I.
Conceptos y fines
E1
concepto de «ciencias sociales», expresión que se impuso a partir del mundo
francés e inglés a principios del s. xix, abarca una multiplicidad de ciencias
que se ocupan de lo social. La dificultad en determinar definitivamente el
concepto y los fines de las c.s. estriba en el concepto de lo social.
Lo
«social» incluye no sólo las relaciones entre ---> hombre y hombre, entre
hombre y -> sociedad, sino también el comportamiento de éste con el mundo
de las cosas (economía); e incluso el estudio del hombre en sí mismo presenta
un aspecto social (-> filosofía social en -> sociedad). Si lo «social»
y con ello el concepto de c.s. se refieren a la « convivencia de los hombres»,
entonces su extensión es extraordinariamente amplia, pues incluso los hechos
lingüísticos, históricos y culturales, y otros factores configuran la
convivencia y deben tenerse en cuenta dentro de las c.s. Por eso parece
conveniente delimitar el objeto del conocimiento de las c.s. como «convivencia
en cuanto convivencia» (Geck). O sea las c.s. son un conocimiento de lo que
constituye la convivencia entre los hombres, de sus leyes, de las fuerzas que la
determinan, de los fines a los que tiende.
El
concepto y la extensión de las c.s. dependerán
de la función que se señale a la convivencia. Lo cual implica cierta
indeterminación, que se manifiesta en la manera de ordenar las diversas
ciencias a las c.s. Actualmente las c.s. forman una multiplicidad de disciplinas
particulares, que se mantienen unidas por el tema común del estudio de lo
social, aunque se distinguen por el método y el fin. Generalmente a la ->
sociología se le asigna el papel de una ciencia fundamental. La pregunta por la
unidad de las c.s. queda abierta, la cuestión de una c.s. fundamental y
normativa es discutida. De todos modos, prescindiendo de las exigencias o
consecuencias normativas, los conocimientos de las c.s. sirven a la formación
de una conciencia social en general y tienen importancia para la vida de la
sociedad.
II.
Campos y articulación
Será
inevitable considerar las c.s. desde distintos puntos de vista. De esta manera
cabe descubrir distintos campos y quizá una articulación. Pero, en último
término, se pondrá de manifiesto la necesidad de un complemento mutuo en las
c.s. Partiendo de los fundamentos y considerando la sociedad como un todo o los
problemas de la convivencia en general, se deducen las siguientes ramas:
filosofía social, sociología, psicología social, biología social, pedagogía
social. La mayoría de estos campos son tan complejos, que se requiere una
subdivisión ulterior. La historia social nos lleva a conocer el devenir de los
grupos y de las circunstancias sociales y la investigación sociológica nos
describe los grupos sociales en la actualidad y su manera de comportarse
(estadística social, sociografía). Puesto que los métodos de la
investigación social se orientan en su exactitud por el procedimiento de las
ciencias naturales, la manera de pensar y el aparato científico de las
matemáticas y de la técnica adquieren una importancia cada vez mayor para la
investigación de la vida social y de sus posibilidades.
Si
se consideran los ámbitos en los que se condensa la vida social, hemos de
mencionar las ciencias políticas y la economía, que, junto con el derecho,
tienen tanta importancia para la vida social. En la articulación de los campos
objetivos de todas estas ciencias surge la fundamentación filosófica
(filosofía del -> estado, filosofía del -> derecho), así como
el aspecto del fin ético (ética de la -> economía o de la política), cuya
exposición científica, sin embargo, la mayoría de las veces no se encomienda
a las c.s., sino a la filosofía y a la ética sociales. Esta última debería
estudiar los valores fundamentales en la vida social y subdividirse en
disciplinas particulares según los campos de la misma vida social.
En
el pensamiento cristiano los intentos de articulación de las c.s. parten de las
fundamentaciones filosóficas y teológicas. La comprensión científica de lo
social en el plano óntico y la normativa quedan unidas. Hay que «investigar la
realidad social y exponerla sistemáticamente, por un lado, y elaborar una
doctrina normativa, por otro lado, para aplicarla a los distintos ámbitos de la
vida social» (J. Hóffner). De manera semejante, a base de una conexión entre
ser y deber, se distingue entre c.s. fundamentales (ciencia óntica de lo
social, de la acción y de la configuración sociales) y c.s. derivadas, p. ej.,
derecho, economía, cultura (G. Ermecke). También en virtud de los estratos de
la realidad social se elaboran formas de conocimiento e investigación de la
sociedad, estableciendo en las c.s. un orden correspondiente a la realidad
social según la perspectiva cristiana (G. Ermecke). Si el punto de vista
decisivo de lo social es el ético, que se centra en el -> bien común,
consecuentemente, las c.s. están unidas entre sí y con lo social en la medida
en que tienen importancia para el bien común (A. F. Utz). La doctrina social
cristiana y la teología no quedan subordinadas a las c.s., sino a la teología.
Ciertamente, tienen en común con las c.s. el objeto material, la vida social
del hombre; pero toman en consideración verdades reveladas y la salvación dada
en Cristo para la configuración de la vida social, y conciben lo social como un
orden conjunto de la existencia cristiana.
III.
Evolución y métodos
La
multiplicidad de las disciplinas científicas sobre la sociedad está
condicionada por la complicación de la vida social y por la consecuente
necesidad de comprender y explicar todos los procesos de la vida social.
