jueves, 25 de diciembre de 2014

SOLO PECA EL QUE ES LIBRE.

EL PECADO ES ESA ACTITUD QUE NOS LLEVA A ACTUAR INJUSTAMENTE...
En la sociedad judía del tiempo de Jesús, se consideraba al pecado como la "trasgresión" de la voluntad divina. Esta voluntad está claramente expresada en las leyes (Biblia); Dios aparece como juez y soberano que se impone a sus súbditos por medio de los preceptos de la Ley. Pero cuando llega Jesús todo cambia, nos descubre que nuestra relación con Dios no es la de Dominador y dominado sino la de Padre-hijo; al establecer Jesús esta nueva relación, también cambia el concepto de pecado. Para Jesús, el pecado se encuentra en la "actitud" que nos lleva a actuar injustamente, creando situaciones y relaciones dañosas para el hombre y deteriorando la convivencia humana. ¿Quién vive, pues, en pecado? Vive en pecado todo el que impide el pleno desarrollo del hombre, el que tiene o fomenta: el egoísmo, el hambre, la opresión, la ignorancia, la privación de libertad; en resumen: todos los que de una manera u otra favorecen la "represión" de la vida (195).
 
EL PECADO FRUSTRA EL PROYECTO DE DIOS.
Juan, en su Evangelio, nos indica muy claramente cual es el "pecado del mundo" (196). El pecado de la humanidad frustra el "proyecto" que tiene Dios para los hombres, es un pecado que se puede concretar: la adhesión a todos los falsos valores, encarnados en cualquier sistema social o religioso, que prive o encanije la vida del hombre. El "opresor" vive en pecado imponiendo esos valores y viviendo en las tinieblas (197); el oprimido también vive en pecado cuando "acepta" esos valores, renunciando a su plenitud de vida. La sociedad se hace injusta y somete al hombre, propone como valores supremos el poder y el dinero, y los hombres le dan su adhesión, hacen suyos esos valores, dificultando o impidiendo su posibilidad de desarrollo. Jesús se comunica con nosotros, dándonos su "Espíritu" (198), su experiencia de vida y libertad; nos hace ver que no hay más valor supremo que la "vida" y nos descubre las ideologías que impiden alcanzar la plenitud humana. El "si" a Jesús devuelve al hombre su condición de "persona"; le hace salir de ese estado de pecado en que vive y le permite caminar hacia su plena realización humana.
No digas: "Fue el Señor quien me incitó a pecar", porque él no hace lo que detesta.
No digas: "El me ha extraviado", porque él no tiene necesidad del pecador. El señor aborrece toda maldad, y quienes lo temen la detestan. El hizo al hombre al principio, y lo dejó a su propio albedrío. Si quieres, guardarás los mandamientos; de tí depende el permanecer fiel. Fuego y agua he puesto ante tí, alarga tu mano a lo que quieras. Ante el hombre están vida y muerte; lo que él quiera se le dará. Porque grande es la sabiduría del Señor, fuerte es su poder y lo ve todo. Sus ojos miran a los que lo temen, él conoce las acciones de los hombres. A ninguno obligó a ser impío, a ninguno a dado permiso para pecar. (Libro del Eclesiástico: Capítulo 15, Versículos 11 al 20)
 
EL PRÍNCIPE DE ESTE MUNDO
El Enemigo (199), el Homicida (200), el Príncipe de este Mundo (201), por voluntad propia se levanta contra Dios. Su ofensa a la naturaleza (creada por Dios) y a Dios mismo, es su pecado, es lo que le hace un malvado. Satanás - el ángel caído - niega su propia naturaleza, es pues, el condenado por excelencia. Como su acción es forzosamente mala, el Diablo es a la vez el ejemplo y el modelo del pecado humano. Antes que Adán cometiera su pecado de orgullo, Lucifer lo había ya cometido. Aunque se nos presenta como "el Tentador", su papel real es el de ejemplo y modelo. Toda acción que tiende a negar su propio "ser", es culpable ante el "Creador". El hombre es el "ser" que al estar dotado de libre albedrío, puede decirse "no" a sí mismo, es en ese momento cuando nace el mal y se constituye el pecado.

