miércoles, 17 de diciembre de 2014

Ceguera.

(heb. {iwwêr, ciego; gr. tuflóts.)

El hecho de que la Biblia menciona la Ceguera con tanta frecuencia indica que
prevalecía mucho en esos tiempos.  Había una gran variedad de enfermedades de
los ojos, agravadas por la falta de higiene de la gente, el brillo del sol, la
blancura del suelo y la abundancia de polvo.  Las moscas eran portadoras
comunes de estas enfermedades.

Se menciona en forma especial el cuidado por los que sufrían de Ceguera (Lv.
19:14).  Un ciego no podía acceder al sacerdocio (21:18).  Prevalecía entre los
judíos la opinión de que Dios hería con la pérdida de la vista a los hombres
por causa de sus pecados (Jn. 9:1,2), pero Jesús refutó esa falsa creencia (v
3).  Durante su breve ministerio sanó a muchos no videntes (Mt. 9:27-30; 12:22;
20:30-34; 21:14).  La Biblia menciona varios casos de hombres que quedaron
cegados temporariamente por la intervención divina (Gn. 19:11; 2 R. 6:18-22). 
Probablemente el caso más conocido sea el del apóstol Pablo (Hch. 9:8,9).  En 2
R. 25:7 se menciona la práctica de los asirios y otros conquistadores de cegar
a sus cautivos.  Pero en la Biblia también se habla de la Ceguera espiritual
(Is. 43:8; Mr. 3:5; Lc. 1:79; etc.); es decir, de quienes no abren los ojos del
alma a las verdades divinas.

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