TEOLOGÍA MORAL
SUMARIO
I.
Naturaleza de la comunicación.
II.
Dinámica de la comunicación:
1. Actividades de comunicación;
2. Comunicación y persuasión;
3. ¿El medio es el mensaje?
1. Actividades de comunicación;
2. Comunicación y persuasión;
3. ¿El medio es el mensaje?
III.
Los instrumentos de la comunicación:
1. "Mass media" e instrumentos de la comunicación social;
2. El sistema de comunicaciones y la cultura de masas;
3. La cultura de lo imaginario;
4. Apocalípticos e integrados.
1. "Mass media" e instrumentos de la comunicación social;
2. El sistema de comunicaciones y la cultura de masas;
3. La cultura de lo imaginario;
4. Apocalípticos e integrados.
IV.
Comunicación de masas y evangelización:
1. "Conversión" a los "media";
2. Tentaciones "electrónicas";
3. Salvar los "media";
1. "Conversión" a los "media";
2. Tentaciones "electrónicas";
3. Salvar los "media";
V.
Orientaciones éticas:
1. "Communio et progressio";
2. Fundamento teológico;
3. Libertad de comunicación y sociedad;
4. Opinión pública en la Iglesia;
5. Exigencias morales de la comunicación.
1. "Communio et progressio";
2. Fundamento teológico;
3. Libertad de comunicación y sociedad;
4. Opinión pública en la Iglesia;
5. Exigencias morales de la comunicación.
I.
Naturaleza de la comunicación
El
fenómeno de la comunicación (=c.) se perfila en las principales áreas del
saber que se ocupan de él (la lingüística, la semiótica, la sociología)
bajo un doble aspecto descriptivo: la c. como transmisión de datos (Roman
Jakobson) y como interacción entre actores sociales, el emisor y el
destinatario del mensaje (Austin, Benveniste, Greimas). Los dos paradigmas son
complementarios en relación con una definición lo más exhaustiva posible de
la compleja actividad mediante la cual un dato es comunicado (puesto en común).
El
dato es el mensaje: el contenido de conciencia (idea, emoción, noticia,
información) trasmitido por un emisor (individuo, institución, grupo) a
un destinatario (individuo o grupo). La transmisión se efectúa mediante
un conducto físico (canal, contacto), que es el medio, entendido como puro
medio técnico de emisión, y no en las señales de que es portador; por
ejemplo, el periódico es medio en cuanto papel impreso, pero no por una
determinada forma de paginación del texto. El mensaje se presenta bajo dos
aspectos inseparables "como las dos caras de un único folio" (De
Saussure): el significante, la forma expresiva (una acción tomada en
plano de secuencia, la paginación de un periódico, el primer plano de un
rostro), y el significado, el contenido, la emoción, la persuasión
expresada. Previo a todo acto de comunicación es el código: un conjunto de
signos sensibles a los que emisor y destinatario atribuyen idéntico
significado; es el repertorio al que el emisor hace referencia para dar forma al
contenido de conciencia y convertirlo en
una información que el destinatario sea capaz de descifrar. Finalmente, el
mensaje se sitúa en un contexto que con frecuencia condiciona el impacto
real; su extensión es bastante variada: va de la "circunstancia"
tiempo, lugar, espacio, estado de ánimo, modalidad técnica del acto de c.
hasta la globalidad del discurso en que se inserta un mensaje (p.ej., la
conclusión moral postiza desmentida por la trama del telefilme).
Esta
"puesta en común de datos" es también interacción entre sujetos,
emisor y destinatario. No se reduce a una transferencia de contenidos. Incluso
cuando parece un simple paso de información comporta una elaboración de la
realidad con vistas a una re-presentación a través de signos; tal
representación pretende proponerla, bajo nueva apariencia, a la adhesión del
receptor. Además, en muchas ocasiones la c. se presenta explícitamente como
promesa, invitación, demostración, con lo cual provoca en el destinatario
reacciones de aprobación, negación, duda, neutralidad. El proceso de c. es,
pues, susceptible de ser presentado en términos de encuentro, enfrentamiento,
desafío, cooperación: así lo que era propio y exclusivo de un individuo (o de
un grupo) es transportado a la conciencia de otros, pero tejiendo y alimentando
a.la vez una red de relaciones interpersonales.
En
esta interacción reside la fuerza intrínseca de "socialidad" de la
c. La sociedad nace por la c. y vive de c.; la crisis de la comunicación es
inevitablemente crisis de la convivencia social, de cualquier dimensión o
naturaleza (civil o religiosa). Como ha señalado G. Tinacci Mannelli, la misma
etimología de la palabra confirma la estrecha interdependencia entre
"comunicación" y "sociedad". C. proviene del latín communis,
compuesta de cum (con) y munia
(deberes, vínculos). Este vocablo (raíz ma=ceñir) da origen en el latín a
una serie de términos con significados convergentes a partir del concepto base
de "ponerse juntos": moenia, los muros que encierran a la ciudad, de
aquí moenire, fortificar; munus, el obsequio signo de la unión entre donante y
receptor. Otra característica consiguiente de la "socialidad" de la
c. (señalada con énfasis por IM y CP) es la de ser protagonista de un
"progresivo aumento de las relaciones de convivencia, con varias formas de
vida y de actividad asociada" (CP 24; 73), creando relaciones entre grupos
y personas a niveles potencialmente planetarios. Los mass media son los
artífices de la transformación del mundo en una "aldea planetaria" (McLuhan).
II.
Dinámica de la comunicación
1.
ACTIVIDADES DE COMUNICACIóN. La emisión implica el empeño de dar forma al
contenido de conciencia que se quiere comunicar'con la atenta referencia a un
código en continua evolución y caracterizado por algunos aspectos específicos
y diferenciaciones variables según los temas que se comunican y los grupos a
los que se dirige. Las cualidades de claridad, originalidad, credibilidad
(competencia, desinterés, sinceridad) son esenciales para otorgar al emisor
(que el receptor tiende a personalizar) prestigio y capacidad de persuasión.
También
la recepción es actividad. El receptor, debe, ante todo, decodificar el
mensaje, "leer" el contenido de conciencia que le ha formulado el que
emite. La operación se realiza en base al código común. El emisor puede,
según los casos, facilitarla, complicarla y hacerla sugestiva, rompiendo o
superando el código con los resortes de la
creatividad expresiva (que va desde la invención de eslóganes hasta la
elevación poética). Además, la subjetividad del receptor interviene por los
menos como precomprensión, y hace que el significado del mensaje tal como es
recibido por el destinatario no coincida nunca exactamente con el que ha enviado
el que lo emite.
Con
el fin de preservar el mensaje lo más posible de la influencia de las
reinterpretaciones y malentendidos, el comunicador puede recurrir a la
redundancia (explicitaciones y repeticiones destinadas a subrayar su idea),
hacer el contenido lo más elemental y simple, potenciar la idoneidad de los
signos, que es preciso comunicar teniendo en cuenta un público limitado y
preciso a medida del mensaje' y ,adoptarido su lenguaje y mentalidad.