 
EL PECADO ORIGINAL ES LA RAÍZ DE TODOS LOS PECADOS.
Santo Tomás dijo que la raíz de todos los pecados es el pecado original. Es un pecado verdadero, con el que el hombre es una pura ofensa para con Dios y para consigo mismo; es el origen de todo pecado. Presenta dos aspectos: la falta de nuestros primeros padres y nuestro nacimiento como "seres pecadores", consecuencia de la "falta" de origen de la que toda la naturaleza humana participa. Adán cuenta con una naturaleza "sobrenatural", participa de la naturaleza divina. Ve a Dios cara a cara y no a través de lo creado, como nos pasa a nosotros. Vive en un estado de completa inocencia, el privilegio de la gracia divina y además es completamente libre, habita en un "paraíso" y no se ve amenazado ni por enfermedades ni por la muerte. Ni Dios ni el Tentador son responsables en esencia de su caída. Es verdad que la "serpiente" siembra la duda en el corazón del hombre, le obliga a reflexionar sobre su relación con Dios. Las palabras: "Seréis como dioses", son una tentación para nuestros primeros padres... La tentación diabólica se dirige a la libertad humana de decidir. Adán no se rebeló contra el poder de Dios, como el ángel caído, sino, como nos ocurre ahora, el primer pecado se cometió por el deseo se excelencia, de ser más. Adán con este pecado rompe el "orden" establecido por el Creador. El quebrantamiento de este orden divino es lo que nos empuja al mal y lo que lo engendra.
 
ES UN PECADO CONTRA NUESTRA NATURALEZA.
El pecado de Adán es un pecado "contra natura", contra el orden divino. Por eso al examinar el pecado de Adán podemos decir que "pecar" es hacer trampas, es oponer a la ley divina nuestros deseos y cálculos egoístas y de miras interesadas. Pecar es falsear alguna cosa en el orden del cosmos. Las consecuencias del pecado original y sus huellas son la desnudez, la enfermedad, la temporalidad, los sufrimientos y la muerte. La falta "en acto" es algo personal de Adán. La falta en "estado del ser", es común a todos nosotros. Nosotros recibimos de Adán la naturaleza humana por generación, naturaleza que procede de ese estado de pecado original, es la naturaleza que tenemos ahora todos los hombres.

 

SOLO PECA EL QUE ES LIBRE.
Adán y Eva pecan es porque son libres, cometen ese acto con pleno conocimiento de causa, anulan la relación con su Creador y hacen valer su actitud egoísta. Es por tanto el egoísmo una consecuencia de una acción libre del hombre. La naturaleza no es mala; solo son malos las acciones y estados egoístas. El egoísmo es el vehículo del mal creado por el hombre, por eso el pecado se debe a la persona humana. El hombre, al tener conciencia de hallarse ante Dios, hace que la falta humana se convierta en pecado. Con el pecado original el hombre pierde su propio equilibrio y hace que las acciones sigan su tendencia natural de destrucción (202): "¡Infeliz de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?" El hombre, con el pecado, cambió sus tres relaciones esenciales: Respecto a Dios, pasó a ser un rebelde, respecto a sus hermanos los hombres, pasó a ser un exclavizador, respecto al mundo, pasó a ser un esclavo.
 

