1. El nuevo ciber-planeta
Cuando me dispongo
a escribir estas páginas, tengo delante la pantalla del ordenador personal,
estoy escuchando música de un CD, observo desde mi ventana en la calle a
chavales hablando por su móvil o leyendo mensajes en el mismo, y, alzando un
poco la mirada, reconozco distintas antenas, en forma de grandes platos, que me
indican señales de canales digitales. Todo un símbolo del mundo tecnológico que
nos envuelve.
¿Cuáles son, en
resumen, las nuevas tecnologías que nos invaden? Sin detenerme en mayores y más
precisas definiciones, y desde dentro del planeta joven, me atrevo a señalar las
siguientes: mesa Nintendo, ordenador-Internet, telefonía móvil, canales de
radio-Tv digitales, soportes informáticos en forma de CD, etc.
Nos encontramos en
plena revolución multimedia. Esta revolución está transformando al homo sapiens,
producto de la cultura escrita, en un horno videns para el cual la palabra ha
sido destronada por la imagen, es decir, la primacía de lo visible sobre lo
inteligible. Todo ello nos conduce a una cultura del "postpensamiento", al
triunfo de lo audiovisual, de lo digital.
Estamos entrando en
una nueva revolución social. Son los jóvenes quienes la encabezan. Se puede
hablar de una generación nueva juvenil con una mentalidad nueva. Es la
revolución digital. PC ya no significa "Partido Comunista" sino "Personal
Computer". Todo un paradigma del cambio revolucionario. Un tiempo de promesas y
de peligros (D. Tapscott).
El automóvil
reemplazó a la diligencia; el fax, al télex y al correo. La realidad
digital-virtual, supera a la misma realidad real. Ha desaparecido hasta el
tiempo y el espacio como referentes aparentemente firmes y seguros.
La sociedad
digital-virtual hunde sus raíces en una nueva antropología: "el horno videns" u
hombre de la cultura de la imagen. En el futuro, este hombre-imagen, afianzará
el "horno ludens", o persona que es capaz de vivir la realidad como algo lúdico:
se juega cuando se trabaja, cuando se estudia, cuando se enseña o cuando se
manda.
El mundo digital se
desarrolla a partir de tres fundamentos tecnológicos: los microprocesadores
(diminutos, pero potentes cerebros artificiales), la transmisión óptica de datos
(que permite que la información camine a la velocidad de la luz) y los sistemas
de comprensión y codificación de señales digitalizadas (hoy, el sistema es el
binario). Cables, satélites artificiales y otros artilugios, aún por nacer,
serán el sustento base de esta misma realidad digital.
Las empresas ya no
son organizaciones jerarquizadas sino multinacionales interconexionadas. El
aprendizaje continuado y la formación permanente se han convertido en actitudes
necesarias de por vida.
La red está
afectando a todas las áreas o dimensiones de nuestra vida cotidiana: el
tratamiento de nuestra salud, el correo o transmisión de mensajes, las compras y
ventas, el consumo del ocio y tiempo libre, la tecnología de los mass media,
etc.
2. Mini-crónica de
un cambio de valores anunciado
Las nuevas
tecnologías están cambiando nuestra mente y corazón. El hombre y la mujer de
hoy, en el mundo de las nuevas tecnologías no se sitúan como un espectador
privilegiado que pueda permanecer en la orilla del río contemplando desde fuera
la corriente. Está inmerso en medio de la corriente. Y es bueno, y deseable, que
se dé cuenta de dónde viene el agua y hacia dónde se encamina.
En forma de
decálogo, me atrevo a señalar algunas sencillas reflexiones que delatan la
"nueva antropología", y no sólo los nuevos valores, a cuyo nacimiento estamos
asistiendo, y que requieren un adecuado planteamiento de acción misionera,
catequética y pastoral:
1. Las nuevas
tecnologías acentúan el presente (presentismo) y miran con descaro hacia el
futuro, En la mente y corazón de los hombres de hoy late un presentimiento: lo
mejor está en el presente y estará en el futuro. Hemos llegado al fin de la
historia, al último hombre, como diría el neoliberal Fukuyama.
2. Las nuevas
tecnologías logran borrar las barreras entre lo real y lo virtual. En la mente y
corazón de los más jóvenes se confunde la cruda realidad con la virtualidad, lo
imaginario. Una pregunta se esconde en su interior: ¿qué es más perfecto y
apetecible, lo cotidiano-tangible o lo cotidiano-virtual? ¿Qué proporciona más
satisfacciones, la realidad tal y como me veo obligada a padecerla o la realidad
tal y como yo puedo crear y manipular? Más aún: ¿qué personajes me pueden decir
más: los reales (totalmente limitados) o los virtuales (ejem. pokémon o héroes
de las mesas Nintendo) llenos de virtualidades y poderes superhumanos? Hasta la
chica o el chico ideal, el príncipe o la princesa azul, se puede fabricar en
Internet.
