domingo, 14 de junio de 2015

Dispersión.

(gr. diasporá). I . Significado del término. En la LXX se usa diasporá en forma eufemística para traducir varias expresiones hebreas: Za ªwâh, "temblor", "agitación"; de allí "maltrato", "opresión" y "ser trasladado" ("vejado", Dt. 28:25; "afrenta", Jer. 34:17). Jerpâh, "vergüenza" (Dn. 12:2); etc. Además, la LXX nunca traduce los términos hebreos para "exilio" (gôlâh, gâlûth) con diasporá (Am. 1:6-9; Jer. 52:31; 24:5; 28:4) sino con aijmalÇsía ("cautividad"), apóijomai ("haber salido"),etc. Sin embargo, la LXX usa dispersión (en Dt. 28:25; 30:4; Jer. 41:17 [48:17 en otras recensiones]) para la dispersión de los judíos. Se ha sugerido que los judíos helenísticos preferían el término diasporá porque evitaba la connotación de quienes vivían fuera de Palestina, como resultado de deportaciones anteriores, y que todavía estaban allí por castigo. Para ellos, diasporá significaba sencillamente los judíos que se encontraban en todas partes del mundo. Los judíos de los tiempos del NT consideraban la presencia de sus connacionales en muchos países del mundo como una bendición para la nación judía y para el mundo en general, y estaban orgullosos de la diasporá. II. Extensión. Algunos de los hebreos pudieron haber emigrado a otros países antes de las cautividades de los ss VIII y VI a.C. Hay evidencias, por ejemplo, de colonias judías en Egipto antes del exilio. Sin embargo, tales movimientos no habrían involucrado a grandes cantidades de personas. La 1ª deportación masiva se produjo cuando los asirios llevaron cautivas a las 10 tribus del norte (s VIII d.C.). La mayoría de los exiliados fueron absorbidos por las naciones receptoras, y perdieron sus peculiaridades y su conciencia nacional. Algo diferente ocurrió con las tribus de Judá y Benjamín (incluyendo a los levitas) que fueron deportadas por los babilonios en el s VI a.C. Como tenían líderes religiosos de la talla de Ezequiel y de Daniel, y el consuelo de profecías escritas acerca de su restauración, retuvieron su unidad étnica. Sin embargo, cuando los reyes persas les permitieron regresar a su patria, sólo una minoría de los exiliados aceptaron el ofrecimiento. La mayoría eligió permanecer en Babilonia y así constituyó la primera gran colonia judía fuera de Palestina, y hasta tiempos recientes formaron una minoría respetable entre la población de la región. Los muchos judíos que se mudaron a Egipto antes de la destrucción de Jerusalén en el 586 a.C. y después de ella (Jer. 43:7-44:30), establecieron fuertes colonias allí. La que estuvo en la isla de Elefantina en el río Nilo es la mejor 335 conocida por causa del descubrimiento en el lugar de un gran número de papiros judíos escritos en arameo. Después que la conquista de Alejandro facilitó los viajes a países distantes, los judíos se mudaron a muchos lugares del mundo helenístico. Durante el período del Imperio Romano tales movimiento, se aceleraron. Evidencias literarias y de inscripciones atestiguan de la existencia de unas 150 colonias judías fuera de Palestina en el s I d.C. Los judíos se encontraban en todas partes de Siria, en diversos lugares del Asia Menor, en las grandes ciudades de Grecia, Italia, el norte del África y Egipto, y en la región de los partos, fuera del Imperio Romano. Ciertos eruditos han estimado que los judíos de la dispersión dentro del Imperio Romano en el s I d.C. debieron haber sido aproximadamente 4,5 millones, en una población total de 55 millones. III. Influencia. Los judíos de la dispersión fundaron sinagogas en muchas ciudades, y por causa del alto valor moral de su religión monoteísta atrajeron el pensamiento gentil a sus cultos. Mediante su asociación con el mundo exterior obtuvieron una visión más amplia de la vida que sus compatriotas de Palestina. Su apoyo financiero al templo y a sus hermanos en la patria fue un significativo factor económico. Se los animaba a visitar el templo de Jerusalén con tanta frecuencia como les fuera posible durante las grandes fiestas, y realizar esfuerzos para hacerlo por lo menos una vez en la vida. Esto explica la gran cantidad de judíos extranjeros presentes en Jerusalén el día de Pentecostés, cuando se derramó el Espíritu Santo sobre los discípulos (Hch. 2:5-11). Por poner al mundo en contacto con las enseñanzas del AT y hacer accesible a los gentiles las Sagradas Escrituras en griego (la LXX), los judíos de la dispersión prepararon el camino para la rápida propagación del evangelio cristiano, que no podría haber triunfado tan rápidamente si primero los judíos no hubieran esparcido su religión.

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