EL HOMBRE SIN DIOS ES UN HOMBRE SIN ESPERANZA.
En un estado de culpabilidad sin Dios, característico del hombre moderno, el pecado original no es aceptado. La reflexión (conciencia) de la falta carece de lazo de unión entre el hombre que ha cometido la falta y el "yo" que se responsabiliza "ante Dios". El hombre sin Dios será siempre un hombre sin esperanza pues se ha separado de su misión creacional y se priva del Bien para el que fue creado, el Bien llamado Dios. El pecado original sólo podrá ser borrado por Dios. Cristo viene a este mundo a borrar esa "diferencia de ser" que existe entre el hombre y Dios. Jesús no es un "chivo expiatorio" típico de las sociedades primitivas, sino que es la "Persona" que, hombre y Dios a la vez, asume, como Mediador, el pecado que se interpone entre el hombre y su Creador. Santo Tomás, designa a este egoísmo, resultado del pecado original, con el hambre de deseo o concupiscencia. El pecado original es la raíz de todos los demás pecados y es la concupiscencia, la naturaleza egoísta, la que está en la mala acción. El pecador olvida su relación con Dios, se rebela contra esa relación y se ama solo a sí mismo. Las obras de la concupiscencia no tienen límite, el amor a sí mismo nunca se sacia, nada ni nadie lo satisface plenamente. La concupiscencia, señal del egoísmo de la raza humana, culpable ante Dios, es en sí misma un "defecto humano" muy difícil de remediar.
 
UN EL BAUTISMO CICATRIZA LA HERIDA.
Pero la concupiscencia no es una enfermedad incurable, un estado desesperado, ni absurdo de la naturaleza. El bautismo puede curar esa herida, en realidad la cicatriza, pero el mandamiento para que "el ser" retorne a la salvación y abandone su egoísmo lo podemos encontrar en Lucas(203): "Si alguno quiere seguirme que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y me siga". En efecto, el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por causa mía, la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si se pierde o se perjudica a sí mismo? Al decir "que se niegue a sí mismo", Jesús hace una llamada a todos los ricos y también a todos los pobres de la tierra, se dirige al origen de todo pecado, al egoísmo, que es el motivo de la condenación del "ser". Es el renunciar a sí mismo, es "perder la vida", vida asentada en el egoísmo ácido en el pecado original y que se encuentra alejado de Dios. El que sigue a Cristo renuncia a esa vida egoísta y se dirige hacia el amor del Padre de la mano del Hijo y es capaz de sentir con intensidad el "amor a sí mismo" y el amor "al prójimo" se aleja de un falso dios y se dirige hacia el Dios verdadero.
- Egoísmo, siempre egoísmo: Santo Tomás descubre tres clases de concupiscencia: la de la carne, la de los ojos y la del orgullo de sí mismo. El egoísmo se manifiesta con el deseo, con el amor desordenado de todo aquello que pueda aumentar el bien carnal, material o del alma humana. El orgullo, la vanagloria, la repulsión de lo espiritual, la envidia y la ira son manifestaciones del amor desordenado de "sí mismo", consecuencia del orgullo. La avaricia es la concupiscencia de los ojos, mientras que la gula y la lujuria son la expresión del egoísmo carnal.
 
MI VECINO JULIAN, ES UNA VICTIMA INOCENTE...
 
...para mí, el mal es una realidad que está completamente arraigada en el espíritu humano. Antes de que cometa una falta, antes de que decida ser "malo", el mal parece que me rodea, me estrecha entre sus brazos, como un tentador deseoso de apoderarse de mis pensamientos y de mis sentidos; en ese momento, puedo considerarme como víctima inocente de ese "peligro exterior" que me asalta y me domina (Julián ).
¡Ojo, Julián! Tú eres libre para hacer lo que quieras...
Querido amigo Julián, esa idea que tienes sobre el mal que te asalta es muy vieja: nació en el mismo momento que el primer hombre abrió los ojos a la vida. Todo lo que sea factible de constituir un obstáculo, lo mismo sea un ser animado como algo inanimado, puede convertirse en "el malo". El mal se nos manifiesta siempre como "algo o alguien" que existe realmente y su misión es "tentar" al hombre, para empujarlo a las malas acciones. Es muchas veces la escusa que nos sirve de escudo cuando cometemos una falta o un pecado: "La culpable es la serpiente, que me ha engañado" (204). La acción "mala" por naturaleza, parece que siempre viene "de fuera", el principio del pecado lo situamos en el exterior: Yo no quería, me han obligado, me han empujado a ello. ¿Y quién te ha empujado? Ha sido fulano o bien un mal invisible: mi ideología, el medio social, las costumbres, mi militancia en el partido, mi promesa, el deber de mi estado. Como casi siempre, la "excusa" me viene de fuera, yo no tengo nada que ver, no soy del todo responsable, soy el vehículo, a veces involuntario, del mal. El mal entonces toma un nombre, es un "ser" malo y malvado: Satanás (205). Adán y Eva, la primera pareja, al realizar el primer pecado, al oponerse al "bien", sabían de sobra que su acción era libre y voluntaria, era una decisión meditada y firme. A pesar de su reacción, al atribuir, al igual que tú, Julián, la culpa de todo a la tentación satánica, sabían perfectamente que Dios era el único "Señor" y que ellos eran los únicos responsables de sus decisiones.
 
