miércoles, 30 de abril de 2014

Blanqueado.

Para blanquear paredes, por lo general se usaba un líquido formado por agua y
una cierta cantidad de lejía o algo semejante.  En la antigüedad la gente común
no blanqueaba las paredes de sus casas como lo entendemos hoy, sencillamente
las cubrían con argamasa o barro por dentro y por fuera; la de clase superior
empleaba estuco blanco, o las pintaban.  La palabra "blanquear", o sus
equivalentes, aparece en la Biblia como traducción de los siguientes términos:
1. Heb. tafal, "cubrir [recubrir]", "embarrar [enlodar]".  En Job 13:4, donde
la RVR dice "Fraguadores de mentira", se usa esta palabra, y la oración se
podría traducir: "Porque cubrís la verdad con mentira". 2. Heb. tajîm tâfêl,
"dar una mano de blanqueo".  La RVR traduce esta frase por "lodo suelto"; se
refiere a blanquear algo de alguna manera, aunque la expresión hebrea no
implica el blanco (Ez. 13:10, 11, 14, 15; 22:28).  Otro término de esta
familia: tîaj (Ez. 13:12). 3. Gr. koniáÇ, equivalente a la palabra española
"blanqueo", se usa con este mismo sentido en escritos seculares.  En uno de sus
discursos, Jesús se refirió a ciertos sepulcros blanqueados, cuya apariencia
exterior disimulaba la podredumbre de su contenido (Mt. 23:27).  Pablo le dijo
al sumo sacerdote Ananías que era una "pared blanqueada" (Hch. 23:3).  La
vestimenta sacerdotal, símbolo de santidad, servía para darle una apariencia de
santidad a un corazón malvado.

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