lunes, 4 de agosto de 2014

Siguanaba

Ilustración de la Siguanaba.
La Siguanaba (también llamada Sihuanaba, Siguamonta, Cigua, Cegua y Chuca) es un espectro del folclor centroamericano que, según la tradición popular, se les aparece a hombres trasnochadores o infieles en la forma de una atractiva mujer desnuda o semidesnuda, pero con el rostro oculto. Cuando los hombres se le acercan, la fantasmagórica mujer les muestra su faz, que resulta ser la de un caballo (o la de una calavera en algunas variantes), por lo que termina enfermándolos, enloqueciéndolos o matándolos del susto.
Se cree que el mito pudo haber sido introducido en el Nuevo Mundo por los españoles durante el período colonial, quienes lo habrían usado para ejercer control sobre las poblaciones indígena y mestiza de la región.

Descripción del espectro

Según los relatos populares, la Siguanaba se aparece como una atractiva mujer desnuda o vestida con un camisón blanco translúcido, casi siempre de espaldas a su víctima. Se la ve usualmente bañándose en tanques públicos, pilas, ríos u otras fuentes de agua artificiales o naturales, aunque también puede estar lavando ropa. Suele seducir a los hombres que salen a la calle durante las noches oscuras y sin luna, a quienes desvía de su camino para finalmente hacerlos caer de algún precipicio.
En Guatemala, la Siguanaba se presenta como una hermosa mujer de pelo largo y muestra su rostro hasta en el último momento, cuando se revela que es el de un caballo o un cráneo humano. La víctima es generalmente un hombre infiel, quien, si no muere del susto, se vuelve loco. En ocasiones el espectro puede adquirir la apariencia de la novia de un hombre para engañar a este y apartarlo de su camino.
A veces también se les aparece a niños pequeños, ante quienes adopta la apariencia de la mamá para atraerlos. Una vez que la Siguanaba los toca, los niños enloquecen y son conducidos al campo, donde el espectro los abandona a su suerte.
En otras variantes, la Siguanaba no tiene rostro de caballo ni está necesariamente de espaldas, sino que se aparece como una mujer con el rostro cubierto por una larga cabellera. Cuando muestra su cara, se trata en efecto de uno de mujer, pero horrible y desfigurado. El espectro, además, tiene los pechos largos y caídos hasta las rodillas, largas uñas y cabello desaliñado. Los resultados de la visión son igualmente trágicos. Se les presenta siempre a hombres infieles.
Cuando un hombre ha caído víctima de la Siguanaba, se suele decir que esta lo jugó.

Víctimas

Son siempre hombres, sobre todo los trasnochadores, infieles, donjuanes o enamorados, aunque también suele espantar a viajeros solitarios que transitan por veredas despobladas. En ocasiones acosa a niños bonitos.

Defensa

En regiones fronterizas entre Guatemala y El Salvador se recomienda que la víctima haga la señal de la cruz y muerda su machete cuando vea a la Siguanaba. De este modo, con la señal cristiana se aleja al espectro y con la mordida del arma se aleja el miedo causado por la visión.

Etimología

Aunque se desconoce el origen exacto del vocablo, es seguro que proviene de algún idioma indígena mesoamericano. Se han propuesto varias palabras como sus posibles fuentes. En algunas partes de México, por ejemplo, la Siguanaba tiene un correlato conocido como Macihuatli, una palabra compuesta del idioma náhuatl que contiene los términos cihuatl ('mujer') y matlatl ('red', 'trampa'), de manera que el nombre alude a la forma femenina del espectro y a su calidad de cazadora de hombres. Por ende, los nombres Cigua y Cegua con que se conoce al espectro en Honduras y Costa Rica, respectivamente, también tendrían su origen en el étimo cihuatl, por lo que sencillamente significarían 'mujer'.
Adrián Recinos, historiador y folclorista guatemalteco, le atribuyó a la palabra Siguanaba dos posibles orígenes: uno, que proviene de algún idioma maya guatemalteco no identificado en el cual significaría 'mujer desnuda'; y el otro, que proviene del náhuatl ciuanauac o ciguanauac, que se traduciría como 'amante', 'concubina' y similares.
La etimología popular guatemalteca suele ligar el origen del nombre Siguanaba al de siguán, palabra del idioma k'iche' que significa 'barranco', 'despeñadero', 'precipicio' y sinónimos. De ese modo, se afirma que el nombre se compone de dicho término, así como de waná, término de origen no especificado que significaría 'hermana'; y de b'a, también de origen no especificado que se traduciría como 'espectro'. Otra explicación atribuye el origen del nombre a un compuesto entre los términos nahuas cihuatl, 'mujer', y nahual, espíritu animal capaz de cambiar de forma. No obstante, académicos como Recinos y Roberto Paz y Paz desestiman estas etimologías.

Variaciones regionales

A veces la Siguanaba se aparece como una mujer desnuda peinándose.
Si bien el espectro es en esencia el mismo, su nombre varía de país a país (aunque sea solo en su escritura). De esa manera, en Guatemala se la conoce como Siguanaba o Siguamonta; en El Salvador, como Ciguanaba; en Honduras, como Cigua; y en Costa Rica, como Cegua. Su aparición y los resultados de esta son, sin embargo, similares de una nación a otra.