Frente
a la c., el receptor no es la tabla rasa que se ofrece pasivamente, disponible a
todo tipo de influencia. Selecciona el material de la comunicación, tiende a
evitar exponerse a las formas de c. que contrastan con las propias convicciones
y los propios intereses y prefiere relacionarse con aquellas que están de
acuerdo con él. Podríamos decir que el que compra un periódico no busca
noticias; sirio algún tipo de gratificación en la lectura de noticias y
opiniones presentadas según criterios selectivos e interpretativos idénticos a
los suyos. Además, el receptor recuerda en lo que ha visto y leído el material
que sostiene su propio punto de vista o está en sintonía con sus propios
gustós. Lo vuelve a exponer a su vez a otros, generalmente enfatizado por la
asimilación subjetiva a que lo ha sometido. La percepción y la interpretación
del mensaje es sobre todo selectiva, en el sentido de que tiende a
"desnaturalizar" el contenido tratando de encontrar elementos que
apoyen las convicciones que le animan, de forma que el mensaje es más un factor
de consolidación que de cambio de las opiniones ya mantenidas.
El
demócrata lee periódicos democráticos, y si lee un periódico republicano se
hace más demócrata todavía: es el ejemplo ya proverbial de la llamada ley de
la "exposición-memorización- percepción selectiva" -en la que J.
Mapper, E. Katz y P. Lazarsfeld formulan los efectos de la comunicación de
masas-, antes expuesta en sus elementos más fundamentales. Con relación a
nuestro interés ético es importante subrayar tres datos: Primero: es una ley
estadística; se basa en las grandes cifras, por lo que el comportamiento de un
receptor puede ser distinto. Segundo: se da por supuesto que el usuario posee
convicciones y/o información sobre el tema al que aluden los mensajes
comunicados. Cuanto más dubitativo, inseguro y desinformado, tanto menos activo
y selectivo es ante la c., y por lo tanto más influenciable y vulnerable.
Tercero: los mass media pueden suplir la propia incapacidad para modificar las
convicciones con un efecto más sutil: imponen al público el argumento o el
hecho sobre el que pensar con carácter prioritario; y, además, a través de
una elaboración fascinante y espectacular, influyen de forma gradual e
insensible hasta sobre las actitudes ideológicas (E: Katz).
El
receptor, por su parte, ante la afluencia masiva de las c. no es un individuo
aislado o disperso entre un público fragmentado e indiferenciado, como si fuera
empujado por un tifón o un aluvión. Forma parte de un grupo social, y los
medios le llegan con la. mediación de los líderes de opinión. Estos
"guías de opinión" pueden ser periodistas, animadores de
transmisión (anchor man, el hombre ancla o el personaje principal de un
telediario o de un show), políticos, exponentes
de la cultura o del espectáculo, etc. La comunicación fluye, pues, por dos
niveles (Two Steps Flow of Communication): entre el que la emite y el que
la recibe actúa de forma esencial la función de filtro ejercida por los
líderes de opinión. Los estudiosos (Lazarsfeld, Berelson, Gaudet, Katz) se
muestran divididos al señalar uno de los dos posibles niveles en el recorrido:
el flujo de comunicación llega a los líderes de opinión, y de éstos al
público; el flujo de la comunicación llega inmediatamente al público, y los
líderes condicionan la respuesta de la mayoría de los receptores reforzando o
modificando el contenido de la comunicación. Generalmente, los líderes de
opinión están integrados en el sistema de c. dominante. Son líderes
precisamente porque, al ser más sensibles a los fenómenos de aprobación o
reprobación de lo que el mensaje es capaz de suscitar, están dotados también
de las cualidades comunicativas indispensables para determinar el refuerzo de la
aceptación y la comprensión de quienes desaprueban (A. Belloto).
El
hecho de que el público, blanco de la comunicación, reaccione de un modo y
pueda rechazar el mensaje invirtiendo su sentido induce a la fuente de la
comunicación a una constante y puntual verificación del éxito de su
actividad. Punto fundamental de este análisis autocrítico es el intento por
superar la unidireccionalidad de su flujo (del que emite a su destino) mediante
un procedimiento que provoque una respuesta (feed back). Se trata de
estimular al receptor a que explicite en los términos más claros, exactos y
amplios su reacción al mensaje. El medio principal para tal reconocimiento es
el sondeo de opinión; pero también los "índices de aceptación y
escucha" aportan datos cuantitativos sobre la audiencia o uso. Los
resultados así obtenidos se convertirán en criterios base de una eventual
renovación de la c. en lo que a contenidos y expresiones se refiere. De ahí la
importancia de la fiabilidad de los datos del sondeo, que es proporcional al
carácter científico con que se ha realizado. El método más serio (aunque mal
usado en los falsos sondeos tan de moda en programas de televisión, periódicos
y semanarios) es el que recurre al panel analysis: son tests de
contenido idéntico o semejante propuestos en distintos momentos, en términos
diferentes, a muestras de público distintas, pero de representatividad
análoga. Es necesario que la muestra sea verdaderamente representativa del tipo
de receptor al que la c. se dirige; las preguntas deben ser comprensibles y que
no condicionen una respuesta determinada, sino que susciten respuestas
objetivas; el coloquio debe desarrollarse de forma que no excluya las ventajas o
los inconvenientes de las respuestas que se dan; la elaboración estadística de
la información debe ser correcta,, etc.
2.
COMUNICACIóN Y PERSUASIóN. Persuadir, llevar a alguien a pensar o actuar de
una determinada manera, es el objetivo último de la c. Los factores más
importantes que concurren a imprimir capacidad persuasiva al mensaje son:
-
La importancia de lafuente, que depende
sobre todo de la credibilidad de que goza la fuente ante la audiencia. Sus bases
son: la "pericia", cuyos indicios son la competencia específica, la
posición social y las dotes personales de expresión; la sinceridad, que
elimina cualquier sospecha de facciosidad propagandística y de servilismo a
intereses ajenos o propios; es notable también la importancia del medio del que
dispone la fuente (el prestigio del periódico da crédito incluso a la firma
más modesta).
-
La articulación del mensaje. La
influencia de las motivaciones emocionales es mayor que la de las racionales: de
ahí la creciente espectaculandad de todo tipo de información (la paginación
del periódico es un reflejo del montaje cinematográfico; el lenguaje y la
presencia de los políticos en la pequeña pantalla cada vez va más unida a los
mecanismos de cierto divismo menor). Es muy importante la observación de
Joubert: "Se puede convencer a los demás con las propias razones, pero no
se les puede persuadir sino se recurre a sus (de ellos) propias razones".
