miércoles, 23 de julio de 2014

LA PESTE, INSPIRACiÓN DE BOCCACIO



Boccacio, junto con Dante y Petrarca, es uno de los escritores más famosos del panorama literario de todos los tiempos. Puede considerársele como el primer novelista moderno, aunque por su nacimiento nada hacía presagiar que su destino fuesen las letras y no el comercio como quería su padre. 

Este gran narrador italiano nació en París, hacia 1313, y gracias a los poderosos Bardi, pudo estudiar y formarse con los mejores maestros del momento. Eso de ser escritor le parecía al padre de Boccacio una soberana tontería, alejada por completo del sentido práctico de la vida por lo que decidió que marchara a Nápoles. Fue una precaución inútil porque en esta ciudad encontró el joven escritor a intelectuales de gran talla que le afirmaron en su vocación. 

Allí se dedicó a escribir poesía y relatos cortos y allí también encontró a María D'Aquino, hija natural del rey Roberto, que se convirtió en su musa y a la que cantó en muchos de sus poemas bajo el nombre de Fiammeta. Siempre la amó, pero dejó de verla cuando en 1340 regresó a Florencia. 

En 1348 la peste llegó a esta ciudad y la llenó de cadáveres ante el espanto de todos sus habitantes. Este hecho dejó una huella profundísima en Boccacio que vio morir a su propio padre y que, a su vez, sería la inspiración de su obra más universal: el Decamerón. 

Con un grupo de amigos se refugió en el campo, huyendo de la epidemia. Todos habían perdido a alguien, allegados, parientes, amigos ... y para mitigar el dolor y el temor se dedicó a escribir historias que levantasen el ánimo conturbado de cuantos allí estaban. Así nació el Decamerón. Se trata de cuentos, narrados en diez jornadas, que cuentan siete damas y tres caballeros que, que como ellos mismos, están en el campo para escapar de la Florencia infectada por la peste. 

Boccacio ofrece en esta obra un fresco admirable de su época, que refleja la necesidad y la alegría de vivir, ante un presente lleno de muerte y destrucción. Entre los 100 cuentos los hay de tipo erótico, de enseñanzas morales, de historias que él había oído y otras picarescas con un agudo sentido de humor. 

Esta obra se convirtió en una de las preferidas por la burguesía europea, pero la Iglesia no tardó en tildarla de licenciosa. Boccacio continuó escribiendo novelas como Filoloco, Ninfale fiesolano 0 II Corbaccio, esta última de inspiración moral. También escribió obras en latín como la magnífica De genealogiis deorum gentilium, De clariis mulieiribus y De casibus virorum ilustrium, lo que puede darnos idea de su cultura. 

Como tantos otros grandes artistas, Boccacio murió pobre y solo. Sus últimos años estuvieron rodeados de penalidades, padeció enfermedades y la muerte de su hija le hundió en la tristeza. Retirado en Certaldo murió a los 62 años.

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