Ciertamente, el espíritu humano se ha ocupado siempre de cuestiones relativas a
la vida social, pero en tiempos el pensamiento estaba ligado a sistemas
filosóficos o éticos
(filosofía
social, ética social), y también los problemas de la vida económica y los
cometidos de la vida estatal eran abordados en partes esenciales por la -->
ética y por el -> derecho natural. En el s. xix comienza a despertar el
interés científico lo social por sí mismo, y comienzan a despertarlo
particularmente aquellos fenómenos sociales que son conocidos como
relativamente autónomos frente a la vida estatal.
En
los primeros socialistas la ocupación con la sociedad presenta ya rasgos
sociológicos y reformadores. En A. Comte la sociología alcanza un transitorio
punto cumbre, por el hecho de que él, en cuanto sociólogo, deja atrás el
estadio teológico y metafísico del conocimiento y se esfuerza por conocer
científica o positivamente al hombre y a la humanidad junto con su futuro.
Antes de que en Alemania pudiera imponerse un peculiar y especializado
pensamiento científico sobre la sociedad, las ciencias políticas, entendidas
enciclopédicamente, hubieron de desmembrarse en el derecho, la economía y la
sociología como ramas autónomas, aunque con muchos puntos comunes. De la
filosofía del derecho salieron impulsos para la comprensión y el fomento de la
sociología sobre una base orgánica (G.W.F. Hegel, C.F. Krause, H. Ahrens). R.
v. Mohl y L. v. Stein abren la mirada a la sociedad «burguesa», K. Marx
descubre la sociedad de clases. A. Scháffle y otros edifican sistemáticamente
la base orgánica de la sociología. Por los trabajos de la más reciente
escuela histórica, bajo la dirección de G. Schmollers, la economía nacional
adquiere una importancia que repercute en la evolución de las c.s. y en la
reflexión sobre sus tareas y métodos.
Ha
sido importante la discusión entre la c.s. que se sabe vinculada a una tarea
política y social, estableciendo una valoración (G. Schmoller), y la que se
desenvuelve al margen de todo valor y de todo fin en el plano sociológico (M.
Weber, W. Sombart). Por un lado en economía se afirmaron fines prácticos, en
conformidad con ciertas valoraciones, pues cabe constatar valores, no sólo
subjetivos sino también objetivos, que sirven de meta y tienen un carácter
obligatorio tanto para la investigación científica como para la configuración
social. Por otro lado, sin querer negar las ideas subjetivas sobre los valores,
por razones de metodología científica se exigió una separación rigurosa
entre conocimiento y juicio valoratíva, entre investigación y fin a conseguir.
Como lo muestra la bibliografía aparecida hasta ahora, el debate todavía no ha
llegado a su fin y a su manera interesa también a la sociología («¿Cómo ha
de realizarse en la sociología la abstención de todo juicio valorativo?»). Y,
a este respecto, se estudian los presupuestos científicos, históricos y
sociales de la disputa sobre los juicios valorativos («¿Desde qué condiciones
sociales crece el postulado de una ciencia libre de juicios valorativos?»).
Ante la evidencia de que en la discusión sobre los juicios valorativos se
debate «la integrante función social de las c.s.» en general (Ch. v. Ferber),
o sea, la importancia y la eficacia de las c.s. para la vida social, en la
actualidad se ha modificado el planteamiento del problema. Sigue en pie que no
está justificada la mezcla entre el conocimiento científico de la sociología
y el juicio valorativo, pero discrepan las opiniones sobre la aplicación y la
obtención de conocimientos científicos de la realidad social. El programa
científico del neopositivismo (Círculo de Viena; K. R. Popper y otros)
distingue entre hechos y decisiones o normas, que no pueden reducirse a los
primeros (dualismo crítico). La c.s., a base de análisis, puede esclarecer
alternativas de la acción con relación a determinados fines previamente
establecidos que es posible llevar a cabo social y técnicamente. Con lo cual,
en orden a la praxis, ella posee un carácter informador que no puede tenerse en
poco. Por otro lado se atribuye a la c.s. una más amplia misión de
asesoramiento, la cual no excluye conocimientos fundamentales sobre las
finalidades de la sociedad y de la vida social. En una especial c.s. normativa
(G. Weisser) se deben estudiar los presupuestos de la vida social.
IV.
Panorámica
Continúa
siendo dudoso si está concluida la discusión sobre la valoración y la
aplicación de los conocimientos de las c.s. Hay decisiones que, por encima de
las categorías de lo posible e imposible, de lo oportuno, de lo calculable y
realizable, apuntan hacia lo moralmente posible o permitido. La c.s. normativa
exige que se parta de «juicios fundamentales sobre los valores». La
responsabilidad pide que se introduzcan los «intereses y las decisiones
fundamentales» fundados en la propia
persuasión, los cuales responden al sentido de la vida humana.
Las
buscadas y exigidas premisas meta-sociológicas no podrán determinarse
fácilmente, mas no cabe rechazarlas como no científicas, con tal que a base de
conocimientos fundamentales se apliquen a lo experimental por un método
correcto. Han de lograrse sobre la base de una interpretación de lo social y de
la vida humana en general, de modo que no cabe negar su importancia a un
sociólogo orientado metafísica u ontológicamente. De cara a una
diferenciación ulterior de la vida social y a los conocimientos que aquélla
implica, y de cara a una ulterior planificación de lo posible y necesario para
la convivencia humana, no podrá renunciarse al conocimiento unificante de los
puntos de partida socialmente obligatorios.
Joachim
Giers
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