Es preferible insistir sobre lo que el público "siente" a provocar el
choque con la novedad, con lo que le es ajeno. ¿Es más persuasiva una
presentación unilateral (exponiendo sólo los motivos favorables) o bilateral
(también con las razones contrarias, pero, naturalmente, rebatiéndolas) del
mensaje? A1 debatir este tema aparecen algunas convergencias sobre algunas
constataciones: Primera: la presentación bilateral potencia la
credibilidad de la fuente: manifiesta la competencia, la seguridad y la estima
en que tiene a su público receptor. Segunda: si la audiencia es de
escaso nivel cultural o mal dispuesta hacia el mensaje de la c., la
presentación bilateral es un riesgo: si las motivaciones contrarias son
presentadas con ecuanimidad, pueden salir reforzadas; en cambio, si son
expuestas de modo sumario o polémico, su emisión así se descalifica, en
detrimento absolutamente de las propias razones. Entre las vías propuestas para
inducir nuevas persuasiones en el público superando las defensas señaladas en
la ley "exposición, memorización, percepción selectiva" parece
tener más interés la de señalar "aspectos intermedios" o
"aspectos secundarios" del convencimiento en cuestión (es más fácil
demostrar la existencia de Dios insistiendo en que su existencia es la garantía
absoluta de los derechos del hombre que partir
del principio de causalidad eficiente).
3.
¿EL MEDIO ES EL MENSAJE? The medium is the message (1960) es la tesis
fundamental del sociólogo canadiense Marshall McLuhan. El afirma que todo
instrumento tecnológico es la prolongación-potenciación de un sentido o de
una capacidad del hombre: el martillo de la mano, la rueda del pie, el vestido
de la piel, el tomavistas del ojo, etc. Por consiguiente, el primer efecto real
(mensaje) de la comunicación no es tanto el contenido temático como la
modificación inducida por el medio en la estructura sensorial-perceptiva
humana. En 1967 McLuhan modifica su frase por otra que resulta llamativa:
"el medio es el masaje". El discutido y genial autor de Los
instrumentos del comunicar, con sus intuitivos eslóganes, tuvo el mérito
de poner de relieve el hecho de que el medio no es un simple vehículo de
contenidos; sometiéndole a masajes continuos, es decir, modificando su
dinámica psíquica, genera en el hombre un nuevo modo de conocer y de
expresarse.
III.
Los instrumentos de la comunicación
La
terminología adoptada por la publicidad para designar los canales de la c. es
variada, fluctuante y no exenta de cierta ambigüedad. Actualmente parece que se
impone el uso de términos como mass media, audiovisuales, mass
communications. "Audiovisuales" tiene el inconveniente de no hacer
referencia a la prensa. El.concepto de masa incluido en las otras dos
expresiones, además de ser sociológicamente un tanto vago, está marcado por
una connotacióq negativa: parece unir en el público lo heterogéneo, inestable
y pasivo, como individuos anónimos sobre
los que la c. ejercería su despotismo alienante, precisamente la masificación.
"Media" (del latín medium, medio) no resalta suficientemente
la dimensión técnica, mientras "communications"(comunicaciones)
pecaría de abstracto. Este análisis crítico de los términos corrientes para
designar los soportes técnicos de la comunicación tuvo especial importancia en
los estudios y discusiones preparatorias del decreto conciliar, que terminaron
con la adopción de la fórmula "instrumentos de comunicación
social".
1.
"MASS MEDIA" E INSTRUMENTOS DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL. La expresión
"instrumentos de la comunicación social" no es puramente descriptiva;
implica una concepción ética del fenómeno. Aunque prevalece en el lenguaje
del magisterio y de la teología católica, no parece abrirse paso en el sector.
Tiene .ventajas de innegable valor, amplitud y precisión, a condición que se
le dé el significado con que se usa en los documentos del magisterio a partir
de la promulgación del Inter mirifica (1963). De esta manera la
expresión "instrumentos de comunicación social" ha quedado como la
forma habitual que en teología se usa para referirse al área de los medios de
c. designados como mass media.
Son
reconocidos como mass media los que reúnen simultáneamente tres
condiciones fundamentales: acentuado tecnicismo, la enorme idoneidad para
comunicar, el área de difusión potencialmente ilimitada por la capacidad
indefinida de reproducir mecánicamente el producto-medio. Este (vídeo, filme,
cinta...) cada vez más es denominado sofware (producto ligero), en
contraposición a hardware (producto pesado, la maquinaria o instrumental
que produce o capta mensajes, desde el emisor televisivo a la central de datos).
De esta manera se consideran como mass
media (y por lo tanto como instrumentos de comunicación social) de pleno
derecho la prensa diaria y periódica, el tebeo, el cine, la tv, la radio, el
disco, las cintas, el casete, la publicidad, la propaganda, las técnicas de l
informática (de infor(mation)-(auto)matigue) y la telemática. No se
considera como tal al libro (ya que contiene más que difunde cultura; en
cambio, lo es el mass medium de bolsillo), el teatro, la pintura, la
escultura, la música de concierto (considerados espacialmente), mientras sí
que lo es su grabación mecánica (por aire o disco):
En
qué medida pierde la obra de arte a nivel de expresión o de fruición cuando
se la transforma en un producto de mass media -a través del cine, la tv
o la difusión por radio, disco, cintas- raramente se advierte. La grabación,
incluso la de mayor fidelidad, modifica la calidad del sonido y de la imagen. La
experiencia directa de la obra es sustituida además por la escucha de una
imagen de la música o por la visión de una imagen del cuadro o del
espectáculo teatral (en definitiva, tomado en el ángulo y encuadre elegido por
una tercera persona: el director) (E. Gilson).
Hay
además otras características posibles en los medios (U. Eco). a) Son
genealógicos: una invención en ellos suscita imitaciones en serie, es el
principio de un lenguaje común. b) No tienen memoria: nadie recuerda
cómo se ha producido la cadena de imitación, el último de los anillos es
fácilmente confundido o preferido a la originalidad del primero. c) Los media
tienden a multiplicarse: todo joven que lleva una camiseta, a través del
dibujo que muestra en el pecho hace publicidad de la propia camiseta; en un
programa-incluso cultural de televisión- aparecen en pantalla estos jóvenes
con la camiseta etiquetada de esa manera; los espectadores jóvenes
y mayores compran nuevas camisetas con ese dibujo porque eso hace joven... (es
un simple ejemplo de cómo se entrecruzan por lo menos tres mensajes: el de la
etiqueta de la camiseta por la calle, el de la etiqueta de la camiseta por la tv,
el de lo que ocurre y se dice en la escena televisiva en que aparecen las
personas con esa indumentaria...).