3. Las nuevas
tecnologías rompen la barrera del tiempo cronológico. En ellas, con ellas y por
ellas se puede recuperar el pasado, "regresar al futuro", instalarme en el
presente o crear, interactivamente, el futuro. Nuestros contemporáneos viven
varias historias y existencias simultáneas y, lo más dramático, varios "yos"
simultáneos. ¿Cuál es su verdadera personalidad? ¿Cuál es el tiempo realmente
vivido?
4. Las nuevas
tecnologías favorecen y propician una comunicación rápida y
simultánea, un intercambio de información vertiginoso. No queda espacio para la
reflexión ni se valora el discernimiento sosegado. Nos vive la vida. El hombre
de hoy experimenta en propia carne que el conocimiento y la sabiduría es sólo
acumulación de datos y, a lo sumo, interrelación entre ellos. Se sirve de
síntesis imparciales y tópicos simplistas para seguir caminando. Recuerda las
palabras de Elliot: "Hemos perdido la sabiduría por la mucha especialización; y
ésta por la mucha información".
5. Las nuevas
tecnologías abren inmensos e insospechados campos lúdicos. Todo parece un juego:
el trabajo o los estudios, las actividades ordinarias, la misma comunicación
interpersonal. Se experimenta la vida como un juego, donde, en jerga freudiana,
el yo-niño prevalece sobre los demás. ¿Estaremos condenados a ser eternos
adolescentes?
6. Las nuevas
tecnologías producen la sensación de la temida prepotencia, del poder abarcar
todo y en todos los campos. Nuestros contemporáneos sienten reforzado su
individualismo y su, a veces, marcado endiosamiento narcisista y autista,
socialmente hablando.
7. Las nuevas
tecnologías estimulan a la prisa por los resultados. En el mínimo tiempo, los
máximos resultados (síndromes del microondas y del invernadero) sin importar el
sabor, el esfuerzo, o el valor. Hombres y mujeres de hoy esperan y desean éxitos
y satisfacciones inmediatos, a costa de lo que sea (síndrome del drogadicto).
8. Las nuevas
tecnologías nos hacen ver que todo es caducable e intercambiable. Instalados en
el presente, además nos recuerdan que nada ni nadie es imprescindible. Que
vivimos historias cortas y que, apenas, dejan huella. El hombre de hoy, aún
sintiendo un cosquilleo de vértigo en sus tripas cuando se atreve a pensar en su
futuro, hace realidad el slogam de los años 50: "Vive rápido, muere joven, ten
un cadáver bonito".
9. Las nuevas
tecnologías, aparentemente abren horizontes cosmopolitas, de red internacional
("la aldea global"), pero en realidad contribuyen a crear un mundo doblemente
dual: por un lado, los conectados y los no conectados; y, por otro lado, entre
los conectados, los de primera categoría (los ricos) y los de segunda (que sólo
participan de las migajas tecnológicas). Los hombres del primer mundo, sin darse
cuenta, están contribuyendo, en un mundo globalizado, a asentar la terrible
sociedad de los tres tercios: los integrados; los empobrecidos; y los excluidos.
10. Las nuevas
tecnologías favorecen un mundo inmanente, donde el misterio y lo transcendente
no tiene cabida, en el sentido profundo de la palabra. Dios, a lo sumo, queda en
la "despensa" del disco duro. Prisionero de una tecnología chata y miope.
Difícilmente el hombre de nuestros días descubre que en la vida hay problemas
(para los que existen peritos) y misterios (a los que sólo las creencias pueden
responder).
3. Epílogo lleno de
esperanza
Con lo expresado
anteriormente no nos sumergimos en la acritud, el pesimismo maniqueo, el
derrotismo, o la desesperanza. En la línea de la nueva evangelización, queremos
asumir para redimir y para volver a situar el Norte de nuestra brújula como
catequistas. Para la evangelización de las nuevas realidades técnicas, una vez
más, el reto es el redescubrimiento de la verdadera fe, traducida en el cuidado
de la persona (despertar crítico y comunitario), en el cuidado de la humanidad
(recobrar lo real más allá de lo virtual), en el cuidado del espíritu
(interioridad, profundidad), y, por qué no, en saber proponer la fe como
terapia-schok para despertar. Todo un reto y una hermosa esperanza.
BIBL. — P. MONOT
- M. SIMÓN, Vivir en el cibermundo, Mensajero, Bilbao 1999; J. L. CEBRIÁN,
La red, Taurus, Madrid 1998; G. SARTORI, Horno videns, La sociedad
teledirigida, Taurus, Madrid 1998; D. WOLTON, Sobre la comunicación,
Acento Editorial, Madrid 1999; R. BERZOSA MARTÍNEZ, ¿Qué nos espera en el s.
XXI?, DDB, Bilbao
1998.
Raúl Berzosa
Martínez
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