martes, 23 de diciembre de 2014

DIVINA CARNICERÍA.

Puede parecer extraño que un episodio tan grave como la matanza de "todos los niños de dos años para abajo en Belén y sus alrededores» (Mt 2,16), ordenada por Herodes, sea narrado solamente por Mateo e ignorado por los otros evangelistas; en particular llama la atención el silencio de Lucas, el evangelista que «lo ha investigado todo con rigor desde el principio» (Lc 1,3) y, que narra, al igual que Mateo, los episodios relativos al nacimiento de Jesús (Lc 1,3).
Que algunos hechos considerados importantes por un evangelista sean ignorados por otro, depende de la línea teológica que el autor del evangelio se fijó previamente, y que es propia de cada uno de ellos. Solamente se puede llegar a la plena comprensión de los episodios expuestos en un evangelio cuando se conoce el esquema seguido por el evangelista.

Mateo es el único que narra la matanza de los inocentes, porque su línea teológica tiende a seguir las huellas de la vida de Moisés, presentando, sin embargo, a Jesús como superior a aquél de quien se había dicho: «No ha surgido en Israel otro profeta como Moisés» (Dt 34,10).

Para hacer comprender a sus lectores el parangón entre Moisés y Jesús, el evangelista divide su obra en cinco partes, como los cinco primeros libros de la Biblia (Pentateuco), considerados obra de Moisés, donde se desarrolla su vida y enseñanza.

Como Moisés fue salvado por una intervención divina de la matanza de los niños hebreos, decretada por el faraón (Ex 1,15-22; 2,1-10), igualmente Jesús se salvará de la matanza de los niños betlemitas ordenada por Herodes.

El culmen de la vida de Moisés llega cuando sube a un monte (Sinaí) para recibir de Dios el Decálogo, como códice de la alianza con el pueblo (Ex 19-20); Jesús, como Moisés, también sube a un monte, pero será él mismo, el hombre-Dios quien proclame con las Bienaventuranzas la nueva alianza. Finalmen.te, Mateo es el único evangelista que concluye su evangelio situando a Jesús en un monte, porque sobre un monte (Nebo) concluyó la existencia de Moisés (Dt 34,1-5); pero mientras la muerte de Moisés pone fin al libro del Deuteronomio: el evangelio de Mateo termina presentando a Jesús resucitado, manifestando una vida capaz de superar la muerte. Y si Moisés, antes de morir tuvo necesidad de asegurarse un sucesor en la figura de Josué (Dt 34,9), Jesús, mas vivo que nunca, no tiene necesidad de vicarios, y declara a los suyos: "Yo estoy con vosotros todos los días" (Mt 28,20).

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