viernes, 21 de agosto de 2015

EL BUEN TALANTE MATÓ A ENRIQUE IV.

            

            Iba Enrique IV tan tranquilo en su carroza abierta por las calles de París, cuando al mediodía del 14 de mayo de 1610 un católico ferviente, perturbado y aspirante a cura le asestó tres puñaladas mortales. Así murió el primer borbón de la historia, uno de los mejores reyes que ha tenido Francia, a manos de un fanático loco perdido que le quitó de en medio porque, dijo, Enrique IV era culpable ante Dios de no haber sometido a los protestantes franceses a la Iglesia Católica. y todo porque el rey firmó alianzas con los holandeses y fue tolerante con los calvinistas. Qué falta de buen talante, por Dios.

            Enrique IV pasa por ser para los franceses el mejor rey y el más querido. Afable, currante, pacificador, con cuatro amantes, negociador. Sólo tuvo un defectillo, que era protestante, pero lo solucionó de inmediato. Se planteó: ¿qué hay que hacer para pacificar Francia y acabar con todas las guerras de religión? ¿Hacerse católico?; pues me hago, que todo el problema sea ése. Y su conversión ha pasado a la historia gracias a la famosa frase que se le atribuye, "París, bien vale una misa". Pero a decir de los estudiosos, ésta es una de las muchas falacias de la historiografía, porque la cita se la adjudicaron con posterioridad quienes quisieron demostrar la actitud cínica del rey.

           Fuera por convencimiento o por política, lo cierto es que renegar del protestantismo fue una decisión acertada, se lo creyera o no. Convertirse al catolicismo le permitió ser coronado, poner fin a treinta años de guerras religiosas y reconstruir la economía, pero en sus cuentas no entraba masacrar a los protestantes. Y esta tolerancia nunca gustó a España, el país que abanderaba la defensa del catolicismo en Europa y que apoyó con armas y con malas artes a los fanáticos franceses de la Liga Católica (1609)   Liga Católica (Francia) , que buscaban, más allá de una Francia pacífica, un país que se erigiera como verdugo de los infieles. Enrique IV intentó reinar con sentido común, pero siempre hay alguien que, usando el nombre de Dios en vano, lo fastidia todo.

NIEVES CONCOSTRINA.
HISTORIAS DE LA HISTORIA.

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