Americanismo,
como noción de teología e historia de
la Iglesia, tiene dos significaciones conexas, pero no idénticas: una dogmática
y otra histórica.
1.
Dogmáticamente, es una teoría
abstracta, esbozada y condenada por el papa León xiii en su carta Testem
benevolentiae, del 22 de enero de 1899, al cardenal James Gibbons de
Baltimore -EUA - (ASS 31, 1898-99, 470-479; cf. Dz 1967-1976). La doctrina del
americanismo tiene por objeto las relaciones entre el catolicismo y su contorno
cultural. Siguiendo el esquema de la mentada carta apostólica, puede resumirse
así: No basta modificar la vida católica según las necesidades de] tiempo; la
misma doctrina católica debe ponerse en armonía con el ambiente secular, no
insistiendo en dogmas poco agradables o impopulares, aunque no se los niegue.
Además, las autoridades de la Iglesia deben, en principio, abstenerse de usar
con demasiada fuerza de su autoridad sobre los fieles, a f~n de dejarles mayor
libertad de pensamiento y acción de acuerdo con su propia mentalidad. Este
principio se sigue del hecho de que un predominio de la autoridad impide que el
individuo busque la perfección apostólica; pero a ésta debe aspirar cada uno
de acuerdo con su estructura espiritual y bajo e] influjo de] Espíritu Santo,
que obra hoy más activamente que antes sobre el individuo. Las virtudes
naturales son más importantes que las sobrenaturales, pues fomentan e] obrar
activo. En e] pasado, las virtudes pasivas, ta] como las cultivaron las antiguas
órdenes religiosas, respondían a su tiempo; pero hoy las virtudes activas
responden mejor a las necesidades de] catolicismo. De hecho, la vida religiosa,
basada en los votos tradicionales, no está conforme con el tiempo, pues los
votos matan la libertad necesaria para la moderna vida cristiana. Consiguiente-
mente, las antiguas órdenes religiosas contribuyen poco, o nada, a la vida católica
actual. Finalmente, e] apostolado católico entre los no católicos debe buscar
otros caminos y abandonar los métodos del pasado. Ta] es el americanismo dogmático,
según fue esbozado por e] documento papa], que lo condenó como dogmática e
históricamente falso.
2.
El americanismo como fenómeno histórico
concreto pertenece a una polémica
dentro del catolicismo de] s, xix, que culminó en la mentada carta papal. Esta
carta menciona a Isaac Hecker (1819-88), que fundó (en 1859) la Congregatio
S. Pauli para la conversión de los protestantes al catolicismo por medio de
un apostolado adaptado, todo lo posible, al tiempo actual. Poco después de su
muerte, uno de sus secuaces, Walter Elliot CSP, publicó su biografía: The
Lifeof Father Hecker (NY 1891).
Independientemente de Hecker, la Iglesia católica de Norteamérica se
enfrentaba con un gran problema. La inmensa mayoría de los católicos eran
inmigrantes de Europa; un grupo, sobre todo entre los irlandeses, querían
hacerse americanos por medio de una total adaptación.
Tres
obispos eran sus campeones: e] cardenal James Gibbons (1834-1921). el arzobispo
John Ireland (1838-1918) y el arzobispo John Keane (1839-1918). Entre los
alemanes, por lo contrario, se mostraba un constante empeño en mantener a los
inmigrantes católicos en enclaves étnicos. La disputa terminó finalmente en
el s. xx con la victoria de los americanizantes.
En
Francia hubo un conflicto de otra especie. Los monárquicos católicos defendían
una actitud tradicional ante el estado y la cultura, mientras los republicanos
católicos abogaban por una adaptación a la nueva situación. Tanto los
americanizantes de EE. W. como los republicanos de Francia hacían de Hecker símbolo
de su causa. El año 1897 Louise de Guérines tradujo al francés su biografía,
y el abate Félix Klein, profesor del «Institut Catholique», le añadió una
introducción en que tomaba posición en su favor. La traducción francesa y su
introducción movieron a los adversarios de los republicanos a dar el mote de «americanismo»
a los fines prácticos de éstos y construir, por medio de exageraciones, una
teoría teológica. Hubo ásperos debates y se pidió la intervención de Roma.
La respuesta romana fue la carta a Gibbons, cuya introducción y conclusión
proceden de León xlil mismo; pero la parte principal fue obra de los cardenales
Camillo Mazella y Francesco Satolli. En América la carta produjo dolorosa
confusión. El cardenal Gibbons escribió al papa: «Esta doctrina que yo
califico, con toda reflexión, de extravagante y absurda, este
"americanismo", como se lo ha llamado, no tiene nada de común con las
intenciones, esperanzas, doctrina y conducta de los americanos. No creo pueda
encontrarse en todo el país un obispo, un sacerdote, ni siquiera un laico, con
algún conocimiento de su religión, que haya expresado jamás tales
monstruosidades. No, nuestro americanismo no es eso, no lo fue nunca, ni lo será
jamás» (Ellis lr, 71). Históricamente, el americanismo fue lo que,
posteriormente, el abate Klein llamó una hérésie fantóme. Como
advertencia contra el «espíritu del mundo», tiene una importancia objetiva y
permanente (--> acomodación, -> modernismo, -> secularización, ->
reforma eclesiástica, movimientos de).
Gustave
Weigel
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