martes, 15 de octubre de 2013

Alumbrar.

A. Verbo
<oÆr (r/a
, 216), «ser luz, rayar (despuntar) el alba, alumbrar, encender». Este verbo se encuentra también en acádico y cananeo. Aunque el vocablo acádico urru significa «luz», por lo general se refiere a «día».
<oÆr quiere decir «rayar el alba» en Gn 44.3: «Cuando rayó el alba, fueron despedidos los hombres con sus asnos». El término significa «alumbrar» en Nm 8.2: «Las siete lámparas deberán Alumbrar hacia la parte delantera del candelabro».
B. Nombres
<oÆr (r/a
, 216), «luz». El primer caso de <oÆr está en el relato de la creación: «Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz» (Gn 1.3). En este caso, la «luz» es lo contrario de «tinieblas». La contraposición de «luz» y «tinieblas» no es un fenómeno aislado. Aparece a menudo como un mecanismo literario: «¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!» (Is 5.20); también: «Y bramará sobre él en aquel día como bramido del mar: entonces mirará hacia la tierra, y he aquí tinieblas de tribulación, y en sus cielos se oscurecerá la luz» (Is 5.30). Varios antónimos de <oÆr se usan en hebreo en construcciones paralelas: «El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz: los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos» (Is 9.2).
<oÆr significa básicamente «el amanecer» (cf. Gn 1.3). Según la forma de pensar de los hebreos, el «día» comenzaba al salir el sol: «Es como la luz matutina cuando sale el sol en un amanecer sin nubes; es como el resplandor tras la lluvia que hace germinar la hierba de la tierra» (2 S 23.4). La luz de los astros también se conocía como <oÆr: «Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor, como la luz de siete días, el día en que vendare Jehová la herida de su pueblo, y curare la llaga que Él causó» (Is 30.26).
Metafóricamente, <oÆr significa la vida en contraposición a la muerte: «Porque has librado mi vida de la muerte y mis pies de la caída, para que ande delante de Dios en la luz de la vida» (Sal 56.13). Andar en el «resplandor» del rostro de un superior (Pr 16.15) o de Dios (Sal 89.15) expresa una vida gozosa y bendecida con una calidad de vida más intensa.
El creyente tiene la seguridad de la «luz» de Dios aun en períodos de dificultad; cf. «Tú, enemiga mía, no te alegres de mí. Aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, el Señor será mi luz» (Miq 7.8 nrv; cf. Sal 23.4).
En la Septuaginta <oÆr se traduce de muchas formas, de las cuales la más frecuente es phos («luz»).
El nombre <uÆr significa «brillo». El término aparece poco y una vez en Is 50.11: «He aquí que todos vosotros encendéis el fuego y prendéis las antorchas. ¡Andad a la luz de vuestro propio fuego, y de las antorchas que habéis encendido!» (rva).
<oÆrah se refiere a «luz», como en Sal 139.12: «Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día. Lo mismo te son las tinieblas que la luz».
Ma<oÆr también quiere decir «luz». Este nombre se encuentra unas 20 veces. En Gn 1.16 ma<oÆr aparece más de una vez: «E hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para dominar en el día, y la lumbrera menor para dominar en la noche. Hizo también las estrellas» (rva).

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