miércoles, 9 de julio de 2014

Querubicón

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El modo cómo se ha hecho la Gran Entrada a la Liturgia
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Divina ha cambiado a través de los siglos. Un elemento de su cambio se halla en el modo en que se ha cantado el Troparión cuando el clérigo mueve el pan y vino a la mesa del altar. Por cerca de mil quinientos años, la Iglesia ha estado cantando el Himno Querúbico o Querubicón en el momento de la Gran Entrada (Nosotros que representamos místicamente al querubín…). Este Troparión fue introducido por el emperador Justiniano II en el siglo VI en Constantinopla. Es necesario recordar que, en la Gran Entrada, lo más importante que sucede es una acción: la “reunión” o transferencia del pan y vino (dones) a la mesa sagrada. En la liturgia casi todas las “acciones” están acompañadas del cántico o cantar de oraciones e himnodia litúrgica. A la entrada con el libro del Evangelio, por ejemplo, cantamos “Vengan, vamos a adorar”. Y cuando el clérigo hace su entrada al Lugar Alto detrás del altar, cantamos el Trisagio. Así es posible decir que en la liturgia hay primero “acciones” y luego tenemos el canto litúrgico para acompañar estas acciones. Por lo tanto, cuando Justiniano introdujo el Querubicón a la Liturgia Divina en el momento del movimiento de los dones a la mesa sagrada, él estaba sólo siguiendo una norma litúrgica establecida.
Sin embargo, es importante notar que el Querubicón no se canta hoy día del mismo modo que se cantaba en el siglo VI. Como ya hemos dicho, en la Iglesia primitiva el canto antifonal era muy popular. Por si lo hemos olvidado, el canto antifonal es una herramienta que se usa en la reunión litúrgica que invita y alienta a los presentes a ser parte del servicio cultual; en esencia, se necesitan dos coros. Cada coro canta, por turno, un verso o Troparión de un salmo. El coro luego termina con un estribillo común de modo que toda la congregación pueda cantar sola. Se cree que poco después de su introducción en la liturgia, el Querubicón se cantaba antifonalmente. El estribillo común que cantaba el pueblo era el triple “aleluya”, que está todavía presente hoy día al final del Troparión.
Como podemos ver, el Querubicón se cantaba en forma muy diferente hace muchos años atrás. Pero, ¿por qué es eso así? Bien, para contestar esta pregunta necesitamos entender mejor la magnitud de la acción---la reunión física del pan y el vino, así como las cosas necesarias para su consagración como el Cuerpo y la Sangre de Cristo---que se realizó al momento de la Gran Entrada. En el siglo VI el proceso de reunir todos los elementos necesarios para la consagración de los dones era mucho más complicado que lo es hoy día. No era un simple movimiento del clérigo con los dones desde la puerta norte del diácono hasta las puertas reales como lo hacemos hoy día. En el siglo VI muchos bautizados cristianos traían a la Iglesia pan, el cual se usaría en la consagración de los dones. A los diáconos se les asignaba la tarea de reunir y guardar dichos panes. También, todos los útiles necesarios para la consagración de los dones, tales como cálices, cucharas y cuchillos, se guardaban en un edificio separado y necesitaban también ser reunidos. Por lo tanto, era la tarea de los diáconos reunir todas esas cosas, presentarlas al sacerdote celebrante, y luego colocarlas sobre el altar. Para hacerlo aún más complicado, todo esto se realizaba no en una iglesia con 75 ó 100 miembros, sino en una enorme catedral con miles de miembros. Así, podemos ver que probablemente este proceso tomaba un largo tiempo! Es por esta razón que el Querubicón se cantaba de modo muy diferente al de la actualidad.

Traducido por Luz María Hernández Medina
Selección: José Gálvez Krüger

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