jueves, 17 de septiembre de 2015

Danzas.

Los orígenes de las danzas se dan por la tendencia de buscar y emplear los gestos para incrementar o reemplazar el uso del habla. Fuertes emociones, en particular, que llevan a los órganos a un punto de exaltación que espontáneamente se manifiesta a si mismo a través de movimientos más o menos rítmicos que constituyen lo que se podría considerar como danzas primarias o naturales. Pero de la misma manera en que pronto el lenguaje se desarrolló en poesía y canciones, igualmente estos movimientos corporales gradualmente se transforman en el arte de bailar. Las expresiones espontaneas, como tambien el arte de bailar, pueden ser descritos como: "una expresión de los sentimientos por medio de los movimientos del cuerpo mas o menos controlados por el propio sentido rítmico" (J.Milllar), que son practicados hasta cierto grado por la mayoria de personas. Los hebreos no son la excepción, su lenguaje contiene no menos de ocho verbos que expresan la idea de bailar. No obstante, muchas de las aluciones encontradas en la biblia apuntan a meras expresiones espontáneas de alegría, dando vueltas u otros movimientos. De esta descripción, de dice que fueron los bailes de Maria y la Mujer de Israel, después de cruzar el Mar Rojo (Éxodo. Xv, 20), de las personas alrededor del becerro dorado (Exod., xxii, 19), de la hija de Jefté llegando para encontrarse con su padre después de la ultima victoria (Jueces, xi, 34) de los habitantes de las ciudades en el camino de las tropas comandadas por Holophernes (Judith, iii, 10), hasta David antes del Arca (II K., vi, 5, 22). De estos diferentes lugares se puede deducir que los bailes fueron manifestaciones de jubilo normalmente exhibidas por mujeres, y sabemos como David, en la ocurrencia mencionada antes, incitó la admiración de Michol. Tiempo después, los bailes en los hombres, eran mirados como algo extraño, como también en Roma, se pensaba que los hombres que bailaban estaban bajo los efectos de algo o simplemente locos. El baile, como arte era utilizado para varios propósitos. Era utilizado para elevar la belleza de las ceremonias religiosas como primer propósito. Las danzas religiosas consistían mayormente en procesiones lentas por las calles de la cuidad o alrededor del altar. Casi siempre, eran celebradas por instituciones de los sacerdotes, pero algunas veces ciudadanos de ambos sexos y posición social, sin ninguna distinción en la importancia de su nombre o posición de dignidad, tomaban parte en estas exhibiciones (Liv., I, xx, Quintil., I, ii, 18; Macrob., Sat. Ii, 10). No obstante, no todas las danzas religiosas no eran bailadas según lo expuesto anteriormente. En Roma, en la salii, se cargaban los escudos sagrados por las calles, saltando y brincando (senec. Ep. Xv) La Biblia describe también como lo hacían los sacerdotes de Baal alrededor del altar(III K.., xviii, 26). Por el este las danzas sagradas eran muy importantes en el culto religioso. En Egipto, incluso institutos femeninos de canto eran relacionados a ciertos santuarios. Esta danza también era un acompañamiento al culto de Yahvé, probablemente de Jueces, xxi, 21, de los tiempos antiguos y claramente evidenciado por Pss. cxlix, 3, y cl, 4, de la época siguiendo la cautividad. Los textos siguientes nos indican que en el segundo templo, las personas encargadas en bailar y cantar en honor a dios, formaron coros similares a los de los ritos paganos.(Cic., Phil., v, 6; Virg., Aen., VIII, 718;Hor.,Od., I, i, 31).
Las danzas de guerra, tan comunes en muchos pueblos e introducidas para engrandecer los ritos de las festividades públicas entre los griegos y romanos, no han dejado rastro alguno entre los hebreos y sus vecinos, no obstante no son desconocidos para los habitantes modernos de palestina y Arabia. Las danzas miméticas eran tan poco conocidas en el este como las de carácter militar. Consistían en movimientos expresivos de ciertas partes del cuerpo, como los brazos, manos, torso, ejecutados al compás del acompañamiento musical que mencionan o representan vividamente eventos históricos o mitológicos y actos de pasión de personajes muy bien conocidos. Que tanto fueron apreciados por los Romanos, lo aprendemos de varios pasajes de escritores Latinos como Macrob., Sat. ii, 7; Suet., ¨Calig. ¨, 57, ¨Nero¨, 54, ¨Tit ¨, 7; Ovid, ¨Ars Am.¨, I, 595, etc. No obstante, era mas un baile escénico a favor de Roma y Grecia. Consistía de movimientos armonizados principalmente de los brazos, cuerpo y pies, que trataban de enseñar la flexibilidad, fortaleza, agilidad y gracia del cuerpo humano. Tales exhibiciones, eran usualmente realizadas para el placer de los invitados, en grandes banquetes, exhibidos por bailarines profesionales contratados por la festividad.