La
expresión "instrumentos de comunicación social" tiene el mérito de
resaltar otros factores importantes. -Primero: el instrumento hace
referencia a una técnica concreta. Todos los instrumentos son medios, pero no
todos los medios son instrumentos; es decir, no todos los medios están dotados
de las cualidades necesarias para ser utilizados para conseguir un determinado
efecto (causas instrumentales). Algunos medios pueden ser sólo la condición
que permite o favorece la acción de la causa, como el catalizador en una
reacción química, el éter para la transmisión de las ondas
electromagnéticas del emisor de tv. -Segundo: la idea de instrumento
comporta un agente primario, que siempre es al final un agente humano, con las
consecuencias correspondientes sobre la responsabilidad moral y la constitución
de mensaje como contenido de conciencia. -Tercero: la calificación
"social" resalta el papel promotor de socialización inherente a la
actividad de c. El código al que el emisor se refiere y que contribuye a
enriquecer con la propia originalidad es patrimonio común. Toda comunicación
desencadena una serie inextinguible e incontrolable de comunicaciones sucesivas.
La comunicación es el factor principal de la convivencia social.
2.
EL SISTEMA DE COMUNICACIONES Y LA CULTURA DE MASAS. A cualquier observador
atento le parece evidente que en la sociedad actual la emisión de la
comunicación social (= c. s.) va asumiendo estructuras cada vez más complejas.
El individuo, qué -solo o en equipo- proyecta o realiza un determinado programa
de mass media, acaba integrado en el ámbito de los aparatos
tecnológico-organizativos, cada vez más articulados, extensos y sofisticados.
La creación, la producción y la comercialización-distribución del mensaje
corresponden a una mecánica estructurada con vistas a la máxima difusión. Las
grandes c. toman así el aspecto de actividades industriales gestionadas por
grupos de poder que las financian con la finalidad de sacar beneficio. Las c. de
masa son, en definitiva, producto (cultural), y el público un mercado de
consumidores. La transmisión de ideas, información y loisir debe estar, por
consiguiente, en función de los intereses económicos e ideológicos de los
grupos dominantes. Hay que notar también que con frecuencia la propiedad
corresponde a holdings que están presentes en múltiples sectores del
mundo económico además de la c. El impacto ideológico, político y económico
de las grandes c. (en primer lugar la tv y la prensa) en la sociedad es de tal
proporción que el poder estatal tiende a encuadrarlas en un status jurídico
que es fiel reflejo del régimen social por el que se rige.
Se
dan tres situaciones fundamentales, susceptibles de variantes secundarias. a)
Sistema de monopolio: es típico de los Estados totalitarios. El Estado detenta
el monopolio absoluto de todos los servicios de c.s.; son instrumentos de su
exclusiva propiedad, destinados a manipular la información, alimentar el
consenso y educar al pueblo. b) Sistema de competencia: la c. es el terreno en
que interviene la iniciativa privada, que actúa en él según las leyes del
mercado. Es•el caso de USA, donde el gobierno federal se limita a financiar
una red televisiva dirigida exclusivamente a fines culturales y didácticos.
Teóricamente es la situación ideal. En realidad, su funcionamiento está
comprometido por la prepotencia de los trust, auténticos oligopolios, cuyo
mayor peligro es el de cultivar un conformismo ideológico y cultural en el que
la creatividad y el disentimiento tienen cada vez menos espacio. c) Finalmente,
el sistema mixto entre una parte que gestiona el Estado y otra parte
independiente y privada gestionada con criterios de mercado. Es el modelo que se
va instaurando en los países de Europa occidental. El riesgo está en que los
partidos gobernantes violen la autonomía del servicio público asumiendo su
dirección y que grupos políticos ejerzan su propia influencia hasta en el
sector llamado independiente mediante actuaciones financieras y adquisiciones de
parte de la propiedad.
La
consecuencia más preocupante del sistema de los mass media es que la c. se
reduzca a "transacción económica" (G. Piana). Los mass media se
convierten en el producto de una industria de la información regida en primer
lugar por el principio del beneficio. El hombre al que se dirige es tratado como
"algo cuantificable", y el público es un mercado evaluable en
términos de consumo. Los datos económicos -como la difusión (el número de
copias vendidas) de un periódico y los índices de aceptación (número de
espectadores) de un programa de televisión- adquieren una importancia
económica decisiva (p.ej., crecimiento en términos de valoración
publicitaria) y cualitativa (la aceptación del público decide la validez del
producto). Además, la búsqueda de la mayor audiencia posible (el mayor número
de consumidores, lectores, espectadores) conduce a equilibrar la calidad del
producto en los mínimos.
Precisamente
por esto las connotaciones de la expresión cultura de masas
instaurada por los mass media tienen
un cierto sentido negativo: es evasiva, superficial, vulgar, interpreta y
condiciona, además, el gusto del público hasta el punto de conseguir
-utilizando bien los recursos económicos y técnicos- que prefiera los
programas que se le han preparado para que elija.
3.
LA CULTURA DE LO IMAGINARio. El tipo de cultura de masas que los mass media producen
es una "cultura de lo imaginario" (E. Morin). Cada uno tiende a
someterse a modelos uniformes de comportamiento que cree elaborar personalmente,
cuando en realidad le son inspirados en "lúcidos paquetes" que le
ocultan la fuerza de la homogeneización y la miseria social y existencial. 0
Imaginación es sinónimo de optimismo. A cada necesidad, problema o exigencia
verdadera o ficticia pone al alcance de la mano una serie indefinida de
posibilidades y soluciones: basta adquirir un determinado producto, dirigirse a
la empresa adecuada, comenzar un crucero o recurrir al médico o al producto
farmacéutico adecuado. Si hoy no se puede vivir todavía de una determinada
manera, podemos hacernos la ilusión de conseguirlo algún día, como les ocurre
a los personajes de las series de televisión o de dibujos animados. 0 Este tipo
de producto imaginario realiza la masificación a través de los fines (un
estilo de vida asentado en el materialismo) y en las formas (una credibilidad
derivada de la sugestión espectacular y la neutralización del sentido
crítico). O Tal masificación tiene sus diferencias y se da de modo articulado
según los medios en que se realiza. Por ejemplo, existe el diario y la
película de compromiso para el público de un cierto nivel; el rotativo, el
tebeo y la telenovela pretenden la audiencia de calidad subalterna; no falta el
documental de denuncia social o de análisis moral, pero relegado a horas de
mínima audiencia; dentro de una misma cabecera aparece la publicidad adecuada
al programa, publicidad elemental para productos de gran consumo y publicidad
elitista para los productos refinados y costosos, hasta publicidad de cierto
nivel cultural. Pero en esta calculada diferenciación abierta casi hasta el
infinito "se puede decir con razón que cambiando los factores el producto
no se cambia. Los contenidos de fondo tienden siempre a la integración, al
conformismo" (M. Livolsi),
4.
