¿Corregir o ser paciente? ¡Las dos! Ese es el reto del cristiano. Ambas tienen su lugar dentro del mandato de Cristo de amor al prójimo.
La paciencia con el hermano viene primero. Ejercitándola le darás a
Dios su lugar para actuar en la relación, crecerás en humildad y dominio
de ti mismo. Si te han injuriado, la paciencia es necesaria para
meditar el Evangelio. A su luz recobrarás la paz interior y podrás
perdonar. Solo entonces puede Dios utilizarte corregir al hermano.
Jesús nos enseñó a primero dar ejemplo amando y enseñando. Así
El iluminaba las conciencias y ablandaba los corazones. Los fariseos
criticaban a Jesús por su aparente falta de corrección, pues comía con
publicanos y pecadores (Cf. Mt 9,11). Los fariseos no entendían la
pedagogía divina en la que el testimonio del amor es el mejor camino
para llegar al corazón del pecador y fomentar la conversión.
Dios
tiene un orden. Hay que sembrar amor, después regar y finalmente
cosechar (CF. 1Cor 3,6). Adelantar la corrección sería contraproducente,
atrasarla demasiado sería igualmente dañino. Hay por eso que actuar
atentos a la dirección y el tiempo del Señor.
Un tiempo para corregirJesús enseña que es necesaria la corrección y que esta debe llevar un orden:
Mateo 18, 15-19
Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.
Primer paso: la corrección debe ser "en privado", de manera que cuidemos la reputación del hermano. (Con frecuencia hacemos lo contrario: propagamos el defecto del hermano con todos y no vamos a el). Segundo: Si no hace caso y la seriedad del mal lo requiere para el bien de la persona y de la comunidad, solo entonces involucramos a otros, pero aun así, no a todo el mundo sino solo "a
otro o a otros dos", personas de probada virtud en su cuidado por los
hermanos. El próximo recurso es "la comunidad" eclesial, representada
por sus pastores. Finalmente, quien no acepta la corrección de la
Iglesia no puede ser parte de ella.
Hay que distinguir entre la corrección virtuosa, (motivada por amor, respetuosa, sensible y edificante) y el reproche
que es hiriente, y "arranca" los lazos con el hermano. Nunca corrijas
por despecho o porque se te "acabó la paciencia". No sería de Dios sino
de tu carne y te llevaría a pecar. En la parábola del trigo y la cizaña
(Cf. Mt 13,24), Jesús nos ordena a no arrancar la cizaña. Hemos mas bien
de buscar que se convierta en trigo. El arrancar le corresponde a los
ángeles al final del tiempo, o como vimos en Mt 9,11, cuando es
necesario, a las autoridades de la Iglesia. (Cf. 1Cor 5, 3-5).
La Palabra de Dios también nos enseña:
-No podemos corregir a nadie si primero no nos corregimos a nosotros mismos.
-No podemos corregir a nadie si primero no nos corregimos a nosotros mismos.
Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás
ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano. -Mateo 7:5
-Quienes están en autoridad deben corregir a los suyos o el pecado cae sobre ellos.
Las amistadesLos
cristianos debemos tener nuestras relaciones mas cercanas entre
personas que comparten y edifican nuestra fe. Con ellos nos fortalecemos
para poder evangelizar y extender el amor a todos los demás. En tu
trabajo y otros ambientes tratarás con personas dadas a borracheras y
obscenidades. Amales, y a veces, como Jesús, come con ellos. Pero no
deben ser ellos tus amistades primarias mientras no cambien. Te has de
cuidar de que no te influencien y terminen arrastrándote al pecado.
Amales si, pero no cedas a su forma de vida. No es que te creas
superior, sino mas bien reconoce humildemente que has recibido una
gracia en vasija de barro y la has de cuidar. Solo el que guarda su
identidad cristiana clara y definida, puede ganar a otros para Cristo.
Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. -Mateo 5,13
Si con tu ejemplo y corrección, quien andaba en pecado se abre a la gracia, habrás salvado un alma y ganado un amigo.
Vive fielmente tu fe en la Iglesia y pide al Espíritu Santo que te indicará si es tiempo de ejercer paciencia o corrección.
Padre Jordi Rivero
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