sábado, 31 de mayo de 2014

Cena.

       La palabra latina cena, que nosotros empleamos en la misma forma, designa la comida principal servida por la tarde, una vez terminado el trabajo cotidiano de los comensales, y que podía prolongarse a lo largo de la velada. La tradición cristiana reserva el término para la última vez que comió Jesús con sus discípulos antes de morir, cuando instituyó la Eucaristía *. Según los evangelios sinópticos*, esta comida, que reunió a los doce apóstoles alrededor del Maestro, en la cámara alta, o cenáculo*, de una casa amiga de Jerusalén, se preparó para el banquete ritual de la Pascua* judía (1).

     En estos mismos textos, todo invita a creer que el hecho tuvo lugar inmediatamente antes de la noche en la que Jesús fue arrestado y el día en que fue crucificado, que era "la víspera del sábado (2)", esto es, un viernes. Eso significa que habría que fijar el momento de la Cena el jueves por la tarde, cuando habría comenzado, al ponerse el sol, el "primer día de los ázimos (1)"; la liturgia cristiana, cuya principal fuente de inspiración no es precisamente la cronología, ha conservado esta fecha.

    No obstante, algunos pasajes del cuarto evangelio no parecen concordar con estos datos. Cuando Judas deja la mesa de la Cena para llevar a cabo su traición, Juan observa que algunos de los testigos creen que se le ha encargado comprar todo lo necesario "para la fiesta (3)", lo que supondría que la fiesta legal de los ázimos no había comenzado todavía. Más tarde, cuando Jesús es arrestado delante de Pilatos por Caifás y sus cómplices, éstos no entran en el pretorio por no incurrir, al entrar en casa de un pagano, en la impureza legal que les prohibiría "comer la Pascua (5)", víspera ese año del sábado, que reviste por tanto una excepcional solemnidad: "un gran día" en efecto si es el primero de la fiesta de los ázimos.

    Numerosas y matizadas hipótesis explican esas contradicciones aparentes. Los descubrimientos y trabajos más recientes revelan que entre las diversas sectas que florecían a comienzos del s.I se encontraban en uso varios calendarios  que fijaban de manera diferentes la celebración de la Pascua. Los fariseos y saduceos en concreto han podido seguir un calendario que preveía la comida pascual un día más tarde; mientras que Jesús y los apóstoles habrían optado por uno, Caifás y sus gentes lo habrían hecho por otro. En los manuscritos del Mar Muerto, fechados aproximadamente en esta época, aparece incluso un calendario según el cual el día 15 de cada mes era un miércoles. Esta opción, que se encuentra en documentos de tendencia esenia, de la que no se libraba probablemente Juan el Bautista y sus discípulos, que luego serían de Jesús, hace que sea un miércoles el "primer día de los ázimos" (15 de nisán*): comenzaba la víspera, es decir el 14 de Nisán por la tarde, momento en el que la Ley* ordena que se haga la comida ritual de la Pascua (6). No es por tanto imposible que la Cena, como pensaba ya san Epifanio (s. IV-V) entre otros comentaristas antiguos, tuviera lugar en la tarde del martes; eso invitaría a repartir entre el miércoles y el jueves los episodios del proceso de Jesús, crucificado el viernes en todo caso.

    El que los evangelios sinópticos sacrificaran los detalles de la cronología para poner de relieve las fases esenciales del drama no quitaría nada a la calidad de sus testimonios. Cualquiera que fuera su fecha exacta dentro de la semana pascual, la Cena eucarística que atestiguan inaugura la Pascua de la nueva Alianza*, igual que la comida ritual marcaba la Pascua antigua: la inmolación simbólica del cordero cuya sangres salvó a los hijos de Israel (7) cede el lugar al sacrificio de Jesús del que no era sino imagen.

1 Mt 26,17; Mc 14,12; Lc 22,7 / 2 Mc 15,42; Lc 23,54; cf. Jn 19,31 / 3 Jn 13,29 / 4 Jn 18,28 / 5 Jn 19,14 y 31 / 6 Ex 12,6-11ss / 7 Ex 12,7 y 13,22 y 23.

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