martes, 18 de agosto de 2015

Inanna

Representación de Ishtar/Inanna en el Museo Británico.
El matrimonio de Inanna y Dumuzi, al que Inanna mandó a los infiernos por tratar de ocupar su lugar cuando ella estaba en el inframundo, antes de ser resucitada por Enki.1

En la mitología sumeria Inanna era la diosa del amor, de la guerra y protectora de la ciudad de Uruk. Con la llegada de los acadios Inanna se sincretiza con la diosa Ishtar. Su representación era un haz de juncos verticales con la parte superior curvada.
Asociada con el planeta Venus, se le identifica con la diosa griega Afrodita y con la Astarté fenicia. Entre los acadios fue conocida como Ishtar. Según la mitología sumeria era hija de Nannar (Sin en acadio, dios de la Luna) y Ningal (la Gran Dama, la luna) y hermana gemela de Utu, conocido en acadio como Shamash. Su consorte fue Dumuzi (semidiós y héroe de Uruk). Ishtar o Inanna representa el arquetipo de la Diosa madre.

Mitos[editar]

El árbol de Huluppu[editar]

Innana encuentra una semilla, a la cual cuida hasta que se crece y se convierte en un gran árbol; de cuya madera hará su trono. Sin embargo es invadido por tres seres: una serpiente, un ave y por la diosa Lilith. Le pide ayuda a Gilgamesh, quien lo sacudió de tal forma que alejo a las criaturas. Con esto Innana pudo hacer su trono.

Enki e Inanna[editar]

Estrella de ocho puntas, símbolo de Inanna/Ishtar.
Según este mito sumerio, Enki —una de las deidades más importantes— ocultaba los Me (normas a seguir para gobernar la creación). Inanna quiso tenerlos en su ciudad. Para ello viajó por los cielos en su barca hacia el Apsu (hogar de Enki). Éste, advertido de las intenciones de Inanna, preparó una fiesta para recibirla. Pero Inanna aprovechó el convite y emborrachó al dios. Cuando se repuso, Enki mandó emisarios para recuperarlos, pero Inanna los venció y finalmente los llevó a Uruk donde se difundieron.1

Descenso a Irkalla[editar]

En la tradición mesopotámica, otoño e invierno son épocas en las que la Tierra recupera su fuerza y su pureza en contraposición con primavera y verano, épocas de florecimiento y fertilidad. En sumeria, esta época (otoño e invierno) se usaba con el mismo fin religioso, recuperar la fuerza y mejorar internamente. Irkalla (tierra del no retorno) es el lugar al que van las impurezas, los malos hábitos, las memorias que se pierden y los muertos. La muerte es un estado de purificación y mejora que conduce a una nueva vida.
En ese contexto cuenta la mitología sumeria que Inanna decidió bajar al inframundo para enfrentarse a su hermana y deidad opuesta,Ereshkigal. En la lucha Inanna muere, tras lo cual ningún ser en la Tierra tenía deseo de aparearse: ni hombres ni animales. Ante esto,Enki crea a unas criaturas sin género que engañan a Ereshkigal consiguiendo que les entregue el cadáver de la diosa al que aplican el "agua de la vida". Así Inanna resucita, pero tiene que encontrar un sustituto que ocupe su lugar en el inframundo. Al volver a la Tierra encuentra que Dumuzi ha ocupado su puesto, por lo cual es a él a quien envía al inframundo.1
Como consecuencia Dumuzi reina durante el otoño y el invierno, mientras Inanna durante la primavera y el verano.

Culto[editar]

Tuvo 7 templos, a los que se pueden añadir ocho, aunque el mayor estaba en Uruk (E-anna, dedicado a ella y Anu).
Uruk, tenía entre sus celebraciones varias de carácter sexual y violento. Se tienen extractos del poema babilonio a Erra, en el cual se critica duramente la actitud de un rey de Uruk, que no trata con suficiente amabilidad a las prostitutas, cortesanas y busconas [...] a los chicos alegres que cambiaron su masculinidad por feminidad así como a los portadores de dagas, navajas, cuchillas y pedernal ya que éstos con sus actos agradan al corazón de Ishtar. Parece que el hecho de que los jóvenes durmieran en sus camas era algo preocupante y la copulación en las calles era una práctica habitual. El papel de la prostitución no está claro y una posible función ritual ha sido discutida.1

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. ↑ Saltar a:a b c d Leick, Gwendolyn (2002). «Eridu». Mesopotamia: la invención de la ciudad. Barcelona: Rubí. 84-493-1275-2.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.