APOCALIPTICOS E INTEGRADOS. Esta tendencia a la que han dirigido sus funciones
los mass media ha suscitado, y sigue suscitando, dos actitudes opuestas:
la de los apocalípticos y la de los integrados (U. Eco). -Los apocalípticos
condenan los mass media como fuerzas de homogeneización cultural: lo
invaden todo y cada vez más, destruyen las subculturas locales específicas y
hacen inútiles las opciones éticas personales: inculcan pasividad y
sometimiento a la realidad; imponen mitos colectivos y lugares comunes
destinados a reforzar la adecuación al status quo y al conformismo. Su
integración en el sistema de producción consumista los convierte en
instrumentos muy funcionales para cultivar nuevas necesidades que terminan por
alienar al hombre más que promover su personalidad. -Del lado opuesto, los integrados
defienden en los mass media el hecho de ser instrumentos de
participación en la vida cultural, social y política. La abundancia de
información que hacen llegar a todos los estratos de la población la
consideran como promoción a una forma más consciente y digna de vivir y
sentir. La uniformidad cultural que provocan la acogen como superación de
barreras y diferencias de mentalidad y de clases y creación de
una conciencia más adulta y universal.
Hay
que hacer notar que el impacto imparable de los media (y en primer lugar
de la tv) en el vivir de cada día está en la raíz de algunos tipos de
comportamiento no investigados todavía suficientemente. Sobre todo en el campo
de la información: un hecho, un personaje, un filme o un libro existe y es
importante (para la gente) sólo si aparece en la pequeña pantalla. La
multiplicación de noticias parciales, y con frecuencia contradictorias, sobre
un mismo hecho expone al oyente desorientado al riesgo de no conseguir hacerse
una idea de lo ocurrido (la pulverización de la información produce
desinformación). El recurso a la.temporalización regular (p.ej., los
interminables capítulos de las telenovelas), la ritualización (el horario del
telediario) introduce poco a poco la sensación gozosa de disfrutar del medio
como de algo esencial dentro de la normalidad de la vida. Mientras el clásico
divismo del cine exaltaba en la estrella correspondiente la fascinación de lo
inaccesible, el divismo de la televisión sublima lo cotidiano, al señor del
piso de arriba. De esta manera posee un coeficiente de identificación mucho
mayor por su agilidad y por su insensibilidad.
Y
a propósito de los problemas de agresión que producen los mass media es
digno de resaltar:
-
La contraposición entre la denominación de los media (apocalípticos) y
su sacralización (integrados) nos parece inaceptable. Los media, además
de ser insustituibles en el desarrollo de la realidad social tal como de hecho
es, son "por su propia naturaleza" instrumentos de valoración humana;
se sitúan, efectivamente (es la afirmación del comienzo del decreto conciliar
con el significativo título Inter mirifica), "entre las
maravillosas invenciones técnicas que, sobre todo en nuestros días, el genio
del hombre ha sabido sacar de entre lo
creado, con la ayuda de Dios" (IM 1). Todo depende del uso que se le
asigna. Entre otros, en el sistema de producción, junto a los "ejecutivos
especializados" en aportar al comprador lo que se considera más vendible e
ideológicamente rentable, actúan también los "productores de
cultura": aquellos que conciben, interpretan y realizan las obras y que,
por encima de las posibilidades que el ambiente les aconseja, tienen
realizaciones y espacios de iniciativa y creatividad. De hecho hay un dato: la
industria de la cultura multiplica las ediciones económicas de obras de valor
cultural y artístico. Y no sólo eso: a veces por motivos de marketing esa
misma industria se convierte en medio de difusión espectacular de ideas,
denuncias morales, exigencias sociales presentes en la sociedad, pero de
difícil difusión. Al mismo tiempo la gente accede a los mensajes (como ya
hemos visto antes, > arriba, II, l), condicionada previamente con criterios
de selección: habrá que tratar de profundizar en el sentido de seriedad y en
el sentido crítico.
-
La misma ingente difusión de los media tiende a desmitificarlos. El
habituarse a las imágenes (mucho más si se manejan con mando a distancia)
cierra cada vez más en los usuarios jóvenes el reflejo mágico que tiende a
identificar imagen y realidad. El uso de los media por parte de uno mismo
(tomavistas, vídeo, ordenadores domésticos, etc.) hace que la persona adquiera
un sentido de superioridad y de independencia sobre ellos, condicionándolo
positivamente cuando se hace receptor y consumidor de emisiones.
IV.
Comunicación de masas y evangelización
1.
"CONVERSIÓN" A LOS "MEDIA". El magisterio hace ya tiempo que
superó la actitud de desconfianza que se le atribuye en sus relaciones con los media
y que procede de algunas anécdotas y del retraso crónico que algunos
sectores del mundo católico tienen con respecto a la enseñanza pontificia
sobre esta materia. La exhortación de Pío XII a los obispos latinoamericanos
para "utilizar con valentía las nuevas ayudas -como la prensa y la radio-
para difundir e imprimir en las mentes la palabra de Dios y las enseñanzas de
la Iglesia (Car. Ad Ecclesiam Christi, 29 de junio de 1955) se desarrolló en el
decreto conciliar Inter mirifica (n. 13), promulgado el 4 de diciembre de
1963, y todavía más en la instrucción pastoral Communio et progressio, del 23
de mayo de 1971 (nn. 126134), con la aceptación de los medios de c. de masas
como instrumentos de evangelización: "(...) a ejemplo de los apóstoles,
que recurrieron a los medios de comunicación de que disponían en su tiempo,
hoy la misión apostólica debe completarla recurriendo también a los medios e
instrumentos actuales. Así pues, hay que decir que no sería obediente al
mandato de Cristo quien despreciase las enormes ventajas que estos instrumentos
suponen y aportan para hacer llegar a gran número de personas la doctrina y los
preceptos del evangelio" (n. 126). No sólo los mass media son aceptados y
reconocidos como valiosos, incluyéndolos entre las "maravillosas
invenciones técnicas" (IM 1), sino que sin prejuicios de ningún tipo
hacia ellos se les declare como muy idóneos para comunicar el mensaje
evangélico. Y para esta función -añade la CP 1415- no se les debe manipular,
sino que sus características de expresión, técnicas y sociales, deben ser
respetadas y potenciadas. En efecto -explica CP 14, citando la GS 36-, "en
virtud de la creación, todas las cosas reciben una consistencia, verdad y
bondad propias, al igual que sus leyes y
ordenación, que el hombre debe respetar".
No
se ha estudiado suficientemente el papel que, en este campo de la
"conversión a los media" por parte de la comunidad eclesial, de cara
a la evangelización, han desempeñado algunos pioneros carismáticos como, por
ejemplo, el padre Santiago Alberione (1884-1971) con sus instituciones.
2.
TENTACIONES "ELECTRÓNICAS". Esta valoración evangélica de la c. de
masas ha despertado y despierta todavía algunas objeciones. Los mass media
realizan una c. también en el sentido más negativo de la expresión: se
dirigen a un público anónimo y pasivo, al que le dan todo a la medida de las
ideologías y de los intereses de los grupos de poder de quienes son portavoces.
Actúan sobre sus oyentes neutralizando su conciencia crítica y promoviendo la
sugestión de lo espectacular. La evangelización, en cambio, es un tipo de c.
que esencialmente interpela a la persona, es diálogo de conciencia entre el
individuo y Cristo, pedagogía de fe para una decisión libre, es proclamación
de una palabra que no acepta sometimiento, compromisos ni manipulaciones.
