lunes, 16 de febrero de 2015

CARTA A LOS COLOSENSES.

  • INTRODUCCIÓN.
  •  
  • Colosas era una pequeña ciudad-mercado de Frigia, cercana de otras dos más importantes. Hierápolis y Laodicea. Pablo no la había visitado personalmente (2,6); fue su discípulo Epafras quien fundó allí una comunidad cristiana (1,17), así como en las otras dos ciudades (4,13), posiblemente durante la estancia de Pablo en Éfeso (Hch 19,10), que distaba unos 200 kilómetros.

                  Pablo está en la cárcel (en Éfeso, Cesarea o Roma) (4,18). En la misma ciudad se encuentran Aristarco, compañero de prisión (4,10), Timoteo (1,1), Marcos, Jesús o Justo (4,11), Lucas y Dimas (4,14), además de Epafras (1,18), probablemente también en la cárcel (Flm 23). Éste ha informado a Pablo sobre la situación en Colosas (1,8), donde ejercen su influjo ciertos individuos, cuya filosofía o sistema de vida (2,8) prometía la plenitud (2,9-10) a través de ciertas devociones o culto a los ángeles (2,18), es decir, a seres supramundanos, llamados majestades, señoríos, soberanías y autoridades (1,16), que regían los destinos del mundo; eran personificaciones de las leyes de la naturaleza, concretadas en los cuatro elementos, y de las leyes cósmicas que se suponían gobernadas por los astros (lo elemental del mundo, 2,8.20). Las prácticas ascéticas consistían en abstinencia de majares y bebidas (2,16.21), en humildades o mortificaciones además un esoterismo visionario (2,18) y ciertas prácticas en honor de los ángeles, en el sentido antes explicado. Las observancias se imponían como regla (2,20), que constituían el sistema de vida (2,8). Eran "santones", que impresionaban por su modo de vivir (2,23). Su doctrina tenía sabor gnóstico, proponiendo una sabiduría secreta, que era un sincretismo de ascética, culto ritualista de los elementos del mundo combinado con ritos judíos, como la circuncisión (2,11) y con la especulación judía sobre los ángeles (1,16; 2,15.18). Dudaban que Jesús Mesías hubiera vencido a los poderes supramundanos y buscaban congraciárselos.

                  La carta se envía a Colosas por mano de Fortunato (4,7-8) y de Onésimo (4,7-9) y se destina también a la comunidad de Laodicea (4,16); a esta ciudad ha enviado Pablo otra carta (perdida), que quiere que sea leída también en Colosas (4,16).
 DESTINATARIOS.

    Los cristianos de Colosas eran de origen pagano (1,27) y había en la ciudad iglesias domésticas, la de casa de Ninfa (4,15, quizá en Laodicea) y la de Arquipo (4,17 comp. con Flm 2).

             La comunidad de Colosas parecía resistir bien la ofensiva de los sincretistas (1,2-8; 2,5).

CONTENIDO.

  En oposición a los sincretistas desarrolla Pablo el papel cósmico del Mesías (insinuando en 1 Cor 2,8; 8,6; 2 Cor 4,4; Gál 4,3.9; Flp 2,10), que supone su primacia en todo orden, incluso por encima de los seres supramundanos (1,16), llamados elementos del mundo (2,8.20); su muerte y triunfo los ha destituido, liberando a la humanidad de su influjo (2,15.20).

             Pablo adopta, sin duda, algunos términos usados por la secta, como el llamar a Dios "la Plenitud total" (1,19; 2,9), y niega que el hombre tenga que recurrir a los elementos del mundo para obtener su plenitud; sólo el Mesías, en quien habita la plenitud total, puede darla (2,10) y de hecho la da al que lo acepta como Señor (2,10.6).

             Debido a la tendencia gnóstica de los nuevos maestros, abunda la carta en términos que indican conocimiento (1,9; 2,3; 3,10) y para combatir el falso esoterismo propone al Mesías como "secreto" o "misterio de Dios" (1,26; 2,2; 4,3).

             Los doctores pretendían obtener la plenitud con observancias externas que pretendían congraciarse a las fuerzas supramundanas (2,8.16-23); Pablo opone la plenitud que da el Mesías, que empieza por una renovación interior del hombre (2,11) y continúa por una asociación a la vida misma de Jesús (2,12-13), declarando que la ascética es impotente para renovar al hombre (2,23). Para el cristiano el centro no está en este mundo, sino en Cristo (3,1-2); ése es su punto de vista.

            El resultado de la renovación efectuada por Jesús Mesías es la nueva calidad de las relaciones humanas, opuestas a las que rigen en el mundo (3,5-17), desapareciendo las barreras entre los hombres (3,11).

            El mensaje de esta carta para el presente es múltiple. En primer lugar, que el cristiano y el hombre ha de liberarse de toda sujeción a los determinismos del mundo, sean al estilo antiguo, como los citados en la carta, como al estilo moderno, basados en la psicología, sociología o condiciones económicas: el hombre ha de aspirar a ser libre y verificarlo en cuanto pueda y, en consecuencia, ha de rechazar la imposición de observancias externas que canalicen o coarten su personalidad según moldes fijos.

            Se encuentra también un criterio para distinguir las falsas ascéticas: la autosuficiencia, el egocentrismo, la introversión. Ascesis que no se abre a los demás, sino que se enciera en sí misma, no es cristiana. Una autodisciplina es necesaria (1 Cor 6,12; 9,24-27), pero individual, bajo la guía del Espíritu (Gál 5,16.24) y la ascesis por sí misma no tiene valor alguno (2,23) ni hace crecer al hombre (2,19).

            Encontramos de nuevo la distinción entre la Ley y evangelio: la Ley propone la perfección y salvación como fruto de la observancia de normas exteriores; el evangelio, en cambio, pone la renovación en lo interior, y es la obra de Dios por medio de Cristo: la vida es respuesta alegre de fe y amor mutuo, a la luz de la esperanza (1,3-5), aun en medio de la dificultad (1,11-12).

           La misión cristiana en el mundo puede también encontrar una expresión en esta carta; consiste en decir a cada hombre que el Mesías le pertenece. Por su parte la función del apóstol en la Iglesia es hacer cristianos cabales o maduros (1,27-28).

AUTENTICIDAD.

  No todos admiten la autenticidad paulina de esta carta, basándose en la diferencia de estilo con los escritos genuinos de Pablo (genitivos en cadena, escasez de partículas), en la cristología cósmica tan desarrollada, en la ausencia de mención del Espíritu como principio de la vida cristiana y el poco peso de la escatología.

            Otros, en cambio, defienden la autenticidad, basándose en el estilo tan personal de algunos trozos (4,7-18) y datándola de la cautividad en Roma (años 61 a 63), en Cesarea (58 a 60) o en Éfeso (54 a 57).

            Otros, finalmente, proponen una solución intermedia: Pablo habría escrito a Colosas una carta breve, parecida a la que dirigió  a Filemón, que más tarde habría sido ampliada por un discípulo para responder a las necesidades de la época.

DIVISIÓN.


Dividimos la carta del siguiente modo:

          Saludo y exordio (1,1-12).
       I. La acción de Dios por medio de Cristo (1,13-23).
      II. Cristo, secreto de Dios, y su eficacia en los cristianos (1,24-2,15).
     III. Consecuencia: Lo superado y lo esencial (2,16-4,6).
     IV. Noticias, saludos y despedida (4,7-18).

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