 
ALBERTO ES UN JOVEN QUE LEE BASTANTE.
Yo...yo tengo entendido, por lo menos así me lo han explicado, que Dios creó nueve coros de ángeles: serafines, querubines, tronos, dominaciones, principados, virtudes, potestades, arcángeles y ángeles. Aunque todos eran puros, no obstante, algunos se dejaron tentar por la soberbia y se creyeron tan grandes como Dios. Gran número de ellos se rebelaron contra Dios y a la cabeza de todos, se puso el más grande y perfecto de todos los seres creados, Satanás, el primero de los Serafines, que quiso reinar en una mitad del cielo. Dios mandó contra Satanás un ejército de ángeles fieles y a la cabeza de ellos al arcángel Miguel, quien derrotó a los infieles y los encerró en un mundo desconocido, al que llamamos infierno.

 Algunos opinan que este infierno se encuentra en el centro de la Tierra. Muchos rabinos judíos de renombre, San Atanasio y también algunos padres de la Iglesia decían que los demonios habitan y pueblan el aire. San Próspero sin embargo afirmaba que viven en las nieblas marinas. San Patricio los vio en una cueva de Irlanda. Milton, el poeta, los hace vivir muy lejos de la tierra. Viva donde sea, lo cierto es que Satanás y los suyos, enemigos de todo lo relacionado con Dios y sus obras, decidieron que el proyecto de Dios para los hombres no se realizara. Satanás salió del Averno, tomó la figura de serpiente, animal astuto y mañoso, y sedujo a Eva quien a su vez lo hizo con Adán. El espíritu maligno había cumplido su propósito y los hombres fueron expulsados del Paraíso y condenados al sufrimiento y a la muerte. Siempre que quiere, Satanás y los demonios, vuelven a la tierra para tentarnos y procurar que seamos presa, al igual que ellos, del infierno, país de las llamas y del sufrimiento. Esto que te escribo es lo que la mayoría de la gente cree, es lo que nos han explicado en el colegio y lo que hemos leído y oído. Y si esto no es así, por qué todavía existen los exorcismos e incluso hay un libro oficial con los mismos (El Ritual Romano del Exorcismo). Te copio algunas frases de un exorcismo oficial, te ruego, si te parece oportuno, me escribas y me cuentes alguna cosa de "esta pasada" de Satanás, los demonios y los espíritus malignos. Cuando leo una cosa así, no se si "acojonarme" o "descojonarme", perdona estas expresiones, pero necesito decírtelas para contrarrestar tanto vocabulario simplón y trasnochado (Alberto).

NOTAS
(195) Jn 1,4.
(196) Jn 1,29.
(197) Jn 1,5; 3,19.
(198) Jn 1,32ss.
(199) Mt 13,19.
(200) Jn 8,44.
(201) Jn 12,31.
(202) Rom 7,24.
(203) Lc 23,25.
(204) Gn 3,13.
(205) Satanás o Satán: Palabra hebrea, cuyo significado es "adversario" o "contrincante

 

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