Como
prueba de la inadecuación de los media se puede aducir la imagen del mensaje
que se presenta, por ejemplo, en las pantallas de televisión. Algunos datos
saltan a la vista: la colocación y duración de los programas religiosos en la
distribución diaria o semanal muestran claramente cómo se pretende subordinar
estos programas a cuestiones de imagen de la red; la prioridad absoluta que se
da a los índices de aceptación inducen fácilmente a promover un tipo de
religiosidad gratificante, de cierto sabor sentimental, ajenos a cualquier tema
que suponga destapar problemas o denuncias; la naturaleza del medio
lleva a promover lo sensacionalista (polémicas, condenas, ceremonias,
personajes famosos, repercusiones políticas) y a convertir el rito sagrado en
un espectáculo.
A
propósito de la relación mass media-liturgia, sigue abierta la cuestión de la
posibilidad de una participación real en la celebración de la eucaristía
transmitida por radio o tv. Actualmente la autoridad eclesiástica, al no
reconocer validez a la asistencia a la misa por radio o tv a efectos del
precepto festivo, se mantiene en una postura negativa, que una declaración del
Secretariado de Liturgia de la diócesis de Turín. explica así: "La c.
radiotelevisiva no permite realizar una verdadera comunión eucarística, donde
concretamente, reuniéndose en el nombre del Señor y alimentándose del mismo
pan, se entra en comunión con Cristo sacramerltalmente presente para constituir
junto con los hermanos y comensales un solo cuerpo con él. En la misa por radio
y televisión falta un elemento fundamental en los sacramentos cristianos: falta
la realidad concreta de la Iglesia reunida en asamblea, en la acción litúrgica
común y ante la presencia eucarística de Cristo bajo los signos del pan y el
vino" (en Liturgia e instrumentos de c.s., Roma 1974, 8). Algunos
auttirés (Enrico Baragli, Raimondo Spiazi, Tulio Goffi) creen posible un cambio
en este tema. Es digno de mención que la facultad de obtener la indulgencia
plenaria unida a la bendición papal a través de la radio y la televisión, en
un escrito de la Sagrada Penitenciaría Apostólica de 14 de diciembre de 1985,
ha sido ampliada también a la bendición impartida por los obispos, aunque se
les limita a tres veces al año.
Las
exigencias de "hacer espectáculo"tienen el riesgo de hacer
identificas en la práctica mensaje e Iglesia corporalmente visible en sus
líderes, jerarquías, organizaciones e iniciativas oficiales o en sus
exponentes de excepción. Está también el fenómeno americano de la
"Iglesia electrónica". Algunas emisiones religiosas, recurriendo a
las más sofisticadas técnicas publicitarias, constituyen auténticas redes de
c, entre un público de oyentes-fieles y la predicación de un personaje o los
fines de un movimiento de opinión "cristiano" Así, saltando todo
tipo de medio institucional eclesial, se calcula que millones de americanos
expresan -siempre con donativos y a veces con declaraciones de conversión- su
adhesión a una "Iglesia" que en absoluto es tal, sino una emisora dé
televisión.
3.
SALVAR LOS "MEDIA". El dossier de las críticas sobre el uso de
los media en la evangelización nos parece que debe tener en cuenta dos
consideraciones. Primera: cualquier tipo de c. humana, y no sólo la de
los mass media, está por sí misma condicionada por las limitaciones y
la inautenticidad, que la exponen al riesgo de objetivar, manipular y traicionar
el mensaje. Como lo demuestra la misma revelación bíblica, Dios se ha revelado
en sistemas culturales humanos imperfectos, continuamente tentados de alterar e
instrumentalizar la palabra. En otras palabras: que los mass media planteen,
en su línea teórica y práctica, orientaciones contrarias a la c. evangélica
no es una malévola y singular excepción; lo mismo ocurre con los otros medios
orales, escritos, visuales de la revelación; es propio de la naturaleza de las
cosas y de la realidad histórica. Segunda: es cuestión de bajar a
niveles profesionales concretos la reflexión teológica sobre el dinamismo de
la revelación. Ésta actúa en sus canales de c. noética (en cuanto
manifestación) y operativa (en cuanto que realiza la salvación que proclama) a
dos niveles: salva al medio en el que se introduce, restituyéndolo a su
autenticidad comunicativa (primer nivel), para llegar al hombre e interpelarlo y
salvarlo (segundo nivel). Esto significa que hay que actuar para que los canales
audiovisuales de la c. evangélica adquieran un nivel de valores que los liberen
de las connotaciones negativas que aparecen en la expresión "mass
media" (/ arriba, III, 1-2).
-
Sobre todo hay que actuar con independencia de las estructuras de producción. A
ser posible, con autonomía económica en la propiedad de los medios y en los
balances de programación; desde luego, que la transmisión religiosa esté
libre de presiones ideológicas o de sometimientos a maniobras de política
general de la red gestionada por el sentido de la rentabilidad: el significado
del mensaje recibe influencias también del contexto en el que se sitúa. - La
calidad de la emisión exige superar lo espectacular que tiende a captar por lo
emotivo, a buscar el asentimiento, a edulcorar los aspectos problemáticos y
controvertidos. La forma de proponer el mensaje adecuado para estimular una
conciencia crítica y adulta es mucho más fecunda que cualquier conmoción
emotiva (frecuentemente identificada con alguna manipulación de nuevo cuño o
como efervescencia efímera) para plantear a la persona la llamada de la fe. 0
Con este fin, por ejemplo, resulta muy funcional potenciar el feed-back es
decir, la estructura dialogal de la c., en el sentido más amplio posible:
favoreciendo el derecho de acceso y participación, la ubicación y
descentralización de las emisoras la libertad de expresión y/o de objeción,
el recurso a temas y personajes ajenos a cualquier tipo de oficialidad y más
bien tomados de la calle... 0 Evidentemente, toda intervención debe atenerse al
género televisivo profano, con el que guarda correspondencia (la discusión, el
talk show,
el documental, la revista de
actualidad, etc.), teniendo en cuenta que a cada género corresponde en
principio una forma específica de c. evangélica: por ejemplo, el talk show se
adapta muy bien para discutir un problema de actualidad teológica, pero no para
hacer una predicación del evangelio, que es más propio para una charla o una
conversación. Finalmente hay que tener en cuenta la situación "poscristiana"
en la que se encuentran amplias capas de la población en las sociedades
contemporáneas según el parecer de sociólogos y agentes de pastoral. En este
Contexto la evangelización; más que "educación en la fe" de la que
el hombre está en posesión; tiende cada vez más como "invitación a la
fe": es decir, antes que desarrolló de una conciencia doctrinal y
exhortación a una praxis moral, se presenta como estímulo a abrirse a la
propuesta de salvación y cómo predisposición a acoger la palabra que la
comunidad eclesial testimonia. Esta pre-evangelización está muy acorde con el
modo especifico que los mass media tienen de presentarse en la vida del
hombre de hoy: desde la interpretación cristiana de los hechos y de las
opiniones expuestas con la mayor objetividad, integridad y libertad posible en
la prensa católica, hasta la presentación de la Iglesia que resalte su misión
trascendente y su naturaleza "distinta" respecto a los poderes
políticos y las ideologías terrenas, evitando siempre simplificaciones y
divinizaciones espectaculares. El mismo "cristianismo difuso" (G.