Las bailarinas femeninas – también había bailarines masculinos—eran las preferidas. Generalmente eran personas dotadas de una gran belleza y morales indiferentes, y sus presentaciones eran calculadas por su gran belleza sin importar que les cueste poca modestia, todos los encantos y atractivos de sus figuras llenas de gracia. Esta clase de personas, comunes en los tiempos antiguos de Grecia e Italia, no eran muy conocidos en Palestina, al menos en tiempos antiguos, según las creencias de Ecclus., ix, 4. El autor Eccles., personificando a Salomón, relata el haber procurado para su propio disfruto "hombres y mujeres cantantes" (ii, 8) también se dice, que los bailarines para canto y para baile eran escasamente distintos. De todos modos, el desempeño de la hija de Herodias, registrado en Mat. xiv, 6, y el placer que produjo a Herod y sus huéspedes, demuestra cómo la corrupción griega y romana tenía, sobre la época de Cristo, el progreso hecho entre las clases más altas de Palestina. Aunque quizás menos común, y ciertamente menos elaborado que en estos tiempos, el bailar social parece sin embargo haber sido una diversión agradable en épocas antiguas, por lo menos entre los judíos. Lo entendido en la luz de Jueces, xxi, 21, declaraciones como las de Is, xvi, 10, y Jer., xxv, 30, indican que en la estación de la vendimia, era celebrada por el público por intermedio de las danzas. Incluso, las danzas entre personas muy serias eran perdonadas por la mayoría de personas, mas serias (Bab. Talm., Ketuboth, 16b), en las bodas y en la Fiesta del Tabernáculo. El bailar social ha experimentado un desarrollo considerable en los últimos siglos, en cuanto a predominio y complejidad. La introducción en la manera moderna de las llamadas danzas redondas ha acelerado el interés de la vieja pregunta de la moralidad de bailar. Como ejercicio de la cultura física, aparte de las condiciones generalmente anti saludables en salas de baile, el bailar puede tener ventajas; no debemos preguntarnos, por lo tanto, desde el punto de vista de Platón lo recomendaría. Del punto de vista moral, el bailar religioso y militar nunca se ha encontrado con alguna crítica. Al contrario, las demostraciones miméticas, sobre todo representando historias de amor y temas mitológicos, eran ocasionalmente tan ofensivas a la modestia, que incluso los emperadores paganos, las juzgaban, y querían suprimirlas de Italia en varias ocasiones. De ninguna mejor manera, como se ha mostrado arriba, estaban en las danzas escénicas; y los bailarines masculinos y femeninos estaban considerados en Roma, como están hoy en día en Egipto, la India, y Japón, los almehs, los bayaderes, y las geishas, como la clase más baja y degradada. Según la ley romana, tales personas eran infames. Contra sus funcionamientos los padres de la iglesia levantaron una voz fuerte. Los Decrétales fueron más lejos, prohibiendo al clérigo atender a cualquier exposición mímica o histriónica y decretando que cualquier clérigo que toma la parte de la activa debe perder todos sus privilegios, y que todas las personas profesionales contratadas para bailes, mímicas o demostraciones histriónicos, incurren en irregularidad y de tal modo deben ser excluidos por siempre del estado administrativo y ser hechas incapaces de recibir las órdenes. En cuanto a los bailes sociales, ahora tanto de moda, mientras que en sí mismo es un acto indiferente, los moralistas están inclinados a ponerlo bajo interdicción, a causa de los varios bailarines asociados a ella. Indudablemente, las antiguas danzas nacionales, en los cuales los bailarines se mantenían alejados o tal es el caso se agarraban las manos, caen ante la censura ética, con escasa diferencia a la de otro evento social. Pero, aparte de los detalles -- lugar, últimas horas, escoltado, etc. -- el campo común a todas los entretenimientos, las danzas redondas, aunque pueden ser continuados posiblemente con decoro y modestia, es mirado por los moralistas como un acto censurado, por su misma naturaleza, con el peligro más grande hacia las morales. Lamentable pero indiscutiblemente, se tenia que tener cuidado con los salones de baile, se debía de aplicar la alerta del segundo consejo de Baltimore, contra " las danzas de moda, que, según lo continuado actualmente, están rebelando a cada sensación de la delicadeza y de la propiedad ". Seria innecesario agregar que la decencia así como los decretos establecidos por los consejos determinados y generales, prohibiendo al clérigo aparecer en cualquier lugar publico, en donde se realicen los bailes populares.
Leer, Characteristic National Dances (London, 1853); TRISTRAM, Eastern customs; RICH, Dictionary of Greek and Roman Antiquities (London, 1884), s. v. Saltatio, etc.; DARENBERG AND SAGLIO, Dictionnaire des antiquites grecques et romaines (Paris); MASPERO, Histoire ancienne des peuples de l'Orient (Paris, 1895), I, 126; II, 220; DALMAN, Palaestinischer Diwan (Leipzig, 1901); FERRARIS, Bibliotheca canonica (Rome, 1886), s. v. Choreae, Clericus, Irregularitas; Acta et Decreta Conc. Baltimor. II, Pastoral Letter; Decr. n. 472.
CHARLES L. SOUVAY
Transcrito por Marcy Milota
Traducido por Daniel Wiegering

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