Doctrina
teológica que intenta expresar la situación en que se encuentra la naturaleza
humana asumida por el Verbo en la encarnación, según la cual dicha naturaleza
no tiene un principio de subsistencia personal en sí misma (hipóstasis), por
lo que es anhipostática, al estar unida a la hipóstasis del Verbo y al
subsistir por tanto en ella enhipostáticamente.
1.
El término enhipóstasis fue introducido en el s. VI para poner de relieve el
problema teológico que había dejado abierto la síntesis dogmática de
Calcedonia: la unión hipostática de las dos naturalezas. En este contexto lo
empleó por primera vez Leoncio de Bizancio (Contra Nest. et Eut. : PG 86,
1277D) para superar el principio tanto de los nestorianos como de los
monofisitas, según el cual ninguna naturaleza está sin hipóstasis,
introduciendo una noción nueva: la de “subsistencia en» (enllypóstaton}.
Este concepto fue precisado luego teológicamente por su contemporáneo Leoncio
de Jerusalén :
«
En los últimos tiempos el Logos, habiendo revestido de carne su hypóstasis y
su physis, que existían antes de su naturaleza humana y que, antes de los
mundos, estaban sin carne, hipostatizó su naturaleza humana en su hipóstasis»
(Adv. Nest. 5, 28: PG 86,
1748D). El concilio Constantinopolitano II (553) hizo suya esta
interpretación, hablando de la unión del Verbo con la humanidad «según
subsistencia “ (kata hypóstasin), subrayando al mismo tiempo cómo el hecho
de que la naturaleza humana se «enhipostatizase» en el Logos no impide a sus
acciones y energías ser plenamente humanas. Esta postura inspiró las
reflexiones metafísicas de la escolástica sobre el dogma de la encarnación (cf.,
por ejemplo, santo Tomás, S. Th. 111, q. 2, a. 3).
2.
Algunos teólogos contemporáneos, como por ejemplo Schoonenberg, han hablado
a propósito de esta doctrina del peligro de una «despersonalización de la
humanidad de Jesús », llegando a sostener que habría que decir más bien que
es la naturaleza divina la que existe «anhipostáticamente» en la persona
humana de Jesús. La Congregación para la doctrina de la fe, con la Declaración
Mysterium Filii Dei del 22 de febrero de 1972, rechazó estas posiciones (cf. n.
3). Por su parte, otros teólogos, como W Kasper, refiriéndose al
Constantinopolitano II y a la afirmación de santo Tomás de que «Verbum caro
factum est, id est homo; quasi Verbum personaliter sit homo» (Quaest. disp. De Unione Verbi
Incarnati, a. 1), intentan interpretar dinámicamente la ontología
de la encamación, mostrando que en la persona del Verbo llega a su plena
personalización la humanidad de Jesucristo.
P.
Coda
Bibl.:
M. MUller - A. Helder Persona, en SM, Y 444-456: A. Milano, Persona ill teologia,
Nápoles 1984, 189-207
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