Girardet) divulgado por los media -una religiosidad humana y de buenas
intenciones, un Jesús humano y una Iglesia fuente de seguridades- puede
desempeñar una función positiva, a pesar de su parcialidad, de apertura al
mensaje, despertando esperanzas y eliminando prejuicios.
V.
Orientaciones éticas
1.
"COMMUNIO ET PROGRESSIO". Bastantes años después de su publicación
-23 de mayo de 1971-, la instrucción pastoral Communio et progressio sigue
siendo la fuente principal para una reflexión ética cristiana sobre los mass
media. Esta "magna charta catholica" sobre la c.s. constituye la
culminación de una historia doctrinal cuyas etapas más sobresalientes fueron:
la encíclica de Pío XI Vigilanti cura (1934), toda ella dedicada al
cine; los dos discursos sobre la película ideal de Pío XII (1955); la
encíclica Miranda prorsus (1957), que, además del cine, toma en cuenta
también la radio y la tv (pero no la prensa todavía); el decreto conciliar Inter
mirifica (promulgado el 4 de diciembre de 1963), donde ya estaba previsto
(n. 23) un texto profesional y pastoralmente más operativo, orgánico y
concreto, como lo serla luego la CP.
La
elaboración de este documento fue larga (siete años) y laboriosa (cuatro
redacciones); después de la segunda redacción, el equipo inicial fue
sustituido por un reducido grupo de trabajo: cuatro peritos (Patrick Sullivan,
USA; Lucien Labelle, Canadá; Alberto Ancisar, Venezuela; Karl H. Hoffman,
Alemania Federal) asistidos por tres especialistas, de los que fue fundamental
la colaboración de Joseph Folliet. La CP no se limita a hacer aplicaciones
concretas del decreto conciliar ni a corregir sus carencias rápidamente
señaladas por una vasta opinión católica (poca profundidad teológica,
filosófica y sociológica; moralismo y clericalismo). Sensible a las
sugerencias más originales del Vat. II (especialmente a la constitución sobre
la Iglesia en el mundo contemporáneoyy conocedora del status de los media
en la sociedad de los años setenta, presenta una plataforma
teórico-práctica que se distingue por sus cualidades poco comunes de rigor y
concreción. Se ocupa de todos los media, dando la preferencia al
periodismo y descuidando la l informática, entonces en sus comienzos. Asume la
visión optimista que de los media tenía la IM, incluyéndolos dentro de
la visión global que reconoce el valor del progreso humano (GS 33).
Hasta
entonces el intento más serio de reflexión cristiana sobre los media se
inspiraba en una "teología de la imagen". Podemos recordara A. Ayfre,
influenciado por la visión espiritualista del cine de André Bazin. El
carácter central de la imagen estaba motivado: entre los media dominaba
el cine, la sociología ponía el énfasis en la "civilización de la
imagen", la referencia al dato revelado (Cristo imagen del Padre, el
simbolismo bíblico) era inmediata y esclarecedora. Además, la imagen en la
elaboración espiritualista favorece una visión unitaria entre estética,
ética y sacralidad. Efectivamente, la imagen, más que "presencia"
parcial e imaginaria de una realidad, remite a alguien que es superación de sí
misma y estímulo para imaginar, es decir, creatividad. Por consiguiente, cuanto
más una imagen es tal (o sea, es estéticamente válida), mejor es,
eventualmente, superación catártica de la realidad concreta representada
(sentido ético) y remite a alguien como dimensión de "trascendencia"
inherente en la transparencia representada (sentido sagrado).
La
CP, en cambio, se centra en la c. como esencia de los mass media. A la
luz de la reflexión filosófica, del análisis sociológico y de la experiencia
de goce resulta evidente que los media son sobre todo y fundamentalmente
c., y que la imagen (audiovisual o no) es su medio. La CP construye toda su
reflexión sobre los medios como c., y más en concreto sobre la c. como
"factor de socialización" (n.
6). Los mass media no pueden ser considerados sólo como la obra en la
que un autor se expresa, y por lo tanto evaluables con los esquemas artísticos
y morales (54-58). Aparecen también como productos de un complejo sistema
técnico, económico y social regido por las leyes de la rentabilidad y/ o por
imperativos ideológicos y políticos. Por eso la CP señala los peligros que
pueden significar las condiciones reales de monopolio para la libertad de
expresión y los derechos de las minorías (n. 76), y el deber de los
propietarios financieros de actuar "no sólo con criterios de rentabilidad
y lucro, sino de intereses humanos auténticos" (n. 80), respetando las
libertades de quienes trabajan en las estructuras de emisión y del público.
2.
FUNDAMENTO TEOLÓGICO. Cristo es el
perfecto comunicador (CP 11). Él en la encarnación realiza en sí mismo la
más íntima unión entre Dios y la humanidad. En la eucaristía se verifica una
comunión existencial entre Jesús y los hombres y entre los hombres que se
alimentan de él entre sí. Su palabra se adecua íntegramente a la mentalidad
de aquellos a quienes se dirige; pero, a la vez; está llena de significados
universales que les dan esa cualidad suya de poder interpelar a los hombres de
cualquier época y cultura. En Cristo, perfecto comunicador, la c.s. adquiere
significado, valor y sentido. Para Cristo la acción de comunicar es
fundamentalmente comunión; los mass media en cuanto "factores de
socialización" están des tinados a ser instrumentos de "fraternidad
universal" (98) en la "comunión entre los hombres que constituye el
objetivo último de toda c." (8). La c.s. será lo que su nombre indica en
proporción a los vínculos de solidaridad social, económica y cultural con los
que, sobre todo a través del ejercicio lo más intenso y libre posible del
derecho-deber de informar y de ser informados (33-35; 44-47), consiga unir a los
hombres superando cualquier tipo de barrera (19). La comunión en Cristo se
realiza con la valoración-elevación de la persona (la
"divinización", theiopoiesis). La c.s. debería distinguirse,
por lo tanto, por el respeto, la liberación y la promoción de la persona
humana en todas sus dimensiones (salud, cultura, derechos políticos...). No
existe comunión auténtica si no es entre personas que son dueñas de sí
mismas: éste es el sentido profundo del progreso (11-18), del que la c.s. debe
ser motor, más que expresión, especialmente en los países en vías de
desarrollo (92-95).
3.
