martes, 14 de octubre de 2014

El Juicio de Dios en el Mundo Bantú

 En el mundo contemporáneo bantú, la persona de Cristo puede ser comprendida como Antepasado, como Jefe, como Maestro de iniciación o como Curandero. Cabría preguntarse, entonces, si a la reflexión sobre tales categorías adentra realmente en la vida de los creyentes bantúes y su cultura.
Si colocamos la figura de Cristo como Antepasado, categoría más cercana a la comprensión tradicional bantú, aparece un problema, conceptual que es preciso reparar. El antepasado es un "mediador", aquél mediante el cual los vivos entran en relación con el mundo del más allá, el mundo de los antepasados, el mundo de Nsambi. Dentro de esta relación, los antepasados nacieron y murieron antes que vivos, por eso "conocen" el misterio del hombre y el misterio de Nsambi más que ellos.  Los antepasados tienen el conocimiento sobrenatural que les otorga un estado de "seres espirituales" 
En un contexto de cuatro siglos de historia de colonización en África es muy difícil marcar los términos de la salvación, entendida ésta como plenitud humana y donde no resulta fácil hablar de la condenación cuando la justicia histórica temporal y espiritual constituyen, en este contexto, los chivos expiatorios que han justificado la dominación del hombre sobre hombre y alberga como último refugio de esperanza una armónica existencia en el más allá. 
Existencia en la que cree el bantú, si pasa a la categoría de antepasado; porque el hombre bantú interpreta la prosperidad material, la espiritual, la felicidad y la salud física; en una larga vida terrestre como signo de plenitud humana, transmitida por los antepasados a los que permanece ligado.

Según la Teología contemporánea (Sesboüé B. & Wolinski J.1995) cuando Dios interviene en la historia, su intervención conlleva siempre una doble vertiente:
La primera es la salvación.
La segunda, es la judicial.
La confusión entre estos dos términos ha contribuido, a reducir sensiblemente la felicidad terrenal y la esperanza de vida ofrecida, a una simple función de juzgar a los hombres. Bajo esta creencia Dios le brinda su salvación al hombre, en función de su aceptación o de su rechazo, el que juzga es Dios en persona.
Este juicio es especialmente característico del Antiguo Testamento, donde con frecuencia nos  tropezamos con un Dios esencialmente justiciero, con unos juicios durísimos y sus despiadadas condenas, contra los enemigos del pueblo de Dios, y a su vez un inmenso perdón e infinita misericordia, para los que siguen sus mandatos. Esta misma concepción del juicio divino resurgirá en el Medioevo, dando inicio a un mundo imaginativo cuyo uso no ha podido separarse el Cristianismo moderno (el infierno, el purgatorio, el limbo, el paraíso, etc.), a pesar de que tales mundos imaginativos y universos figurados,  necesitan de una  reinterpretación.
 El juicio ante Dios, es una consecuencia directa de su oferta de salvación, pero ...
¿Dios ofrece gratis la plenitud de vida y la salvación? al final quien juzga no es Dios, sino el propio hombre.
En la tradición religiosa bantú, la noción del juicio final, de pronto, se presenta muy diluida hasta el punto de parecer inexistente, en las religiones tradicionales africanas, sorprendería mucho un tema sobre el juicio final en esta cultura puesto que la relación con Dios está esencialmente influida por los antepasados, y si existe algún juicio final, éste ha de realizarse, ante los antepasados y también ante la comunidad. En ese mundo bantú tradicional, la salvación están garantizadas de antemano, generalmente sin amenazas de pérdida, siempre y cuando no se esté excluido de la comunidad. El individuo se salva igual que la comunidad que lo arropa, porque gracias a su obrar ético, el hombre bantú está protegido por los antepasados, el curandero le salva a él y a su comunidad mientras que los antepasados velan por su bien en este mundo y en el venidero. La salvación en la religión tradicional bantú se vive como una adquisición continua de la vida ofrecida por Nsambi a través de los antepasados, de los curanderos y de la comunidad clánica
"...Los pobres de África no son solamente
algunos vagabundos o unos mendigos en las esquinas de las calles. Son pueblos enteros, que van errantes en la noche, embriagados de eslóganes, cohibidos, amordazados,  en escena dantesca de desesperación.
No hay realidad más trágica que la de un pueblo que se encuentra sin guía ni apoyo, abandonado en la historia contemporánea, a merced de tiranos y marionetas drogados de poder..."Engelbert Mveng, (1985)"

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