El sentido
económico de la colectas en la Iglesia es, al menos doble: ayuda al
sustentamiento de la propia Iglesia para que pueda cumplir todos sus fines y,
además, es claro signo de solidaridad con los más pobres, sean o no creyentes.
Las colectas, poco a poco, se deben ir transformando en donativos "permanentes"
y en ayuda a Fundaciones. En este sentido no basta con ayudar a la Iglesia, o a
diversos colectivos desfavorecidos, una sóla vez al año. Tenemos que crear una
actitud y hábito de colaborar siempre. Por eso, este apartado de donativos debe
figurar con normalidad a la hora de hacer nuestro pequeño presupuesto personal o
familiar (cf. Comunicación de bienes).
Raúl Berzosa
Martínez
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