LIBERTAD DE COMUNICACIóN y SOCIEDAD. El criterio fundamental de moralidad en el
uso de los media se desprende con claridad de lo anterior: "Un
juicio global sobre lo que se hace con los instrumentos de c. en un determinado
lugar y tiempo debe tener en cuenta su contribución al bien común" (CP
16), definido éste (nota 11) en los términos de Juan-XXIII (Mater et
magistra, 53) como "el conjunto (...) de las condiciones de la vida
social que permite a los hombres alcanzar la propia perfección de un modo más
completo y mejor". En esta visión, a los mass media les corresponde
contribuir a la construcción de una convivencia social sin fronteras, animada
por la libertad de los conocimientos y de las opciones. Una reflexión de
libertad cuyas líneas de fuerza corresponden a la opinión pública (24-32), al
derecho a la información y de información (33-47) y a la opinión pública en
la Iglesia (114-121).
La
opinión pública encuentra su raíz en la naturaleza del hombre hecho capaz de
pensar (opiniones) y de manifestar a los demás los propios pensamientos
(opinión pública) con el fin de
contrastarlos y, eventualmente, hacerlos aceptar en una convivencia social en la
que el punto de vista de la mayoría se convierte en norma común (25). Los mass
media son precisamente medio de exposición y contraste de opiniones (24);
su función es la de estimular la libre circulación y discusión de ideas para
contribuir a la formación de una "opinión pública equilibrada"
(27). La norma moral del "creador de opinión pública" consiste en no
considerar al receptor como un objeto pasivo a quien se puede manipular, sino
como a un partnercan quien se hace una búsqueda común (29) y al que
debe aportar los datos necesarios para entender y decidir responsablemente.
Éste es el camino óptimo para resolver el gran compromiso de hacer que la
opinión pública coincida con la opinión justa (31) y se alcance el consenso
en torno a lo que de verdad ea lo mejor para el bien común.
La
libertad de información es indispensable para la formación de una opinión
pública libre y documentada. Mucho más que sobre la función del informador
(36-40) -merece 1a pena señalarlo-, la CP insiste sobre el derecho-deber del
público a ser informado de un modo exhaustivo. Que los usuarios sean educados
para hacer una lectura crítica de los media (65-70), que se asocien para
defender su derecho a conocer (81-83) y para denunciar las distorsiones y
manipulaciones que puedan hacerse con las noticias (41). Evidentemente, la
libertad de información supone entre otras cosas el derecho de acceso a las
fuentes, la variedad en las fuentes y el desmantelamiento de las concentraciones
monopolizadoras de los media (62; 76).
4.
OPINIóN PÚBLICA EN LA IGLESIA.,Láopinión pública en la Iglesia entendida
como un "conversar" entre los miembros de un cuerpo vivo es indispensable
"para vivir crecer como comunidad" (CP 114 e integrarse en una
relación cordial con el mundo en el que vive (114-115). Se trata de una
"libertad de pensamiento y de expresión" de la que los fieles deben
tomar plena conciencia y que las competentes autoridades deben favorecer y
regular (116-117). Tiene un fundamento doble: el sentido de la fe,
"suscitado y alimentado por el Espíritu de la verdad, de manera que el
pueblo de Dios, bajo la guía del magisterio sagrado y respetando sus
enseñanzas..., se adhiere indefectiblemente a la fe transmitida (...), con
recto juicio penetra en ella más a fondo y más plenamente la aplica a su
vida": la caridad que sublima nuestra libertad en comunión con la libertad
de Cristo y nos hace así "capaces de juzgar libremente según su
voluntad" (116). Evidentemente se trata de una opinión pública distinta,
en sentido sólo análogo, ya que la Iglesia es sociedad distinta de la sociedad
civil. Ni siquiera se toma en cuenta una concepción "democrática"
que convertiría en norma común la opinión de la mayoría. La insistencia en
el magisterio como guía de opinión parece excluir una visión eclesial de
madurez en el creyente de un pensamiento suscitado por el Espíritu, que luego,
ya en clave de expresión, el magisterio tendrá que discernir.
Finalmente
merecen subrayarse dos líneas operativas importantes: D Es necesario distinguir
entre la investigación científica y la instrucción de los fieles. En el
primer campo los estudiosos deben tener la libertad necesaria para su trabajo.
En el segundo, en cambio, "deben proponerse como doctrina de la Iglesia lo
que como tal se propone por el magisterio auténtico y las sentencias
teológicas que tengan un suficiente nivel de certeza" (118). 0 Sobre los
hechos e ideas de la Iglesia la norma debería ser la información exacta
"con verdad y sinceridad", y la excepción el secreto (119;121), que
se adopta para proteger la fama de alguien o los derechos de personas y grupos.
5.
EXIGENCIAS MORALES DE LA COMUNICACIÓN (CP 17). La bondad del contenido y la
rectitud de intención son cualidades positivas, pero parciales, del trabajo de
la comunicación. Las condiciones fundamentales de moralidad son: 0 La
sinceridad. La c. debe reflejar el auténtico modo de pensar del que realiza
la emisión; de otra forma se viola la naturaleza profunda de la c., que es
transmisión de contenidos de conciencia. 11 La honestidad, que es sobre
todo sinónimo de profesionalidad y competencia. La c. debe ser
auténticamente tal, es decir, funcionar como c. a nivel técnico formal y
artístico. Deberá hacerse en un lenguaje que sea transparenciapersuasiva del
mensaje. O La veracidad. La c. debe tener como consigna el atenerse a la
realidad de los hechos, hombres e ideas situados en el contexto humano integral.
Compromiso por la verdad que va desde la información completa hasta situar en
la realidad de la vida el sentido último de una ficción literaria o
cinematográfica (56).
La
función de la autoridad civil es realizar funciones de promoción. No es tarea
del Estado el controlar, reprimir; su actuación de censura debería limitarse a
los "casos extremos" (86), que la vigilancia sea competencia de
comités profesionales de autocontrol (85). Respetando plenamente el principio
de subsidiaridad, el Estado debería dejar a los grupos e individuos las
iniciativas de c. que sean capaces de desarrollar "tan bien o mejor que
él" (86). Debe promover estas iniciativas, protegiendo su gestión con
leyes adecuadas para que sea plural y libre, garantizando al usuario su derecho
a la "crítica pública", sobre todo si se está en régimen de
monopolio estatal (87). Finalmente se invita a los "países ricos" y a
"fundaciones internacionales a participar con la financiación y su
experiencia en el establecimiento de sistemas de c. de decisivo potencial de
elevación social en los países en vías de desarrollo (95), pero evitando (91)
cualquier tipo de colonialismo cultural, favoreciendo la aparición de centros
autónomos de producción local y promoviendo acuerdos internacionales, para la
utilización de satélites artificiales abierta a todos los pueblos para que
todos tengan un puesto en el diálogo con todo el mundo (91).
(/Corporeidad
IV, 2; /Información; /Publicidad y propaganda; /Verdad y veracidad).
BIBL.:
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L.
Bini
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