de
trabajo subrayada por Marx. Las patologías de la sociedad moderna tienden a
pluralizarse y ya difícilmente pueden todas ellas hacerse derivar, en última
instancia, de la procedente del mundo del trabajo. Todo ello ha contribuido a
restar centralidad al potencial crítico, tanto teórico como práctico, de la
teoría de la alienación.
Por
otra parte, la teoría de la alienación de Marx se apoya en una antropología
del hombre rico, total que, como modelo normativo, no ha dejado de tener
presencia renovada en la filosofía contemporánea, por ejemplo en la
contraposición entre ser y tener, desarrollada por E. Fromm. Hay una
referencia histórica, en esa teoría, al romanticismo de autores como Herder,
como han hecho notar I. Berlin o C. Taylor. En ese sentido, la teoría de la
alienación viene a plantear una reflexión sobre el concepto de persona, en
cuanto propone un modelo de hombre antípoda del desarrollado por la sociedad
burguesa, dominada por el homo
economicus.
VER:
Capitalismo y
neocapitalismo, Colectivismo, Ideología, Opresión, Religión.
BIBL.:
ALONSO OLER M., Alienación. Historia de una palabra, Instituto de
Estudios Políticos, Madrid 1974; ALTHUSSER L., La revolución
teórica de Marx, Siglo XXI, México 1967'5; FEUERBACH L., la
esencia del cristianismo, Sígueme, Salamanca 1975; ID, Tesis
provisionales para la reforma de la filosofia. Principios de la filosofía del
futuro, Labor, Barcelona 1976; FROMM E., Marx y su concepto de
hombre, FCE, México 1975; HABERMAS J., El discurso filosófico de
la modernidad, Taurus, Madrid 1989; HEGEL G. W. F., Fenomenología
del espíritu, FCE, México 1978; HONNETH A., Lógica de la
emancipación. El legado filosófico del marxismo, Debats 37 (1991)
63-69; LuKf,CS G., Historia y consciencia de clase. Estudios de
dialéctica marxista, Grijalbo, México 1969; MARX K., Manuscritos
de París. Anuarios francoalemanes. 1844 O.M.E. 5, CríticaGrijalbo,
Barcelona 197$; In, El Capital. Crítica de la economía política.
Libro J (2 vols.), O.M.E. 40 y O.M.E. 41, Crítica-Grijalbo,
Barcelona 1976; MESZAROS L, La teoría de la enajenación en Marx, Ed.
Era, México 1978; POPPITZ H., El hombre alienado, Sur, Buenos
Aires 1971; PRIOR A., La libertad en el pensamiento de Marx, Universidad
de MurciaUniversitat de Valencia, Valencia 1988.
A.
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