miércoles, 22 de julio de 2015

Conversión judía.

            En la tradición judía la condición de judío se transmite a través de la madre. No obstante el judaísmo ha estado siempre abierto a los no judíos que desean convertirse. De acuerdo con ello, a lo largo de la historia ha habido individuos, y en ocasiones comunidades enteras, que se han pasado al judaísmo. Además de sinceridad, se requieren tres condiciones para la conversión:

1. La ofrenda de un sacrificio apropiado.

2. La circuncisión para los varones.

3. La inmersión purificatoria en un miqveh.

        
         Desde la destrucción del Templo en el 70 d.C., la primera ya no es posible. Las actitudes generales hacia los prosélitos en los tiempos posbíblicos fueron positivas; pequeñas restricciones aparte, eran considerados plenamente judíos. No obstante, y a pesar de algunos casos célebres y bien documentados, los conversos al judaísmo bajo gobierno cristiano o musulmán eran relativamente pocos, ya que a los ojos de estas comunidades se consideraban apóstatas dignos de muerte. El proselitismo así se volvía impracticable aun cuando los futuros conversos que se acercaran a la comunidad judía fueran a ser en teoría bienvenidos. Sin embargo, la creencia de que los gentiles, que son monoteístas y se adhieren a una moralidad básica, participarán con Israel en el Olam haBa, permite que muchos toleren esta situación. Esta tendencia se ha visto confirmada en la actualidad, tanto en el cristianismo como en el islam, en las que se considera de manera más positiva que anteriormente.

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