Costa Rica

En Costa Rica, a este espectro se le conoce con el nombre de Cegua, un espectro (coloquialmente, espanto) que se caracteriza porque su cara es la de un caballo muerto en estado de descomposición. Los modus operandi de ambos espectros son muy similares. En este país, la Cegua es un mito presente más que todo en el ámbito rural. Aunque sus acciones son eminentemente las mismas que en el resto de Centroamérica (sobre todo en lo relacionado con su hábito de bañarse por la noche), la Cegua costarricense presenta la peculiaridad de que a veces también se aparece entre manadas de caballos, montada en uno de estos, con lo cual siembra el pánico. Otra versión importante es que la Cegua también puede aparecerse en la forma de un niño que llora desconsoladamente a la vera del camino, luego de lo cual se transforma en el monstruo con cara de caballo.

El Salvador

La leyenda salvadoreña de la Siguanaba cuenta que existió una vez una mujer llamada Sihuehuet, nombre que significa 'mujer hermosa'. Sihuehuet era campesina de origen, pero usó sus encantos femeninos (además de brujería) para seducir al príncipe nahua Yeisun, hijo de Tláloc, desposarlo y convertirse así en princesa. De esta relación nació un niño al que llamaron Cipitío.
No obstante, una vez casada, su marido se fue a pelear una guerra. Sihuehuet, aprovechando la soledad, tuvo amoríos con otros hombres y descuidó la crianza del niño. Sin embargo, la perfidia de la mujer alcanzó su máxima expresión cuando, para hacerse con el poder, convirtió a su esposo Yeisun en un monstruo mediante una poción mágica y reclamó el trono de este para uno de sus amantes.
Yeisun quedó convertido en un gigante de dos cabezas que acosó a los invitados a una fiesta palaciega, pero un guardia se enfrentó a la criatura, la venció y la mató. Tláloc, padre de Yeisun, finalmente se enteró de lo que su nuera había hecho, se lo contó al dios Teotl y le pidió ayuda a este. Teotl, por ende, maldijo a Sihuehuet convirtiéndola en la Siguanaba ('mujer horrible'). Ella sería hermosa a primera vista, pero observada de cerca se convertiría en un horrible ser que espantaría a sus víctimas y las haría despeñarse de barrancos alejados de la población. Fue condenada a vagar por el campo y a aparecerse a hombres que viajan solos en horas nocturnas.
Se dice que se ve de noche a orillas de ríos, lagos y otras fuentes de agua (aunque también cerca de basureros y barrancos), donde se la encuentra lavando ropa y buscando a su hijo, Cipitío, a quien Teotl le concedió la juventud eterna como castigo para ella por no haberlo cuidado como toda buena madre.

Guatemala

La variante guatemalteca del mito dice que a la Siguanaba generalmente se la encuentra lavándose el pelo con un guacal de oro y peinándoselo con un peine del mismo metal precioso. Se cuenta, asimismo, que vaga por las calles de la ciudad de Guatemala, donde acosa a hombres enamorados.
La leyenda de la Siguanaba es más común en la capital, en Antigua Guatemala (capital colonial) y en los departamentos orientales del país, donde el mito goza de más popularidad entre las poblaciones ladinas que entre las indígenas. En dichas áreas, la apariencia más común del espectro es la que lo describe con cara de caballo. Se les aparece a hombres infieles a modo de castigo.
En San Juan Comalapa existe una versión kaqchikel de la Siguanaba que describe esta como una mujer de enormes ojos brillantes y pezuñas en vez de manos. Lleva un vestido igual de brillante que sus ojos, luce una larga cabellera y espanta en el tiradero de basura local tanto a niños desobedientes como a maridos borrachos.
En Jutiapa, en los poblados cercanos al lago de Güija, la leyenda describe al espectro como uno que puede tomar muchas formas, aunque la más común es la de una delgada y atractiva mujer de larga cabellera que se baña en las riberas del río Ostúa, lo que no impide que también se aparezca cerca de otras fuentes de agua o incluso en caminos solitarios. A los lujuriosos se les presenta simplemente como una mujer hermosa, mientras que para los enamorados adquiere la apariencia de la amada. En San Juan La Isla, por ejemplo, se cuenta la historia de un hombre que fue a encontrarse con su esposa, que venía a caballo de El Salvador. Dice el relato que, luego de un buen rato de cabalgar el marido a la par de su mujer, esta de pronto se bajó del caballo y reveló que era la Siguanaba. También se cuenta que el espanto se aparece en las noches de luna a jinetes que transitan por caminos desolados, a quienes pide que la lleven en sus caballos. Cuando un jinete accede a llevarla, después de un buen rato de cabalgar, la Siguanaba muestra sus uñas, que son unas horribles garras, y su rostro, que es el de un caballo. La visión causa que los incautos jinetes mueran de pánico. Los pocos que logran huir se extravían en el campo.

Véase también

Referencias

  • Charles Phillips (asesor: doctor David M. Jones): Enciclopedia de las civilizaciones azteca y maya, Edimat, 2007, Pág. 71.

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